Los custodios de las parroquias: así trabaja la Guardia Civil en la zona rural de Gijón para reducir los robos

Los agentes de seguridad ciudadana, claves en la bajada de delitos en las parroquias: "Siempre estamos al pie del cañón"

Pablo Palomo

Pablo Palomo

A Manuel Antonio González le conocen en Deva, donde lleva viviendo medio siglo, como "Toño". Está segando su finca junto al cementerio parroquial cuando recibe una visita inesperada. Son los agentes de la Guardia Civil Leticia de la Llana y Jorge Rodríguez, los dos dedicados a la seguridad ciudadana en el puesto de Gijón. Ambos se paran a charlar animadamente con el vecino, se interesan por su día a día y le preguntan si todo va bien antes de volver a montarse en su todoterreno y proseguir con su patrulla, acompañados por LA NUEVA ESPAÑA. La labor de estos agentes pasa por estar a pie de caleya, mostrar cercanía con los vecinos, estar ojo avizor y prevenidos por si tienen que intervenir para evitar algún delito. Ante los repetidos robos en las parroquias, la Guardia Civil ha establecido un plan de presencia policial en la zona rural que ya ha dado sus frutos, logrando que los asaltos a viviendas se hayan reducido considerablemente, gracias también a la participación de otras unidades y de otros cuerpos. Lo cuenta Antonio Monteagudo, brigada comandante del puesto en el cuartel de Contrueces. "Llevamos ya más de un mes sin que en nuestra zona se haya cometido un delito", explica desde su despacho.

Este descenso de los asaltos es, en parte, gracias al buen hacer de agentes como De la Llana y Rodríguez. Ellos mismos dicen que son "como el cajón de sastre" de la Guardia Civil. Lo dicen para explicar que están para todo y para todos. Lo mismo para patrullar, que para apoyar a otra unidad, que para intervenir ellos directamente si algo no va bien. "Nos pasamos las 24 horas del día en la calle, siempre al pie del cañón. Nos dedicamos a evitar robos, a hacer controles aleatorios, a estar pendientes del menudeo de drogas, al orden público en las fiestas o a patrullar las zonas boscosas", relatan. "Además, somos complementarios al resto de unidades", indican. Su día a día les lleva a estar presentes en las parroquias. Sea donde sea. Desde la tranquilidad de la parte baja de Deva hasta subir la empinada cuesta hacia el monte del mismo nombre de la parroquia. Siempre teniendo en cuenta las particularidades de cada zona y sabiendo que es complejo estar en todas las partes a la vez, ya que la zona rural tiene sus peculiaridades. No es lo mismo la zona Oeste, más industrial, que la zona Este o central, con núcleos de población más diseminados entre sí. Por eso, la comunicación con las asociaciones de vecinos es una parte fundamental de su labor.

Hay en el despacho de Monteagudo un mapa del concejo donde se puede ver delimitada la demarcación de la Guardia Civil con hilos rojo. Esta parte abarca gran parte de las parroquias. Desde su puesto se atienden denuncias, se investigan delitos de carácter más leve y se derivan hacia las unidades competentes las investigaciones más complejas. Conoce bien el tema de los robos, de los que detrás están bandas especializadas, y entiende el nerviosismo a la vez que llama a la tranquilidad. "Es un tema que se ha sobredimensionado un poco. Venimos de una época de pandemia en la que casi no había delincuencia y ahora ha vuelto a subir un poco por encima a los niveles del 2019, pero dentro de los límites normales", analiza. Aplaude que se instalen las prometidas cámaras de seguridad, porque "pueden ayudar a esclarecer delitos", pero desaconseja que prosigan las patrullas ciudadanas impulsadas por algunos vecinos de Castiello. "Es algo arriesgado y lo mismo que nadie se plantea hacer de médico en el hospital cada uno tenemos nuestro trabajo", remarca. Monteagudo resalta la veteranía de los agentes del puesto de Gijón, muchos de ellos con más de dos décadas de experiencia y que se conocen como si fuera la palma de su mano los muchos caminos de las parroquias de las que son sus orgullosos custodios. Más en tiempos complicados.

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