"Era como un hijo, me llamaba papá", dice el acusado de matar al niño de su pareja

Los médicos concluyen que la causa de la muerte del pequeño "fue un zarandeo" | "Nunca se quejó, lo trataba bien", indica la madre

El acusado, de espaldas, al inicio de la vista oral que se celebró ayer en el Palacio de Justicia.

El acusado, de espaldas, al inicio de la vista oral que se celebró ayer en el Palacio de Justicia. / Ángel González

Gabriel CuestaG. C.

"Nunca zarandeé al niño, lo cuidaba y quería como a un hijo. Bajaba al parque con él, le cambiaba, le bañaba... Se dirigía a mí como ‘papá’". El acusado de matar al hijo de su pareja, un hombre nacido en 1990 que responde a las iniciales R. V. B., defendió ayer su inocencia durante el juicio en el que se le acusaba de cometer un homicidio imprudente por, según defiende la Fiscalía, zarandear al pequeño en la mañana del 3 de junio de 2021, cuando se quedó a solas con el menor durante varias horas en su domicilio de Ceares antes de que ingresara en el Hospital de Cabueñes. Por su parte, los peritos coincidieron, a excepción del aportado por la defensa, en que las lesiones que causaron la muerte del niño tuvieron que producirse por un "zarandeo fuerte durante la misma mañana de los hechos", como reiteró un médico de la UVI pediátrica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

Antes, el acusado ofreció su relato del día de los hechos, que se produjeron en la vivienda que compartía con la madre, su actual pareja, y el pequeño de 23 meses en la calle Francisco Carantoña. Según su testimonio, a las 07.30 horas de la mañana la llevó al lugar de trabajo en su vehículo, en el que también viajaba el menor. Posteriormente, regresó a su casa. En ella acostó al bebé, al que cambió "dos veces de pañal y le di un biberón", mientras hacía "tareas del hogar". Explicó que, cuando llegaron los abuelos maternos hacia la una de la tarde, le taparon "porque tenía las manos frías y fueron al salón".

Al poco tiempo, comenzó "a quejarse". Acudieron a la habitación y observaron que tenía "la mirada perdida" y que, al levantarlo, "no se le sujetaba la cabeza y le costaba respirar". Fue entonces cuando llamaron a la madre del niño, quien avisó al SAMU, que lo trasladó al Hospital de Cabueñes, donde fue intubado. Poco después, fue derivado al HUCA. Las lesiones produjeron al pequeño una encefalopatía con daño de tronco cerebral que provocó posteriormente su fallecimiento.

La versión del acusado contrastó con la conclusión de los peritos. El más contundente ayer en su testimonio fue el médico que atendió al menor en la UVI pediátrica del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). "Un niño no puede estar en el coche a las ocho de la mañana y a las dos de la tarde intubado sin que le haya pasado nada externo. El historial clínico no deja dudas de que la causa de la muerte del bebé se produce por un zarandeo fuerte que se tuvo que producir poco antes de que comenzasen los síntomas", dijo. Esta lectura la compartieron otros cinco sanitarios citados a declarar, entre ellos, el forense y las radiólogas encargadas de realizar varias pruebas al pequeño. Precisamente, el único que se desmarcó fue el especialista aportado por la defensa, un médico de Atención Primaria que no trató al niño fallecido y que ejerce en Palma de Mallorca, quien aseguró que el fallecimiento pudo haberse producido por "lesiones previas de menor índole producidas por zarandeos o golpes". De hecho, ese fue el principal argumento de la defensa.

Tanto la madre, quien también se personó como acusación particular, como la abuela materna corroboraron la versión del acusado y defendieron su buena relación con el bebé. "Nunca se quejó de él. Los meses posteriores a quedarse sin trabajo lo criaba como si fuera suyo junto a mis padres", defendió la primera, quien reconoció que "la relación no era buena" con el padre biológico, que cumplió cuarenta días de servicios comunitarios por un delito de violencia de género contra ella por el que se le impuso una orden de alejamiento, ni tampoco con la abuela paterna. De hecho, contaban con un régimen de visitas para alternar su cuidado y, según aseguró la madre, eran reiterados "los conflictos en las entregas" del menor.

La Fiscalía consideró que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia y mantuvo ayer la solicitud de un año de prisión. En concepto de responsabilidad civil, solicitó al acusado una indemnización de 15.000 euros por daños morales al padre y la madre, respectivamente. Un dinero que ya ha sido depositado por el acusado, por lo que la defensa solicitó añadir el atenuante de reparación de daño causado. Precisamente, la representación legal de la madre coincidió con la petición de la Fiscalía tras rebajar la petición de cárcel de dos años a uno. En cambio, la acusación particular ejercida por el padre biológico del bebé había pedido que el caso se considerase como un homicidio doloso, una petición que la Audiencia rechazó, por lo que solicitó finalmente dos años y medio de pena y una compensación económica de 90.000 euros. Por su parte, la defensa pidió la libre absolución del acusado. El juicio, celebrado en la sala 14 del Palacio de Justicia de Gijón, quedó visto para sentencia.

"A veces le oíamos quejarse a gritos de que no paraba de llorar", afirma un vecino

Los policías que participaron en el operativo de emergencia recogieron un testimonio significativo de uno de los vecinos del acusado. "A veces se oían gritos de un hombre quejándose de que el bebé no paraba de llorar", manifestó el hombre que vive en el piso superior. La declaración, según explicaron ayer en la vista varios agentes, se encuentra recogida en el informe correspondiente. También dio testimonio en la vista oral la pediatra del Sespa. "Todo era normal. No había ningún signo de alarma o maltrato. Tanto el padre como la madre se preocupaban especialmente de que su estado de salud fuera bueno, algo que asocié a su separación". En ese sentido, la madre biológica del pequeño explicó que su hijo se autolesionaba con juguetes o las esquinas de los muebles, "un comportamiento que puede darse en algunos niños y al que los pediatras no dieron mayor importancia", por lo que procedieron a poner en la casa protectores para evitar que se hiciese daño. Eso sí, aseguró que "a veces el niño tenía algún moratón" cuando volvía de estar con su padre. "Estaba más ‘repunante’ y parecía que tenía más hambre y le costaba dormir. No quería irse cuando lo buscaban", explicó. El padre defendió que "nunca maltrató" a su hijo y que "lo cuidaba y lo devolvía en buen estado", además de que "no quería irse cuando teníamos que devolverlo". Además, incidió en que nunca se le había transmitido que su hijo tuviese tendencia a lesionarse y defendió que tan solo se comunicaba con la madre "por mensajes de móvil". Además, añadió que conoció al acusado mientras realizaba servicios comunitarios. Por su parte, los padres del acusado ejercieron su derecho a no declarar.

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