De viaje con Jovellanos | Viaje Gijón - León en 1792 (IX)

Visita a Bembibre y su castillo en ruinas

La construcción, ya desaparecida, fue destruida por los franceses pocos años después del paso del prócer, en plena Guerra de la Independencia

Reconstrucción hipotética del castillo de Bembibre.

Reconstrucción hipotética del castillo de Bembibre. / Pablo Vázquez Otero

Pablo Vázquez Otero

Pablo Vázquez Otero

Nuestro protagonista salía de Astorga tras visitarla con profusión y su camino proseguía porque volvía hacia Asturias, pero aún quedan muchas cosas que ver, observar y dejar reflejado en su Diario.

Y así, con el viaje reiniciado, dice lo siguiente: "Desde el camino, y en una altura más allá de Bembibre, se descubren las ruinas de un antiguo castillo, y en el pueblo otra fortaleza también arruinada. Mesón nuevo, aún no habitado ni acabado de construir; es harto grande y cómodo, aunque no me pareció bien construido. Hay también linos. Dícese que el diezmo sólo de esta hortaliza vale cien ducados al cura. Vale el curato quince mil reales de renta. La villa pertenece al duque de Uceda".

Tema casi arqueológico el que nos propone aquí Jovellanos cuando pasa por Bembibre, y es que se refiere a lo que él ya define como ruinas de un castillo. Y efectivamente hubo castillo y con una estructura más que interesante. Sin duda la mención más antigua es del año 1354, y sería el testamento escrito por Inés de la Cerda, que fue Señora de Bembibre, y que huyendo de la peste se desplazó a Bembibre donde residió algunos años. Aunque fue otro Señor de Bembibre, que en este caso sería el primer conde de Alba de Liste, Enrique Enríquez de Mendoza quien le dio una importante transformación en el siglo XV. El título de conde de Alba de Liste lo concedió por primera vez el rey Enrique IV en 1459 a este Enrique Enríquez por las hazañas guerreras que desarrolló luchando contra los portugueses y frente al reino nazarí de Granada. El castillo, tras estudios varios de carácter documental y gráfico, y excavaciones arqueológicas se ha ido recreando y seguramente constaba de dos torres en la fachada principal, que miraba hacia el este, y con la particularidad que ambas torres no eran del mismo tamaño. La más monumental era la torre del Homenaje con tres pisos de altura. En la puerta de entrada se abría un arco flanqueado por dos escudos, donde se veían las armas de los Alba de Liste. El castillo tenía otra torre con la denominación curiosa de Torre de la Duda. Según la leyenda el quinto hijo del primer conde de Alba de Liste se casó con una mujer llamada María de Figueroa. Esta fue encarcelada y asesinada por su propio esposo por supuestas infidelidades, pero nunca probadas, de ahí el nombre que pervivió hasta hoy de la Duda. El escritor Vasco de Aponte en su obra "Relación de algunas casas y linajes del reino de Galicia" relata esta leyenda así: "este Don Enrique era de sangre real, y no se si tuvo razón si no llevando a su mujer para Castilla. Matola dentro del Castillo de Bembibre, y no vino más para Galicia; quedó de ellos una hija, llamábase Doña Juana, que heredó toda la hacienda".

Pero ojo con el castillo porque fue protagonista cuando ya estaba en ruina, como nuestro viajero lo vio, ya que unos pocos años después, en plena Guerra de la Independencia, para ser exactos, en enero de 1809 un grupo de soldados ingleses de un ejército bajo el mando de Sir John Moore, que combatía con los españoles contra las tropas napoleónicas, se vio atrapado en las ruinas que quedaban del castillo. En aquel enfrentamiento a la desesperada y con varias bajas por el medio, los franceses no se anduvieron en pequeñeces e hicieron explosionar el castillo con los ingleses allí atrincherados. Si ya eran ruinas esto fue un golpe definitivo.

Hoy, en la actual Bembibre se conserva una plaza llamada del Palacio donde se ubicaba el castillo, del cual solo pervive un muro a la vista.

Añade Jovellanos en su Diario lo que sigue: "Salida a las cuatro y media; buen trozo de calzada, con algunos árboles buenos. Regular camino hasta San Román de Bembire. San Miguel de las Dueñas; aquí un monasterio de monjas bernardas; iglesia de buena y sencilla arquitectura, pero malísimos retablos; coro espaciosísimo; el edificio no grande y moderno".

Jovellanos en este trozo de camino, tras salir de Bembibre, se topa con algo que hoy existe y es San Miguel de las Dueñas, monasterio femenino de la Congregación de Monjas Cistercienses de San Bernardo. La parte que mejor se conserva en la actualidad, que sigue siendo convento de clausura, es la que data del XVII y el XVIII, precisamente la que vio nuestro viajero. Iglesia, portería, la Casa de la Confesoría o la de los Capellanes formaban el proceso constructivo del monasterio. Pero el texto más antiguo que se conserva y cita este lugar sacro, es el que está datado en el 998, y se nos dice que el rey Bermudo II, sucesor de Ramiro III, castigó con dureza a un tal Don Gonzalo y le confiscó sus bienes por el levantamiento que éste le había hecho desde el castillo de Luna, pues uno de los bienes era el monasterio que puso en manos del mítico Sampiro a la sazón futuro obispo de Astorga. En origen se llamaba monasterio de Almázcara por la población, pero en 1152 fue cuando la infanta D. Sancha Raimúndez, hermana de Alfonso VII, restauró el lugar y fijó en él una comunidad de monjas bajo el control de los abades del Monasterio de Santa María de Carracedo. En el siglo XIII el convento quedó bajo la jurisdicción de la orden de San Bernardo y recibió la denominación que aún hoy persiste de San Miguel de las Dueñas.

A pesar de las palabras poco cariñosas que Jovellanos vierte hacia los retablos de la iglesia podemos decir que la pieza más destacada del conjunto es precisamente ese retablo que preside el altar mayor. Como bien sabemos Jovino no era un gran amante de estas formas barrocas y así lo manifiesta continuamente, aún así como digo este retablo datado hacia el 1700 y que se cree es obra del artista berciano José de Ovalle es la pieza clave del conjunto monástico, y destaca el espacio central, con la talla de Nuestra Señora la Asunción que a los lados lleva a dos santos, Benito y Bernardo cómo no podía ser de otro modo.

El camino prosigue y Jovellanos escribe esto: "Cruel bajada a la vega de Ponferrada. En ella se ven las aguas del Sil, que reciben todas las que fluyen de un círculo de alturas a las vegas que atravesamos hoy, y las que bajan de la parte de Galicia, y del conocido origen de este río. Grandes montañas que, unidas a las de Asturias y, corriendo de norte a poniente, reciben hacia él estas aguas por la fauce que se abre el Sil, y continúan corriendo a oriente y mediodía, representando una gran taza; señales de grandes derrumbamientos; nieve en las alturas que corren por el mediodía y miran al norte. Llegada al mesón: infelicísimo, y además ocupado el cuarto por el conde de Troncoso, que llegó antes; a casa de D. Antonio Blanco, donde me ofrecen cama y acepto; vamos a cena".

Evidentemente estar en Almázcara y San Miguel de Dueñas implica estar a las puertas de la vieja Pons Ferrata, es decir Ponferrada. Aquel día le permitirá a Jovellanos descansar del viaje porque la parada es muy breve ya que apenas unas horas después, de madrugada, reiniciará el camino que le lleva a un punto de gran interés artístico e histórico, el monasterio de Carracedo.

Nos habla, antes de llegar a Ponferrada, del río Sil, auténtico elemento vertebrador de esa zona del Bierzo y es que no puede ser de otro modo porque ese nombre citado de Pons Ferrata viene precisamente del puente de granito y hierro que el obispo Osmundo mandó construir en 1082 para salvar las aguas del Sil. Este río es afluente del Miño y tiene unos 234 kilómetros de longitud pasando por las provincias de León, Ourense y Lugo. Joya natural de esta zona sin duda.

Y en Ponferrada duerme don Gaspar en un edificio que aún existe, era la casa de una de las grandes familias de la ciudad, los Blanco, hoy hotel en la plaza del Ayuntamiento. Allí pernocta y lo que acontece a posteriori lo vemos en el próximo capítulo.

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