Así es el «Cuauhtémoc», el imponente barco de México que acaba de llegar a Gijón

Banderas mexicanas y mariachis enmarcan la bienvenida del velero a la ciudad

Gabriel Cuesta

Sonaba por los muelles una canción del mítico Luis Miguel cuando el buque escuela de la Armada de México, el Juan Sebastián Elcano mexicano, arribó con gracia ayer en El Musel a primera hora de la mañana. Lo hizo con sus cadetes subidos a los mástiles y su enorme bandera nacional ondeando al viento. La expectación en un espigón abarrotado era máxima para ver al imponente «Cuauhtémoc», nombre por el emperador azteca que sobresale del mascarón de proa. Fue toda una fiesta en la que los mariachis entonaron boleros y rancheros guitarra en mano. Las banderas mexicanas y los móviles al cielo captaron ese momento tan patrio y especial. Y lo seguirán haciendo hasta el próximo domingo, cuando zarpe rumbo a Francia. De hoy al sábado podrá visitarse de 10.00 a 20.00 horas de forma gratuita. 

El embajador de México, Quirino Ordaz Coppel, fue el encargado de dar la bienvenida a este importante velero de 90 metros de eslora. Si tripulación alcanza las 270 personas, de las cuales aproximadamente la mitad son cadetes en formación. Un total de 112 cadetes de cuarto año de la Heroica Escuela Naval Militar, dos cadetes de la Secretaría de la Defensa Nacional y Fuerza Aérea Mexicana, dos alumnos de la Marina Mercante y diez invitados de Perú, Guatemala, Ecuador y Nicaragua. «Tengo un fuerte vínculo familiar con la navegación. Cuando era pequeña, mis padres siempre me traían al Musel cada vez que arribaba una embarcación importante», confiesa Isabel Ares mientras no para de fotografiar el barco. «¡Es precioso! Una pasada». Lo mismo piensan Ana Isabel Castiello e Ignacio González. La pareja se hace un «selfi» desde fiera mientras suena una ranchera: «¡No podíamos perdérnoslo!». 

No en vano es conocido como el «Embajador y Caballero de los Mares». El goteo de visitantes será constante hasta que zarpe a primera hora el domingo. El buque inició la ruta el pasado 1 de abril para completar nueve meses de instrucción, con el comandante José Díaz al frente del timón. Desde Acapulco (México) puso rumbo a La Habana (Cuba) y Estados Unidos. Y de Boston cruzó el charco hasta Gijón, a invitación del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, una asociación privada que preside Francisco de Borbón y Escasany, duque de Sevilla y pariente del rey Felipe VI. Han sido 21 días de navegación ininterrumpida para llegar aquí. 

 «Llevo ya 16 años contribuyendo a mi país en la Armada. Mi función es hacer de enlace con las academias y universidades», explica el jefe de instrucción, José Luis Cruz Pichard. La rutina es muy exigente y está muy marcada en esta embarcación, propiedad del Gobierno mexicano. La jornada empieza a las seis de la mañana y termina a las ocho de la tarde. «El buque funciona 24 horas los siete días de la semana. Hay turnos de guardia en los que se rotan los cadetes». Los diferentes servicios se dividen por departamentos y en cada uno de ellos hay un jefe encargado de coordinar. La principal división es entre aquellos operativos y los que son meramente administrativos. «Hay que tener en cuenta que un buque de vela siempre supone cierto riesgo. Hay que trabajar con la máxima seguridad a la hora de manipular las velas. Navegamos entre 20 y 35 metros de escora», destaca este cargo. 

Gracias al viento el buque puede alcanzar una velocidad de hasta catorce nudos y cuenta con un motor monohélice de 1.200 caballos para las ocasiones en las que el mar está en calma. Es todo un reto «domar» esta embarcación para los cadetes. Amer Rana Pérez decidió alistarse porque «siempre busco afrontar retos» porque «es muy difícil entrar en la Armada». Lo dicen los datos: tan solo han accedido 500 de los 20.000 inscritos. Una tasa del 2,5% que consiguen pasar los exigentes exámenes y pruebas físicas. «Soy de Chetumal. En mi ciudad tan solo hemos entrado tres. Ser parte de esta tripulación es un conjunto de emociones y experiencias difíciles de definir. Siempre hay algo que te sorprende y te hace aprender una lección», reflexiona Rana. 

La exigencia física y de conocimientos técnicos para la navegación son importantes. Los cadetes se levantan por la mañana, realizan acondicionamiento físico, desayunan, dan clases a bordo, comen, se someten a «zafarranchos»… Así es como llaman a los simulacros. Cada día, uno distinto y por sorpresa que tienen que abordar. Desde una alarma de incendio, pasando por un hombre al agua o averías de todo tipo. Después, deporte y cenar. Todo ello compaginado con los uno de los cinco turnos de guardia que se les asigna para navegar. «El aire incide en las maniobras con las velas y hay que encontrarse en forma», explica mientras señala a los mástiles de 51,2 y 49 metros de altura a los que tienen que subirse para manejar sus diez velas. Su trabajo lo supervisan oficiales y capitanes, una tripulación que completan la tripulación de marinería, encargados de la limpieza, las cocinas y el mantenimiento. 

Su estancia en Gijón servirá para afianzar lazos entre raíces asturianas y mexicanas. La tripulación participará en diversas actividades, como por ejemplo las visitas institucionales al Sporting y el Real Oviedo, con partido de fútbol incluido, además de una cena de autoridades en el Real Club Astur de Regatas este sábado. Ayer la llegada del buque se cerró con una recepción oficial de autoridades que disfrutaron de un pequeño aperitivo en su interior. Entre los asistentes, además del embajador Quirino Ordaz, se encontraban Alfredo Leonard y Lamuño de Cuetos, consejero de relaciones institucionales del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias; la alcaldesa, Ana González; el presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón, Laureano Lourido; el presidente de la Cámara de Comercio, Félix Baragaño; la fiscal superior de Asturias, Esther Fernández; el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Jesús María Chamorro; el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde; el embajador del Sporting, Joaquín Alonso ; el comisario jefe de la Policía Nacional de Gijón, Dámaso Colunga; el Teniente Coronel de la Guardia Civil, Alberto Aguilera, además de representantes del Ejército de Tierra, entre otras instituciones.

El «Cuauhtémoc» partirá para continuar su ruta por Francia, Reino Unido, Turquía, Italia y Portugal. Después la embarcación abandonará el viejo continente y volverá a la zona de la costa latinoamericana, concretamente a Colombia, Panamá, Guatemala y Ecuador. Un viaje de 247 días, con paradas en 18 diferentes puertos de 13 un total de países. De hecho, será un viaje muy activo. La tripulación formará parte de la celebración del centenario de la fundación de la República de Turquía, la Regata de Grandes Veleros Magallanes-Elcano, el Festival Náutico Internacional L'Armada de Rouen y en el Bicentenario Naval de la Armada de Colombia». Esta embarcación fue construida en los Astilleros y Talleres de Celaya, en Bilbao. Fue un proyecto del ingeniero naval Juan José Alonso Verástegui, que fue entregado el 29 de julio de 1982 en el muelle de Santurce. Tiene tres buques hermanos. 

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