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Piel lista para el sol

Muchas personas pasan más tiempo al sol que nunca, se exponen a horas que no deben y no tienen en cuenta otras medidas de protección solar

Maria Estela de Abajo

Maria Estela de Abajo / LNE

Maria Estela de Abajo

Preparar la piel para el verano es otro de los temas clásicos de esta época del año. Como es habitual en mi, me gustaría dar una vuelta a este asunto. ¿Por qué hago esto?

Seguramente el título del artículo en sí mismo, ya genera interés, pero he de confesar que jamás he preparado mi piel para el verano. Así que si ni siquiera yo, que estoy en contacto continuo con el sector de la belleza y respeto profundamente la piel, lo hago, ¿Cómo voy a dar lecciones por aquí?

Venga, que esto tiene truco; lo explico. No tengo que preparar mi piel para enfrentarse al sol por dos motivos:

1. Cuido mi piel durante todo el año.

2. No voy a hacer ninguna "burrada" al sol.

Eso es belleza con cabeza.

Si hay algo que tengo claro, es que las personas con la piel más sana, y de rebote más bonita, son las que se ocupan de ella, y además menos se han expuesto al sol.

Nuestra piel está diseñada para protegerse del sol, y se ayuda con mecanismos naturales, como los lípidos y las células de la capa más superficial de la piel, o con algo tan evidente, como el pelo y el vello. También con la melanina, responsable del bronceado de la piel, protege del sol. Y el ácido urocánico, perdón por ponerme un poco técnica, que actúa como filtro ultravioleta.

Pero parece que nos empeñamos en forzar la máquina… y el abuso siempre lleva implícito el riesgo.

Así que me parece una medida muy inteligente cuidar nuestra piel, para que tenga el máximo poder para defenderse por sí misma. Una rutina cosmética pautada por un profesional garantiza esa piel sana. Y además cómo no, aprender a protegerla correctamente del sol, y saber qué hacer ante situaciones o condiciones de más riesgo. Nuevamente el consejo profesional es clave. Y me gustaría recordar que hay que vivir, y que necesitamos el sol. Gracias al sol se promueve el metabolismo de la vitamina D, mejora la epitelización y la cicatrización de las heridas y nos hace sentir bien porque estimula que se fabriquen neurotransmisores responsables de ello.

Pero sin abusar y recordando que la prevención es clave, porque los daños que se generan no se reparan, sino que se van acumulando en la medida que se van sumando exposiciones imprudentes.

Pero ojo, que desde que la sociedad casi al completo insiste en la necesidad de protegerse, y el uso de protectores solares está más extendido, vengo observando que muchas personas pasan más tiempo al sol que nunca, se exponen a horas que no deben y no tienen en cuenta otras medidas de protección solar fundamentales, como los sombreros de ala ancha y prendas de vestir sombrillas, o gafas de sol con protección ultravioleta.

En resumen, que parece que por usar un producto con SPF50+ uno está libre de toda culpa, y no es así. En el año 2022 se diagnosticaron en España 7.474 casos más de melanoma, de los cuales 4.097 se referían a mujeres y 3.377 a hombres.

Tampoco sirve, ya lo siento, tumbarse en una camilla para que un profesional repare esos daños. Se pueden hacer cosas interesantes, pero no son la panacea. Trataremos las consecuencias físicas de los abusos, como las manchas, las arrugas, las rojeces, el engrosamiento de la piel o el aumento de la flacidez.

Y no quiero acabar este artículo sin dar algún tip:

–El cuidado diario y acertado de tu piel, es clave.

–Disfruta del verano, pero no a costa de jugar con tu salud.

–Las normas de protección solar ya son de sobra conocidas. Sólo hay que cumplirlas.

–Si tienes manchas o no las quieres tener, recuerda que afloran con el sol. Así que tomar el sol no puede formar parte de tu estilo de vida.

–Tapar y proteger la cara no significa ni garantiza que con la exposición solar en el resto del cuerpo no se vaya a manchar el rostro.

–Si quieres tomar precauciones adicionales, incorpora a tu vida la fotoprotección oral.

Toda ayuda es bienvenida. Pero recuerda que no todo vale, hay cápsulas solares que pueden fomentar las manchas, por ejemplo.

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