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El arreglo del "Elogio" usará nanotecnológica para evitar el filtrado de agua a la escultura

Los técnicos aplicarán a la pieza una capa protectora "cada cinco o diez años" tras extraer las sales que corroen el acero de su estructura

Aspecto que presentaba el «Elogio del Horizonte» el pasado viernes tras la primera fase de los trabajos en la parte baja de la estructura. | Juan Plaza

La restauración del "Elogio del Horizonte" supondrá un derroche de innovación. Implicará, entre otras acciones, recubrir toda la superficie de la obra con una pasta de papel húmeda y absorbente para sacar las sales que hay en su interior, así como rociar con un producto hidrofugante imperceptible a la vista, pero dotado con nanotecnología para evitar la filtración del agua de la lluvia. También un trabajo de reconstrucción donde hay desprendimientos y la reposición de las barras de acero, los "nervios" de la obra de Chillida, que se hayan corroído con el tiempo. El que es uno de los mayores símbolos de Gijón afrontará el año que viene el mayor arreglo de su historia, siguiendo un plan pionero en el que, gracias a un proyecto de investigación financiado por la Unión Europea, han participado expertos de todo el mundo y que tendrá un objetivo casi poético: lograr que la obra que encara al Cantábrico envejezca con dignidad.

"El ‘Elogio’ está concebido para que sus colores vayan evolucionando con el tiempo. En su masa de hormigón hay virutas de acero para que haya pequeñas oxidaciones que lentamente colorean su superficie. No podemos volver hacia atrás algo que Chillida quería que pasase". Así enuncia Lorenzo Fernández-Ordóñez, el arquitecto que capitanea el arreglo, y cuyo padre, José Antonio, llegó a trabajar codo con codo con Chillida. "Lo que el autor no quería es que los daños fueran tan importantes que impidieran disfrutar de la obra", añade el experto para ejemplificar que lo que busca esta acción es frenar el deterioro de la escultura. No dejarla como nueva.

Para saber cómo hacerlo, se ha hecho un diagnóstico previo. Gracias al proyecto "Innovaconcrete", el arquitecto y su equipo han tomado datos y realizado pruebas sobre la superficie de la escultura muy detallados. A su vez, de estos datos se generaron modelos informáticos de la estructura química del hormigón para validar los tratamientos, que se probaron primero en laboratorio y sobre el "Elogio". "Medimos su comportamiento casi tres años para validar su idoneidad", remata Fernández-Ordóñez. Así se pudo saber que la causa principal del deterioro es un ataque de cloruros. "Esto se produce cuando dentro de la escultura entra agua con sales y estas tocan las barras de acero que, a su contacto, se corroen, oxidan, se expanden y por último rompen el hormigón que las cubre", explica el arquitecto. La mayoría de las barras afectadas está a dos o tres centímetros de profundidad. O sea, las más superficiales. "Es un proceso que se puede detener", apostilla.

Lo primero que se hará es desalar la superficie del "Elogio". O sea, sacar las sales que hay en el interior. La forma de librar de estos minerales a la escultura será muy curiosa. Básicamente, se cubrirá la escultura, que deberá estar seca, con una pasta de papel humedecida con agua. La idea es que el hormigón chupe ese agua y que esta, dentro de la escultura, disuelva las sales. Una vez finalizado este proceso, la pasta de papel, que será similar a una compresa, será tan absorbente que, al quedarse seca, volverá a extraer el agua del interior llevándose de paso las sales diluidas en ella. "Esto se tendrá que repetir varias veces y se tiene que ir haciendo trocito a trocito de la escultura. Hay zonas que no están tan afectadas, pero es bueno hacerlo en toda la superficie. Eliminar esas sales es un elemento de seguridad", concreta el arquitecto.

A partir de aquí se activa la segunda parte del plan. Es decir, aplicar un hidrofugante para impedir que vuelva a calar el agua, y por tanto las sales, dentro del "Elogio". Con ello, se frenaría el deterioro. Hay varias maravillas aquí. "Vamos a usar unos hidrofugantes con nanotecnología. Serán como una red que no dejarán pasar el agua de la lluvia, pero sí el vapor de agua. De esta forma, el agua que hay en el interior de la masa puede salir a la atmósfera, pero no entrar a la escultura", detalla Fernández-Miranda.

Respeto a la idea original

La aplicación del hidrofugante se hará tratando de no alterar ni un ápice los colores del "Elogio", respetando su idea original. "El problema que teníamos es que la mayoría de los productos que hay en el mercado elevan el tono de la escultura. Eso nosotros no lo queremos. Queremos que el tono se quede como está, sin parecer que está mojada", apunta el profesional. Las bondades del hidrofugante no serán eternas. Es decir, habrá que volver aplicarlo cada cierto tiempo. Ello contribuirá de paso a que no haya que volver a desalar. "La mayoría de estos productos suelen durar entre cinco y diez años, pero el coste de volver a aplicarlo es mucho menor que el de la restauración que se va a acometer. Además, la logística es más sencilla", remata Fernández-Ordóñez.

La logística para desalar será lo más complicado de todo el proceso. Hay que recordar que la obra de Chillida está al borde del cerro de Santa Catalina, muy cerca de un pronunciado acantilado. Y que la escultura tiene una altura de diez metros. Eso es lo que se espera que encarezca una actuación que se aplicará a los presupuestos del 2023. La previsión del Ayuntamiento, que ha expresado su compromiso total, es poder licitar en primavera. Esta actuación se suma a una ya realizada en la parte inferior de la obra, afectada por las pintadas, donde se ha recuperado el color original y se ha aplicado una capa a prueba de grafitis.

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