Los niños iluminan con las comuniones el regreso a la iglesia de San Julián de Somió

El templo celebra su primera misa tras su gran reforma: "Es la mejor manera de volver"

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Con una buena ración de nervios y otra de enormes sonrisas reabrió ayer la iglesia de San Julián de Somió tras su mayor reforma desde 1940. El templo acogió tras seis meses cerrado por las obras once primeras comuniones de niños y niñas, que con sus trajes de marineros, alumbraron con su inocencia y pasión el nuevo camino de la parroquia. El templo se llenó hasta la bandera de familiares que pudieron comprobar en primera persona las mejoras de la capilla. Los once niños pasan a formar parte de la historia de la iglesia para orgullo de su cura, Luis Muiña, y sus catequistas. "Es un regalo que las primeras misas que celebramos aquí sean primeras comuniones", apuntaron.

Muiña, junto a los pequeños en la sacristía del templo antes de iniciar la celebración de ayer. | Ángel González

Muiña, junto a los pequeños en la sacristía del templo antes de iniciar la celebración de ayer. | Ángel González / Pablo Palomo

Los once niños estaban ya con todo preparado media hora antes en la sacristía del templo. Desde fuera se podían escuchar sus últimos ensayos de las canciones que habrían que entonar en pocos minutos. Andaban todos, como corresponde a una jornada tan especial, algo nerviosos. Poco a poco fueron llegando los feligreses. Pudieron ver las palpables mejoras. El proyecto de reforma de San Julián de Somió ha servido para cambiar el suelo de pino de antaño, para instalar calefacción de suelo radiante y para renovar todo el sistema eléctrico y así implantar una iluminación eficiente e inteligente. Todo esto tampoco preocupaba mucho a Iván Iglesias, uno de los pequeños protagonistas. "Estoy un poco nervioso por empezar", reconoció.

Casi lo mismo estaba Isabel Suárez Figaredo, otra pequeña que ayer fue la protagonista. "Estoy nerviosa, pero me hace mucha ilusión", afirmó esta chica con una alegría que se le notaba en la cara. Y nervioso andaba también ayer el párroco Luis Muiña. Iba de acá para allá vigilando que todo estuviera en orden. "Es algo muy bonito volver a San Julián de esta manera. A ver si todo lo de la megafonía va bien", reflexionó unos pocos minutos antes de empezar el rito.

Fue un día grande también para las catequistas. Una de ellas es Carmen María González, que lleva en Somió colaborando desde que llegó Muiña. O para Raquel García, otra de las catequistas, que celebró ayer el reestreno de San Julián de Somió con las comuniones. "Es la mejor manera de volver. Los niños en la parroquia son la base porque sin ellos no habría iglesia", resumió. Sobre las obras del templo piensa que han quedado estupendamente. "Ha quedado absolutamente precioso", afirmó. Ella, de todas formas, ya lo había visto porque en la víspera de la misa de ayer se quedó junto a otras catequista para hacer los adornos florales que ayer cubrían buena parte de la iglesia.

Para hoy se espera la celebración de mas comuniones. El acabado de las obras en tiempo y forma ha permitido que días tan especiales como el de ayer se puedan volver a celebrar después de medio año. Y es que San Julián de Somió ha vuelto y luce como nueva.

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