Catorce años de prisión para un hombre que violó a la hija de su novia durante una década

La condena, contra la que cabe recurso, avala el testimonio de la víctima, ratificado también por informes psicosociales | El acusado lo reconoció

I. Peláez

I. Peláez

Catorce años y tres meses de cárcel es la condena puesta a un hombre por agredir sexualmente a la hija de su compañera sentimental, menor de edad, durante casi una década. Se trata de una pena mayor a la solicitada por las partes implicadas en el caso, según se aprecia en la sentencia de la sección octava de la Audiencia, que ya se ha hecho pública. El fallo, además, implica para este individuo una libertad vigilada de diez años y la prohibición de aproximarse a su víctima a menos de 500 metros (y a comunicarse con ella por cualquier medio) durante los próximos 15 años. No obstante, a pesar de que cabe recurso contra esta sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), ya existe una orden de protección dictada desde que este hombre fue detenido y que, entre otras cosas, le prohíbe vivir en la misma ciudad que la menor.

Los duros hechos enjuiciados comenzaron a producirse cuando la niña tenía solo cuatro años, una edad que hacía imposible que se percatara de lo que en verdad estaba ocurriendo con el compañero sentimental de su madre, un varón latinoamericano que en el momento de los hechos tenía poco más de veinte años.

Como suele ser habitual en estos casos de violencia sexual contra menores, los agresores comienzan poco a poco a ganarse la confianza de sus víctimas, aprovechándose de que la pronta edad de las mismas impide que revelen lo que está ocurriendo. Así, el ahora condenado, que contaba con antecedentes por delitos similares contra la libertad e indemnidad sexual, comenzó a realizarle tocamientos a la niña, pero con el paso del tiempo estos episodios fueron incrementándose y aumentando en gravedad. Todo esto provocó un gran temor y miedo en la menor.

Las agresiones sexuales que sufrió en el tiempo se sucedieron con distinta periodicidad hasta que la niña alcanzó los trece años. Gracias a unos familiares logró salir de la casa en la que vivía con su madre y su agresor, instalándose en Gijón. A partir de ahí, y con el apoyo recibido, sacó fuerzas para presentar una denuncia en la comisaría de El Natahoyo dos años más tarde. Los agentes de la Unidad de la Familia y Mujer (Ufam) se hicieron cargo del caso y acabaron arrestando al ahora condenado. Después de pasar a disposición judicial quedó en libertad con cargos, pero ya con una orden de alejamiento que le impedía aproximarse a la menor. Comenzó entonces una larga instrucción judicial.

La vista oral por estos hechos se celebró a puerta cerrada el pasado mes de mayo. El procesado reconoció que habían existido varios de los episodios descritos de la menor. La víctima, por su parte, volvió a relatar todas y cada una de las agresiones a las que fue sometida durante su calvario, del mismo modo que lo hizo desde que denunció los hechos y durante toda la fase de instrucción. Los informes incorporados a la causa, elaborados por el equipo psicosocial, revelan que el relato de la menor es coherente, conciso, detallado, claro y persistente en el tiempo. No existe además motivos espurios que le hubiesen llevado a denunciar los hechos enjuiciados.

Recurso ante el TSJA

Tras la vista oral, las partes implicadas elevaron a definitivas sus conclusiones y el juicio quedó visto para sentencia. Ahora, con la sentencia ya notificada a las partes, se le impone a este individuo una condena de catorce años y tres meses de cárcel por el delito continuado de agresión sexual, además del alejamiento y la libertad vigilada anteriormente citados. La sentencia no es firme, y cabe interponer recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. No obstante, en lo que se resuelve, se mantendrá la medida cautelar de alejamiento.

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