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La figura de la semana José Manuel Peliz Delgado Delegado del equipo de natación del Santa Olaya

La sonrisa magnética del Santa Olaya

Alegre y simpático, come todos los días con su madre, tiene origen cubano y un gemelo con el que, alguna vez, se ha dado el cambiazo

José Manuel Peliz

José Manuel Peliz entró una vez en el Santa Olaya cuando tenía cuatro años y ya nunca más se marchó. Cuentan por los pasillos del club que es más del Oly que el escudo. Y que en la entidad del Camino del Lucero ha sido y es todo. Cursillista, nadador, entrenador y ahora delegado del equipo de natación y miembro del cuerpo técnico. Dicen, en broma, que le falta ser presidente. José Peliz es, en esencia, la gran sonrisa que tiene el Santa Olaya, una entidad que, tras los complicados años de la pandemia, afronta una etapa de ilusión.

Peliz es un tío con esencia y magnetismo. Una persona con la que bastan apenas unos 15 minutos, lo que más o menos duró su pregón durante las fiestas de este año, para percatarse de que tiene un halo especial. Una bondad contagiosa. Le describen como alegre, simpático, sociable y siempre dispuesto a echar una mano en todo. El clásico hombre de club. Alguien que entiende el Santa Olaya no como un conjunto de edificios, sino como un equipo. Y como parte de una identidad. "Cada brazada que damos es de todos", dijo en el pregón a modo de mandamiento fundamental.

Peliz, que pasó su infancia en la calle Lealtad y quiso dejar de estudiar en el Corazón de María para hacerlo en el colegio Atalía, lleva El Natahoyo, su barrio, por bandera. Pero sus raíces no hay que buscarlas en la avenida de Galicia o en la calle Mariano Pola sino muy lejos, en el Caribe, concretamente en Cuba. De La Habana es su madre, Dulce María Delgado Pérez, a la que todos conocen cariñosamente como "Mami". A hacer las Américas se fue su padre, Sabino Peliz, y allí se conoció el matrimonio y tuvo a la mayor de sus hijas, Esmeralda. José Peliz es, por cierto, el pequeño de los tres, pero por cuestión de minutos. Su hermano gemelo, Javier, nació un poco antes que él.

José Manuel Peliz Mortiner

José Peliz nació en Gijón, poco tiempo después de que su familia decidiera regresar a España, en 1971. Corren ahora tiempos convulsos en Cuba, pero a mediados de la década de los sesenta, con Fidel Castro recién llegado al poder, la isla tampoco era un remanso de paz. Se volvió primero su padre, que cogió el bar La Barca, hoy en ruinas en el número 1 de la avenida Galicia. Y un año después, hicieron el viaje Esmeralda y "Mami". José y Javi nacerían después. Y pasarían todos ellos mucho tiempo en ese negocio, en largas comidas familiares y cenas, entre servicio y servicio. Un clásico con mucha vida.

Peliz quiso hacer natación y se apuntó al Santa Olaya. No fue, él mismo lo reconoce, un gran nadador. Sin embargo, la piscina es prácticamente su vida. El agua es su gran afición, aparte de las escapadas a Galicia a un apartamento que tiene en esa comunidad. Peliz no solo es un tipo entrañable sino que es extremadamente familiar. Come todos los días con su madre. Sin excepción. Por cierto, "Mami" fue, junto a Rosa San Martino, la primera mujer directiva del club. Y es que en la familia Peliz, lo del Oly es una cuestión que se lleva en la sangre.

Hay una buena ristra de películas que han aprovechado el tirón de poner a dos gemelos en pantalla. Están llenas de divertidas anécdotas, pero lo que tiene el cine es que siempre suele ser superado por la realidad. Y entre los Peliz se han dado casos que harían las delicias de cualquier avezado director de comedias. Lo de darse el cambiazo es algo que de vez en cuando han hecho. Javier Peliz, que lo suyo no fue la natación sino el fútbol, tiene una hija mayor y uno pequeño. Pues bien, a la hora de registrar a la chica no se le arreglaba por cuestiones de trabajo. ¿Quién fue por él a estampar su firma al juzgado? La respuesta queda en el aire, pero a buen entendedor...

Hubo alguna otra situación delirante. Relatan en su familia que alguna vez el bueno de José Manuel tuvo que marcharse de un conocido pub porque casi le zurran. Si bien, el blanco de las iras no era otro que su hermano, idéntico. Son gemelos para lo bueno y para lo malo, dicen sus allegados, entre risas.

Peliz tiene tres sobrinos a los que quiere con locura. Y dos perros: "Lola" y "Gustavo". Pero además de su familia de sangre, cuenta con la gran familia del Santa Olaya, que se quedó muy tocada este año con el fallecimiento de José Luis Sánchez "Josín", a quien todo el club idolatraba. Su hueco no se podrá llenar, pero la ausencia se hace más llevadera gracias a la eterna sonrisa de Peliz.

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