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El "calvario" de la vuelta al cole en la zona rural: "Voy con tres niños y un carricoche por el arcén"

Familias de Poago denuncian el precario servicio del transporte escolar: "La parada siempre fue delante de casa y ahora la ponen a un kilómetro"

Por la izquierda, Izan Rodríguez, Marcos Huergo, Aida Seiz, Hugo Rodríguez, Miriam López, Manuel Rodríguez, Bárbara Rodríguez, Irune Liñares, Lolo Pascali y Ángel Mauro, en el entorno de la iglesia de Poago. | Marcos León

El servicio del transporte escolar en la zona rural continúa irritando a los residentes. Varias familias de la parroquia de Poago, en la que hasta quince niños dependen del autobús para acudir en hora a sus clases en el colegio Montiana, denuncian la "escasa" calidad del servicio, dependiente del Consorcio de Transportes de Asturias (CTA). Además de en Poago, varias familias de Serín, San Andrés, Veriña y Monteana también se han visto afectadas durante el último tramo del pasado curso. "Tengo que ir a la parada que me marcan caminando por una carretera sin arcén con tres niños y un carricoche. No hay derecho, es un calvario", clama Bárbara Rodríguez, residente en el camino de los Castañales (Poago). Otra de las afectadas, Aida Seiz, se muestra en la misma línea: "Hay días que vamos lloviendo y caminando por una vía en la que hay una rasante de visibilidad reducida. Es un peligro cruzar con los niños así, puede ocurrir una desgracia".

Los cambios en el itinerario del autobús escolar, según señalan las madres afectadas, han llegado con el nuevo curso. "El primer día de clase recogieron a los niños delante de casa, donde siempre se subieron al bus. En ese mismo momento me avisaron, sin dar más explicaciones, que al día siguiente tenía que ir a la nueva parada", comenta Bárbara Rodríguez, madre de Izan, de 11 años; Hugo, de 8; Marcos, de 5, y un bebé, Manuel. En su caso tiene dos opciones de parada. Y las dos le quedan algo lejos de su domicilio. La más cercana, a unos 800 metros es, según comenta, la de más difícil acceso; la segunda, a un kilómetro, es por la que suele optar. "Tan solo reclamamos que vuelvan a estar las paradas como antes. Hemos preguntado los motivos de los cambios y nos han dado mil excusas, que si el camino es peligroso, que si la gasolina...", apunta Bárbara Rodríguez.

Aida Seiz es la madre de dos niñas, Naiara, de 11 años, e Irune, de 3. En su caso, el cambio de itinerario no ha trastocado tanto su rutina (le queda la parada a 200 metros de su domicilio), pero sí reclama "un mejor servicio". "Esperamos por el autobús donde nos mandan, pero hasta que no llega no sabemos si lo que viene es un bus, un taxi o una furgoneta. Ya ha pasado en varias ocasiones que no caben todos los niños y te dicen que hay que esperar a que vayan al colegio y el conductor dé la vuelta para hacer otro viaje", denuncia Seiz.

Ya han mostrado sus reclamaciones, al igual que más familias de otras parroquias, al centro escolar, según explican. Y hasta tenían previsto realizar una concentración invadiendo la carretera para frenar el paso del bus, pero "no han autorizado". Mientras, la vuelta al cole se les seguirá haciendo cuesta arriba.

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