El estirón del presupuesto municipal: 42 millones más que en las cuentas de 2017

El gobierno local busca sacar adelante el proyecto de cuentas en un escenario preelectoral de tensión política y crisis económica

La fachada principal de la Casa Consistorial. | Juan Plaza

La fachada principal de la Casa Consistorial. | Juan Plaza / R. Valle

R. Valle

Pasadas las celebraciones navideñas, llega el momento de pisar el acelerador desde la Casa Consistorial para sacar, o por lo menos intentarlo, el nuevo presupuesto municipal de 2023. Al Consejo Social, el lunes, y a los consejos de distritos, el martes y el miércoles, lleva la edil de Hacienda, Marina Pineda (PSOE), un proyecto de 269.354.672 euros, el más cuantioso de la historia local. Una cifra que se eleva a 369.473.042,90 euros en el denominado presupuestos consolidado, que vincula las cuentas del Ayuntamiento con las de sus organismos autónomos y las empresas municipales. Otra cifra de récord. Esos son los números. ¿El escenario? Una crisis económica de la que Gijón no es ajena y una situación de tensión política con las elecciones a la vuelta de la esquina.

Si el gobierno local consigue los apoyos suficientes en algún partido de la oposición para que en el Pleno salga aprobado este presupuesto– "no hace falta que aplaudan o voten a favor, con que un grupo se abstenga, basta", fue el mensaje que les envió Aurelio Martín (IU) desde el gobierno al resto de los partidos en el minuto uno– supondría tener este año 22 millones más de partida respecto al presupuesto del año pasado, que fue de 247 millones.

Presupuesto gijon

Presupuesto gijon

Ese es el crecimiento en una comparativa de corto recorrido. Pero si la vista va un poco más atrás se puede observar un crecimiento de casi 42 millones –en concreto 41.972.163 euros– entre esta propuesta económico que cerraría el mandato del gobierno de Ana González y los 227,3 millones del presupuesto de 2017, el último aprobado durante el anterior mandato con Foro en el gobierno. Sobre este presupuesto el equipo de la alcaldesa Carmen Moriyón tuvo que aplicar las prórrogas con la que el Ayuntamiento transitó los ejercicios económicos de 2018 y 2019 y que rebajaron el presupuesto municipal a 202,1 y 199,9 millones de euros, respectivamente. Ese presupuesto de 2017 se aprobó con los votos a favor de los ediles de Foro y PP, el no de Ciudadanos y PSOE y la determinante abstención de Xixón Sí Puede (la marca local de Podemos en ese momento) e IU, que veían como el documento sacaba adelante la propuesta de ayudas a las familias para compras en el comercio local que se denominó popularmente renta social.

Aunque de vivir en prórroga presupuestaria tampoco se salva el actual gobierno. Ya le tocó en 2021 cuando el covid imposibilitó al equipo de Hacienda cuadrar las cuentas y se optó directamente por no hacer un presupuesto nuevo. Fueron 207,8 millones prorrogados sobre los 233 del presupuesto de 2020. Ese presupuesto como luego pasó con el de 2022 salió adelante gracias a la abstención de Podemos-Equo. De hecho, ahora mismo, el Ayuntamiento se rige por un presupuesto prorrogado en base a una resolución de Alcaldía firmada el día 19 del mes pasado y con entrada en vigor el uno de enero. La prorroga garantiza unos gastos de 220,2 millones sobre los 247 del año pasado. Casi a cero quedan las partidas de inversiones reales y transferencias de capital.

Sin ordenanzas fiscales

La intención del gobierno es tener la aprobación inicial del nuevo presupuesto en febrero para poder dar el estirón a los 269,3 millones de golpe. Si todos los años es importante para un ayuntamiento tener un presupuesto aprobado, este año, y para el de Gijón, es aún más importante. ¿El motivo? La millonaria financiación europea que va a recibir Gijón. Un dinero que exige una cofinanciación municipal y un cumplimiento de plazos y obligaciones si no se quiere tener que devolverlo.

La necesidad de ejecutar los proyectos aprobados en convocatorias del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia ha sido uno de los grandes condicionantes a la hora de diseñar las nuevas cuentas municipales. Y razón para que se hubieran demorado tanto como para trasladar a enero su negociación política y su tramitación formal. No fue el único problema para cerrar las cuentas. Los responsables de Hacienda han tenido que buscar la cuadratura del círculo para ajustar un presupuesto donde la evolución del gasto corriente era superior a la del ingreso corriente. Tanto por las subidas de las nóminas del personal público marcadas desde Madrid como por las subidas de los precios que ha traído la inflación.

Al gobierno local tampoco le ayudó a hacer el presupuesto no haber sacado adelante unas ordenanzas fiscales que incluían varias subidas, sobre todo las del precio de la factura del agua y la recogida de basura. Esa vía de incremento de ingresos se la cortó de raíz la oposición. La misma que puede dejar al gobierno sin presupuesto para 2023. El antecedente es poco esperanzador y el escenario complicado. No juega a favor de conseguir apoyos políticos el más que limitado margen de maniobra para hacer cambios de un presupuesto ajustado al milímetro. Tampoco que haya unas elecciones en mayo. Ahora toca negociar.

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