"Repartía comida a domicilio", defiende un marroquí acusado de vender drogas en Gijón

El procesado, que negó los cargos, confesó que sufría una adicción a los estupefacientes

El acusado, de espaldas, este jueves, al inicio de la celebración de la vista. | G.C.

El acusado, de espaldas, este jueves, al inicio de la celebración de la vista. | G.C. / G. Cuesta

G. Cuesta

Era la época del estado de alarma más dura cuando a unos policías locales les llamó la atención un coche parado en el barrio de Pumarín. A su ocupante, un vecino de Gijón natural de Marruecos que responde a las iniciales A. A., y otro varón que se encontraba fuera del vehículo, les puso "nerviosos" la presencia policial y fueron incapaces de dar una explicación coherente al motivo por el que habían incumplido el confinamiento. Por su "sospechoso" comportamiento, los agentes registraron el vehículo y encontraron dos trozos de resina de cannabis y 0,3 gramos de cocaína, cuyo precio en el mercado ronda los 314 euros. También durante el cacheo se le incautó a A. A. 1.140 euros en billetes de diferentes cantidades, un importe atípico que tampoco supo justificar.

Por estos hechos se sentó este jueves en el banquillo de la Audiencia Provincial acusado de un delito contra la salud pública, por el que la Fiscalía solicita cuatro años de cárcel y una multa de 600 euros. El juicio quedó visto para sentencia. El acusado solo respondió a preguntas de su abogado, Jorge García. Negó estar vendiendo en ese momento ningún tipo de droga y reconoció ser consumidor habitual de hachís y cocaína, una "adicción" que la defensa trató de corroborar aportando una prueba pericial de un especialista. De hecho, reiteró que era autónomo y se dedicaba al reparto de comida a domicilio del bar que regentaba. Según su versión, "iba al banco para abonar unos gastos por seguros sociales", de ahí su presencia en la vía pública y la importante cantidad de dinero en metálico.

También testificaroneste jueves tres agentes de Policía Local que participaron en la intervención en la confluencia entre las calles Guipúzcoa y Badajoz. Su versión concordó, asegurando que el acusado se puso "muy nervioso" ante su presencia, sin saber justificar su incumplimiento del estado de alarma. Explicaron que llevaba encima tres teléfonos móviles, de los cuales uno de ellos no paraba de sonar a llamadas de "clientes" numerados, algo que A.A. justificó por ser autónomo. Según el atestado policial, se le incautaron dos trozos de resina de cannabis (con un peso total de 43,55 gramos) ocultos en una hendidura de la palanca de cambios del vehículo que conducía, así como un envoltorio termosellado con 0,38 gramos de cocaína, con una riqueza del 67,5 %, que guardaba en el compartimento que había entre los dos asientos delanteros del coche. Los agentes, eso sí, reconocieron que no observaron "in situ" ningún intercambio, pero también aclararon que en el interior del vehículo no había ningún paquete que pudiese relacionarse con la venta a domicilio de comida.

El varón que se encontraba fuera del vehículo, en prisión por quebrantamiento de condena de arresto domiciliario, señaló que no conocía al acusado, que "regentaba un bar en el barrio". Aseguró que no le había comprado drogas "ni en ese momento ni nunca" y que había salido de casa "porque iba a por tabaco". Por su parte, el psicoperito llamado por la defensa ratificó su informe de 2021 en el que se reconocía la dependencia al cannabis y la cocaína del acusado y un consumo prolongado. A preguntas del fiscal, la especialista matizó que el informe no podía aclarar si en 2020, cuando se produjo el arresto, A.A. era consumidor habitual, ya que las pruebas se realizaron con posterioridad.

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