El histórico local de la Droguería Asturiana será un restaurante de comida japonesa

El número 3 de Munuza reabrirá tras casi dos años cerrado con la ampliación de un negocio ubicado en la esquina con Instituto

El bajo de la esquina entre las calles Munuza y La Merced.

El bajo de la esquina entre las calles Munuza y La Merced.

Gabriel Cuesta

Uno de los locales más emblemático de Gijón volverá a cobrar vida. El número 3 de la calle Munuza, el que fuera durante décadas la popular Droguería Asturiana, afrontará una nueva etapa de la mano del negocio de hostelería japonesa que se encuentra en a la vuelta de la esquina, en el otro bajo comercial del propio edificio que pretende así consolidar una ampliación de su actividad. Los plazos en el calendario para su apertura aún están difusos.

El local permanecía vacío desde finales de 2021, poco después del fallecimiento a los 66 años del médico y empresario Alfonso Peláez. Entonces, se puso en alquiler por una renta mensual de 1.800 euros. Ahora, sus 70 metros cuadrados de planta y un altillo ya tienen nuevos propósitos. Por el momento, sus arrendatarios proceden estos días a retirar los antiguos muebles de madera. Una actividad que motivó hace días la intervención de la Policía a raíz de un aviso vecinal. Los agentes comprobaron que estaba en vigor una licencia de obra menor que amparaba dichos trabajos. Posteriormente, con los correspondientes permisos, la idea es realizar catas para conocer el estado en el que se encuentran los muros y forjados.

Conocer cómo se encuentran resulta fundamental para poder redactar el proyecto de obra, el paso principal que permitirá adecuar el local una vez tenga el visto bueno del Ayuntamiento. Su entrega y aprobación por Urbanismo y la Comisión de Catálogo es un requisito indispensable al ser un edificio que cuenta con protección integral. De hecho, el catálogo urbanístico lo ensalza por "conservar sorprendentemente inalterado su estado tras largos años de actividad". Y ahonda: "Si bien su diseño no presenta un especial interés, se recomienda su conservación como una singular muestra del desparecido comercio tradicional de la ciudad". Principalmente, las obras permitidas en este espacio, según se detalla, es la conservación espacios comunes. En total, ambos locales de actividad suman un espacio de 300 metros cuadrados.

El edificio en su conjunto, con Pedro Cabal como autor de un proyecto enmarcado en el clasicismo decimonónico, fue construido en 1891, según los datos del catastro. Cuenta con dos bajos comerciales y cuatro plantas de vivienda. "Pervivió desde el periodo isabelino hasta la llegada de la profusión decorativa del eclecticismo. Se trata de un estilo sobrio, con una ordenada disposición de huecos en fachada con la decoración situada en impostas, angulares y huecos, con motivos decorativos de inspiración neogriega en este edificio", detalla su ficha.

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