De nuevo camino a Ponferrada
El trayecto realizado por el prócer con dirección a la localidad berciana, tras un descanso en Villafranca, en el que observa antiguas huellas

La tau del castillo de Ponferrada. / Pablo Vázquez Otero
Jovellanos descansaba en Villafranca el 19 de junio de 1792 y comenzaba a desandar el camino de nuevo hacia la Pons Ferrata, Ponferrada, en la mañana del día 20. Subía al cerro de Castroventosa y observaba las huellas de la antigüedad en algunos restos, de hecho dice así: "Miércoles, 20. –Poco sueño. Salida con don Ramón Blanco. Antes de llegar a Pieros subimos al sitio de Castroventosa, hoy llamado monte de la Mesa. La subida es suave; se ven los cimientos de la muralla, hecha de guijarro grande y hormigón, al parecer obra romana. Los pedazos de ladrillo, de barro del país, con granos de cuarzo bien cocido, y de dos pulgadas de grueso y de gran tamaño. Uno de los que traje tiene un labio de una pulgada sobre todo su grueso, parecido a los que se hallan del medio tiempo. Aunque a la subida aparece la mesa o rellano que hay en lo alto, circular, después se prolonga hacia la parte del mediodía. Por lo que anduve juzgo que tendrá la llanura que está sobre la altura como unos seis mil pies de circunferencia. A la verdad, me parece corto trecho para haber contenido una ciudad capital como la antigua Bérgido. Los documentos de Carracedo confirman esta duda, porque si en tiempo de D. Fernando no había más que un castro arruinado, y no se halla mención ninguna de ruinas de ciudad, no es creíble que fuese otra cosa. Creo, sí, que este castillo fuese romano, porque no me parece que puede pertenecer ni a los suevos, ni a los godos, ni a los reyes de Asturias".
Se equivocaba en esta última apreciación don Gaspar, ya que, como vimos en capítulos anteriores, la ciencia arqueológica si que sitúa la Bergidum romana en esta colina. Aunque, por otra parte, sí que coloca en época romana los restos que observa. Bastante sagaz era Jovellanos en unos tiempos donde la arqueología era casi mera afición. Aún así, vemos como Jovino se saca la espina y finalmente asciende a este hermoso cerro con mucha historia.
Va a llegar hasta Ponferrada y regresa a casa de la familia Blanco en el corazón mismo de la vieja capital del Bierzo, hoy recinto hotelero. Y también hace una rectificación en Cacabelos, ya citada aquí con respecto a una iglesia que visitaba en el viaje de ida, dice así don Gaspar de su trayecto de vuelta: "A Cacabelos; la que está a la entrada no es iglesia, sino capilla de las Angustias, y pertenece al arzobispado de Santiago. Puente: vestigios de un magnífico y antiguo puente romano. Desde Cacabelos al Camponaraya y de aquí dejamos el camino real y tomamos otro sobre la izquierda (Villabona más a la izquierda) para huir de las piedras. Fuentes Nuevas, curato de dos mil ducados. Magaz sobre la izquierda; más adelante Columbrianos; a la izquierda nuestra, y a la suya, San Andrés de Montejo; aquél, que es el más inmediato, al poniente de Ponferrada. Entramos por unas bellísimas huertas que hay sobre la ribera del Sil, cuyo curso se sigue hasta el puente. A casa de don Antonio Blanco; a la iglesia matriz, grande, de una nave, bóveda gótica, excelente retablo mayor de escultura. Gracioso camarín de Nuestra Señora de la Encina. Gran sacristía con un gran cuadro de La batalla de Lepanto, mal pintado. Hay un Salvador que parece de Juanes.
Al castillo, que es magnífico y del tiempo de los templarios. Hay una gran inscripción sobre la puerta principal interior; la piedra está muy corroída, pero se podrá leer alguna cosa. Dentro existen las columnas de un patio harto grande, y se ven grandes salones. El tao está sobre muchas puertas".
Algún que otro aspecto a reseñar aunque hacía unos días que Jovellanos había pasado por aquí, por ejemplo la referencia a la "iglesia matriz", que es donde se venera la patrona del Bierzo, Nuestra Señora de la Encina. Basílica iniciada en 1573 bajo planos de Juan Alvear y con un retablo estupendo y de gran calidad presidido por la llamada "Morenica", la Virgen de la Encina. El maestro tallista de este retablo de la década de los treinta del siglo XVII fue Mateo Flórez, y como digo nos legó un gran retablo clasicista–barroco.
La leyenda y la tradición se mezclan una vez más y así se cuenta que la imagen actual de la Virgen de la Encina fue traída por el mismísimo Santo Toribio desde Jerusalén a Astorga en el 442. En el siglo VIII, en plena invasión árabe y por temor a su destrucción por manos infieles, fue ocultada en una encina de un bosque, donde permaneció siglos. Y en el XII, mientras unos hombres cortaban y se aprovisionaban de madera para la construcción del castillo templario de Ponferrada, la encontraron dentro de una encina que iba a ser talada. Allí mismo se decidió entonces la construcción de un templo que pusieron bajo la advocación de virgen de la Encina que se acabó convirtiendo, como ya dije, en la patrona del Bierzo.
La Tau del castillo es imagen aún hoy icónica, fue San Antón Abad, el creador de la llamada Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, más conocidos después como Hospitalarios, los que popularizaron como símbolo la Tau. Si por algo fue famoso San Antón fue por su ayuda a los enfermos de la peste, y utilizaba este símbolo, la Tau, como elemento de protección contra esta letal enfermedad. Luego es curioso como el Conde de Lemos utilizó la Tau en sus castillos, y específicamente en el de Ponferrada para otorgar su herencia a su nieto Rodrigo. Esto nos viene a decir que en la entrada al Castillo Templario tiene una doble simbología, una era proteger a aquellos que accedían al Castillo, y la otra y sin duda indiscutible mostrar la pertenencia del castillo a la familia del Conde de Lemos.
Va a comer a casa de Antonio Blanco y nos dice lo que sigue en su Diario: "Comida magnífica; siesta; gran tronada; gran lluvia; dudas sobre partir; detención; partida a las siete menos cuarto".
Tras la tormenta sale Jovellanos de Ponferrada hacia Astorga pero hace noche antes, y nos lo narra así : "Bajada a San Miguel de Dueñas; alborotado el lugar por haber desbordado el arroyo que cruza por él; no podía pasarle el coche; se resuelve hacer aquí noche. Acógennos los monjes bernardos. Están aquí de continuo, por confesor Fr. Ambrosio Conde, y por mayordomo Fr. F. Riesgo, asturiano y tío del abogado de Siero. De paso estaban también el padre definidor Sánchez y el prior de N., perteneciente a Carracedo. Buena cena y buena cama. Dice el confesor que el convento fue trasladado de Villabona, frente a Pieros; que le fundó la reina Santa Teresa; sería la condesa. Nadie sabe del archivo".
Era convento en aquel momento san Miguel de Dueñas de monjas Bernardas, pero como vemos le reciben el confesor y el mayordomo, y hay varios errores en la información que el primero le da sobre la historia del lugar a nuestro viajero ilustrado.
El cenobio de San Miguel de Dueñas antes San Miguel de Almázcara, no es fundado por la reina Santa Teresa sino por un noble del Bierzo llamado Gonzalo Bermúdez, que se había levantado en rebelión contra el rey Bermudo II. Un 5 de noviembre de 992, cuenta la historia, vencido este noble por las huestes de Bermudo II, el rey dispone de todos sus bienes, y el monasterio pasa a su notario, el mítico Sampiro, y este lo cedió, parece ser, a la diócesis de Astorga. Será el monasterio de Villabuena el que funde la reina doña Teresa en 1229, esta reina había sido esposa de su primo Afonso IX de León.
El miércoles 20 de junio de 1792 pernocta nuestro viajero en San Miguel de Dueñas con toda esa historia encerrada en sus muros, al día siguiente viaje corto y con poca información que le llevará a dormir a Astorga, de hecho dice así: "Jueves, 21. –Salida de mañana. Parada a almorzar en la venta de San Antón. Malísimo hospedaje antiguo. Salida temprano; rómpese el eje; montamos a caballo. Llegada a Astorga".
Este precioso viaje sigue en el próximo capítulo.
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