El barrio de El Polígono, la "milla de la Educación"

Si por algo sobresale el barrio de El Polígono es por su oferta educativa. El "minicampus" gijonés, con cinco centros (Escuela de Educación Infantil Alejandro Casona, Colegio Evaristo Valle, IES Rosario de Acuña, IES Número 1 y Escuela Oficial de Idiomas) repartidos en un espacio físico insultantemente reducido, representa un desahogo para las familias. La proximidad entre los equipamientos les permite a sus hijos cumplir los ciclos formativos sin necesidad de desplazarse, un aspecto que "se valora mucho", como asegura Vanessa González, directora de la Escuela Alejandro Casona, que acoge a 110 alumnos. "En las jornadas de puertas abiertas, al hablar de los centros adscritos, se dan cuenta de que se pueden hacer varias etapas educativas en un mismo círculo", explica.

Además de para los potenciales alumnos, la cercanía entre los equipamientos supone una ventaja para los propios centros, que no dudan en establecer lazos para mejorar su funcionamiento. "Las colaboraciones son continuas", apunta Juan Ignacio Martín, director del IES Número 1, el más concurrido de la ciudad con alrededor de 2.500 estudiantes a sus espaldas. Martín lamenta la dificultad existente para la puesta en marcha de una de las iniciativas comunes planteadas: una zona libre de humos. No obstante, las sinergias afloran por todos lados. El Número 1 y la Escuela Oficial de Idiomas acostumbran a realizar intercambios de aulas, sin olvidar la participación de la asociación vecinal de El Polígono, otra locomotora de la actividad en la zona. "Todos bebemos de la misma filosofía, que la escuela salga al barrio y el barrio forme parte de la escuela", remarca Raquel Álvarez, directora del IES Rosario de Acuña, que actualmente cuenta con 560 alumnos en sus filas.

El proyecto "Bienvivir en un barrio más sostenible", creado con el propósito de diseñar y poner en marcha actuaciones dirigidas a promover el bienestar físico y emocional de vecinos y familias de la zona, es el reflejo de la permanente cooperación entre los centros. En él confluyen el propio Rosario de Acuña, el Evaristo Valle y el Alejandro Casona. Al abarcar periodos educativos diferentes y complementarios, el trasvase de alumnos entre los tres equipamientos es una constante. "Solo se mueven para ir a la Universidad", bromea Álvarez, que señala la importancia de "aprovechar cualquier oportunidad que se nos preste". De hecho, ya se vaticinan acciones conjuntas para festejar el próximo Día del Libro, porque las conexiones no se detienen. "Somos vecinos bien avenidos", declara Tobit Fernández, director del Colegio Evaristo Valle, que alberga a 250 estudiantes de Primaria y que tampoco descuida sus iniciativas a nivel interno, como con el proyecto "Los pinceles del Evaristo".

Rodolfo Fernández, secretario de la Escuela Oficial de Idiomas, resalta que, en primavera, representantes del centro acuden a los espacios colindantes para informar sobre la oferta educativa, una muestra más de las alianzas que se instauran. "También el Evaristo Valle nos enseña cuando tienen novedades informáticas", manifiesta el secretario de un espacio que atiende a casi 1.750 estudiantes. "Se complementa con nuestra oferta de Formación Profesional", sentencia el director del IES Número 1. Mientras, Tobit Fernández ensalza la relevancia de "coordinarse" con los demás centros para dinamizar tanto la actividad particular de cada equipamiento como la colectiva. "Así es más rico para todos", sostiene Raquel Álvarez, que argumenta que "la población a atender es la misma", de ahí que sea pertinente fomentar vínculos.

Pero hay un problema común: el ruido que genera la autopista en la zona de influencia de las instalaciones. En ocasiones entorpece las labores del profesorado en sus docencias. "Ya estuvimos trabajando en ello con el Ayuntamiento", anuncia Juan Ignacio Martín, que considera fundamental la cooperación para el éxito formativo de los estudiantes, muchos de los cuales transitan de un centro a otro en función del curso que le toque en su camino. "Las familias se quedan muy tranquilas, no hay apenas tráfico en la zona y eso da más seguridad", proclama Álvarez. "Vamos heredando alumnos unos a otros", comenta Martín.

Los directivos de los cinco equipamientos ponderan el compromiso municipal con el desarrollo y el funcionamiento de los centros. "Tanto en cuestiones de movilidad como en otro tipo de obras nos consultan cuando hay proyectos sobre la mesa y escuchan nuestras peticiones", afirma Vanessa González, una de las caras visibles de la "milla de la educación", con sede en El Polígono. Aunque parezca inverosímil, un pequeño estudiante puede avanzar por diversas etapas formativas sin salir del barrio. El "solo se mueven para ir a la Universidad", si bien suena algo exagerado, encierra una realidad inapelable, que El Polígono es un foco de formación referente en Gijón y que, unidos, todos son más fuertes.

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