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Babel de Cal Cadete Escritor, acaba de publicar su primer poemario

"El gallego-asturiano debe ser oficial, una lengua no puede estar sin papeles"

"Somos muchos los nacidos en el Occidente que acabamos en La Calzada, nuestros padres nos buscaron un futuro que no fuese la mar"

Babel de Cal Cadete, en el puerto deportivo. | | F. R.

El escritor Manuel Gayol Suárez, vecino de La Calzada y conocido como Babel de Cal Cadete, acaba de publicar con la editorial Trabe el que es su primer libro en solitario. Se titula "El mar que m’enchumaza" y está editado bajo el sello de Trabe. En él, recopila decenas de poemas escritos en gallego-asturiano en los últimos años para rememorar sus orígenes en Ortigueira (Coaña). Entiende que esta lengua asturiana, cada vez más en desuso, solo puede salvarse con la oficialidad del castellano. Y, también, con una mayor implicación de vecinos y administraciones públicas.

–¿Cómo surge este libro?

–Yo empecé a escribir muy de crío, en una asignatura que ahora suena lejana y que se llamaba Formación del Espíritu Nacional, porque el profesor nos encargaba grandes redacciones y ahí me surgió la idea de escribir alguna historia por mi cuenta. El punto de inflexión para mí fue el gallego-asturiano, escribir en esa lengua, porque cuando vi que al hablar sobre temas relacionados con mi tierra me salía hacerlo en esa lengua y me gustaba.

–Usted nació en Ortigueira, por eso, el libro está escrito en gallego-asturiano, pero se considera de Gijón.

–Más que de Gijón yo me considero de La Calzada, que para mí no es lo mismo (ríe). Pero sí, me vine a Gijón con 13 años, así que me crie en el Occidente. Me vine a la ciudad por lo mismo que muchos de mi generación: nuestros padres, marineros, se cansaron de la odisea que suponía viajar en aquella época y prefirieron acercarse al puerto de aquí. También creo que pensaban en el futuro de sus hijos, en darles una salida que no fuese la mar. Somos muchos los nacidos en el Occidente que acabamos en La Calzada. Casi parecía que, de aquella, la gente trató de reagrupar su pueblo de antes en un barrio nuevo. Conozco a muchos del Occidente que viven muy cerca de donde vivo yo. Hay una comunidad bastante grande.

–Es el primer libro que publica, ¿por qué ahora?

–Es el primero que publico en solitario, sí. Hasta ahora había participado en varias antologías y revistas. Y lo hice básicamente porque me animó a hacerlo la gente de mi entorno. También es que, la verdad, soy extraordinariamente perezoso y, aunque lo tenía en mente, lo fui dejando. Porque los poemas prácticamente ya los tenía, lo que hice aquí fue una selección. Llevo escribiendo toda la vida, así que tendría para varios libros si quisiese. Pero me da algo de apuro, la verdad.

–¿Cómo fue esa selección?

–Agrupé los poemas en cinco partes. La primera está dedicada al poblo, al pueblo de Ortigueira. La segunda, a la naturaleza, al entorno en el que me crié, tan marinero. La tercera es más intimista, más personal. La cuarta se la dedico a las muyeres, las mujeres del pueblo que tenían perfiles tan literarios, con las llavandeiras y las pescaderas. Y la quinta, por aquello de la paridad, a os homes, los hombres del pueblo, que confluyen en un único personaje, don Pixoto, en homenaje al gentilicio de Ortigueira.

–¿Cómo fue dar ese salto en su lengua natal? ¿Tuvo alguna duda a la hora de pasar de lo hablado a lo escrito?

–Cuando me decidí a publicar tuve la suerte de que me pudo corregir el texto Xosé Miguel Suárez. Empecé a escribir cuando aún no se había publicado ningún tipo de normativa oficial de esta lengua, así que necesitaba que alguien lo revisase.

–Fala, gallego-asturiano o eo-naviego. ¿Cómo lo llamamos?

–Se usan las tres. Por la zona siempre dijimos fala o gallego-asturiano, pero creo que este último término aún provoca rechazo por la alusión a Galicia. Eo-naviego es el término que surgió más recientemente y que tiene sentido, porque ubica la lengua en su territorio, pero a mí aún me suena algo extraño.

–¿Confía en la oficialidad?

–Claro. Es necesaria porque es la única manera de que una lengua minorizada no se muera. Una lengua, como las personas, no puede estar sin papeles. Pero la administración pasa bastante.

–¿Le preocupa la pérdida de hablantes del gallego-asturiano entre las nuevas generaciones?

–Yo recuerdo cuando vine a Gijón que íbamos en el autobús y yo iba hablando como había hablado siempre y mi madre me dijo: "Nun fales mal". Querían que hablase en castellano. También me pasa que si me cruzo con alguien de allí en Gijón, yo les falo normal, como en Ortigueira, y ellos responden en castellano. Y les noto como incómodos cuando fue como hablamos siempre, de toda la vida. Es como que al venir aquí quisimos cambiar eso por si parecía algo de paletos u ordinarios. La oficialidá es importante y tienen que oficializarse las dos, el asturiano y el gallego-asturiano. Me gustaría que se pudiese normalizar en otros ámbitos. Por ejemplo, en los carteles de fiestas de la zona, ¿qué cuesta poner el nombre del pueblo en las dos lenguas?

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