El Club Marítimo Astur busca navegantes: la situación de una emblemática entidad gijonesa
La sociedad, con una gestora, medio centenar de socios y actividad solo en el local de la sede, echa en falta el relevo generacional para recuperar su fuerza

Por la izquierda, Antonio Pérez, Jorge Malo y Justino Miravalles, a las puertas del local social del Club Marítimo Astur. / Ángel González
M. C.
Fundado hace 43 años por doce aficionados a la pesca deportiva desde embarcaciones de recreo, el Club Marítimo Astur ha pasado en poco tiempo de controlar de facto la gestión del puerto deportivo y de organizar regatas y campeonatos, a ceñirse exclusivamente a la actividad de su local social, en el número 15 de la calle Rodríguez San Pedro, que frecuentan los alrededor de 50 socios que permanecen en un club que en 2006 llegó a contar con 316. La entidad adolece de falta de relevo generacional, pese a que los veteranos del lugar indican que las puertas están abiertas a la incorporación de nueva sabia. Aseguran que reina el buen ambiente y que disfruta de una situación económica saneada gracias a la concesión del restaurante que hay en la planta baja del local.
Al frente del club hay una comisión gestora desde el pasado mes de marzo, cuando no se presentó ninguna candidatura a las elecciones, manteniéndose en esa condición los anteriores directivos. Justino Miravalles, uno de los socios más veteranos e integrante de esa gestora, recuerda la larga historia de un club "ligado al mar", pero al que se puede acceder sin ser propietario de una embarcación de recreo. Ese es su caso, después de que el año pasado vendiera su lancha por las dificultades para manejarla a sus 74 años.

Dos socios, comiendo en el restaurante del Club Marítimo Astur. / M. C.
La falta de relevo generacional la resalta otro de los veteranos, Jorge Malo. "De los 25 socios que participamos en la última comida, el pasado lunes, sólo yo tenía menos de 70 años; era el más joven, con 68", cuenta. Antonio Pérez, de 72 años y otro de los habituales en las tertulias del local social, relata que, cuando él se asoció hace ya más de tres décadas, "pagábamos 200 pesetas al año" por fondear las embarcaciones en lo que entonces ni siquiera era un puerto deportivo. "Hoy, la misma embarcación, incluyendo el seguro y la varada, sale por 4.000 euros al año. A eso, añádele las averías, el gasoil, los aparejos y las cañas para pescar", dice. Algo que "no se pueden permitir muchos jóvenes".
El declive de la náutica ha llevado a la desaparición de algunos clubes españoles, como el de Vigo, apunta Miravalles. En el caso del Club Marítimo Astur no se ha llegado a ese extremo, pero con los años, se ha ido perdiendo socios en la entidad náutica con más solera en Gijón, tras el de Regatas. "No sabemos por qué se fueron muchos. Algunos preguntaban qué damos al que se asocia. Quedamos los románticos", añade Miravalles.
En sus mejores años, el club fue ganando masa social, en especial con aficionados a la pesca deportiva, cuyos hijos además empezaban a entrar por el mundo de la vela. La entidad tuvo a lo largo de su historia varias sedes sociales, en distintos locales próximos al puerto deportivo, hasta que adquirió la actual, que remodeló a principios de este siglo para habilitar el sótano como oficina y un local para reuniones. Por aquella época, también comenzó a abrirse al público en general el restaurante de la planta baja, hoy regentado por Trini Llera Blanco, y que antaño era de uso privativo para los socios.

La planta baja de la sede de la entidad, en la calle Rodríguez San Pedro. / M. C.
"En la primera etapa del club no teníamos ni pantalanes. Fondeábamos primero en la dársena interior, luego en la de Fomentín y al final en la de Fomento. Los fondeos los gestionaba el club y para entrar y salir de la embarcación teníamos que recurrir a una lancha auxiliar, en la que nos llevaba un botero", explica Justino Miravalles. "También teníamos un puntal para sacar a tierra las embarcaciones para su mantenimiento anual", señala.
El club llegó a controlar la gestión del puerto deportivo de Gijón cuando se privatizó, a través de una sociedad minoritaria en la UTE adjudicataria, que era la que llevaba la batuta en los aspectos náuticos. Una situación de la que quedó orillado con el cambio de socio principal de esa UTE, en la que aún mantiene el 20%.
Miravalles relata que la entidad dejó de organizar regatas y campeonatos de pesca hace más de un lustro, al no recibir más subvenciones y perder patrocinadores. Una falta de actividades que acentuó la pérdida de socios. Entre otras regatas recuerda la "Copa Amerika". "Se hacía hasta Lastres, donde acabábamos todos en un bar cuya dueña se llamaba América; aquello era una fiesta", indica. Recuerda también los concursos de pesca a nivel nacional, entre ellos, el de bonito. "Volver a organizar actividades deportivas sería la mejor forma de recuperar masa social, pero eso no se puede hacer sin gente joven", agrega Miravalles, que resalta que el club, con una cuota anual de 300 euros, tiene sus puertas abiertas. Uno de los últimos socios en darse de alta fue un vecino de Burgos que decidió comprar lancha y luego piso en Gijón y que llegó a través de un amigo. Una excepción en los últimos tiempos para un club que añora recuperar el esplendor de antaño.
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