Llanto en la hostelería por Javier Álvarez, "un empleado y una persona de once"

Natural de Madrid, el popular camarero fallecido en accidente llevaba en Gijón desde los 26 años y destacaba por su "carácter afable y atento"

El restaurante El Borne, ayer. |  En el recuadro, el motorista fallecido, Javier Álvarez González.

El restaurante El Borne, ayer. | En el recuadro, el motorista fallecido, Javier Álvarez González. / MARCOS LEÓN

Pablo Palomo

Pablo Palomo

"Era una persona alegre, afable, muy amigo de sus amigos. Siempre le gustaba estar rodeado de ellos". Así recordó ayer Joaquín Álvarez a Javier, su hermano, el popular camarero del restaurante El Borne, que falleció hace dos días tras sufrir un accidente de moto mientras subía la carretera de La Providencia. Javier Álvarez, que tenía 43 años, era el pequeño de cinco hermanos. Natural de Madrid, llegó a Gijón cuando tenía 26 años. Eligió venir a Asturias a buscar trabajo porque el Principado era el lugar en el que su familia pasaba los veranos, concretamente en Ribadesella. El mazazo por la pérdida no solo ha hecho mella en los familiares, también en la plantilla del restaurante en el que era el maître, es decir, el encargado. "Como persona y como trabajador era un once. Siempre estaba atento a todo", comentó Alejandro Galán, chef y propietario del restaurante ubicado en el centro de la ciudad.

La familia de Javier Álvarez veló ayer sus restos mortales en el tanatorio de Gijón-Cabueñes, en la sala 15. El dolor por la pérdida es enorme. "Un accidente al final siempre es algo que no te esperas. No es como una enfermedad que te puedes hacer a la idea", apuntó Joaquín Álvarez. Para hoy, está previsto en la misma sala un responso para darle el último adiós. Será incinerado y sus cenizas irán a Madrid. Su recuerdo será eterno entre sus compañeros y entre el resto de los que le conocieron trabajando en la hostelería gijonesa. "El dolor aún es muy reciente. Ayer –por hace dos días– cuando estuvimos en La Providencia fue todo muy complicado. Es muy duro, porque era una persona muy querida, que se hacía querer", destacó Galán, cuyo teléfono ayer por la mañana no dejó de sonar.

Andrés Felipe Ríos vivió ayer uno de sus días más tristes sirviendo la barra del restaurante El Borne. Conocía a Javier Álvarez desde hacía poco más de un año, pero les unía una fuerte relación de amistad. Enseñó un bollo envuelto en una bolsa de una panadería. "Mira, siempre me traía uno de estos. Todos los días, para desayunar. Era muy atento conmigo. Parecía que me conocía de toda la vida", apuntó en referencia a su compañero, del que todos destacaron su capacidad para estar siempre pendiente de todo.

Javier Álvarez llevaba trabajando en El Borne desde hacía dos años largos. "Abrimos en el 2019 y empezó muy poco tiempo después de la apertura", explicó el chef Alejandro Galán. "Era un amor de persona. Se hacía querer. Era alegre, vitalista, con ganas de vivir y de seguir haciendo cosas", apostilló el propietario de El Borne.

El accidente tuvo lugar hace dos noches, poco antes de las nueve. Las causas del siniestro se están investigando. Sucedió en la carretera de La Providencia, aún en Somió, antes del camino de la Campa. Javier Álvarez perdió el control de su moto, una vespa, y se salió de la vía. Se golpeó con un poste próximo a una de las viviendas de la zona. A pesar de los esfuerzos de los sanitarios por mantenerlo con vida, estos solo pudieron certificar su fallecimiento. Al lugar de los hechos acudió una UVI Móvil que llegó con rapidez y también varios agentes de la Policía Local, que acordonaron la zona. El punto en el que se produjo el siniestro es una zona conflictiva. Suceden accidentes con cierta frecuencia.

Entre las aficiones de Javier Álvarez estaba la socialización. Sus allegados reconocieron que le encantaba salir a comer con sus amigos y acudir a tomar el vermú. También adoraba ir a la playa. No tenía hijos y estaba soltero. E insistieron en que en su puesto de trabajo fue un gran profesional, muy atento. "Era muy intenso y con carácter", apuntó Andrés Felipe Ríos. "Llevábamos trabajando más o menos juntos desde el pasado invierno. Era atentísimo, aunque no te conociera siempre estaba pendiente y dispuesto a ayudarte", añadió este joven, que tiene 27 años. Antes de trabajar en El Borne había estado como camarero en otros establecimientos de la ciudad dedicados a la hostelería. Era muy conocido entre los hosteleros gijoneses. Uno de los locales en los que trabajó varios años fue en el Carlin Goal, ubicado en los bajos del estadio de El Molinón.

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