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La familia de Íñigo González-Posada, fallecido en la playa de San Lorenzo: "Gracias de todo corazón a los que intentaron reanimarlo"

"Era un buen hijo, un buen hermano y un mejor padre", señalan los familiares de este gijonés apasionado del buceo | El funeral se celebrará el miércoles por la tarde en la iglesia de San Lorenzo

El fallecimiento de Íñigo González-Posada tras sentirse indispuesto al salir del agua en la playa de San Lorenzo, a la altura de la Escalerona, el pasado lunes ha provocado una gran conmoción en toda la ciudad. Familiares y amigos del conocido gijonés, «una persona muy querida, igual que toda su familia», aún siguen impactados por el trágico y repentino final. «Era un buen hijo, un buen hermano y mejor padre. Y nos ha dejado muy prematuramente», describe Miguel Ángel, uno de los hermanos de este apasionado del buceo que será despedido esta tarde, a las 17.00 horas, en la iglesia de SanLorenzo. 

Íñigo González-Posada, buceador profesional, había ido hasta la playa de San Lorenzo como otras tantas veces a disfrutar en el agua en la tarde del lunes. Lo hizo con su neopreno y aprovechando el buen estado de la mar. Al salir del agua, comenzó a encontrarse mal, algo en lo que repararon rápidamente los integrantes del equipo de Salvamento de playas que se encontraban en ese momento en la Escalerona, que no dudaron en asistirle de inmediato. Con ayuda de otro hombre, un bombero de profesión que se encontraba en los alrededores, le ayudaron a subir las escaleras, mientras aseguraba que tenía problemas para respirar. 

Al llegar a los pies de la bandera, los socorristas y el otro hombre comenzaron a realizarle la maniobra de reanimación cardiopulmonar, a la que se fueron sumando los distintos sanitarios que estaban por la zona para ir dándose relevo mientras llegaba la UVI móvil desde la central de Salvamento. «Se demostró el valor de los testigos ante una parada cardíaca. Los socorristas supieron detectar el peligro incluso antes del desvanecimiento, y eso es muy difícil. Eso es saber actuar, igual que la importancia de los testigos; se hizo todo lo que pudo, fue un ejemplo de actuación», dijo ayer Amelia Carro, cardióloga que no dudó en sumarse a las labores de reanimación. 

Los esfuerzos fueron en vano, y, a pesar de que las labores se prolongaron durante más de 45 minutos, nada se pudo hacer por salvarle la vida. En el operativo, también participaron agentes de la Policía Nacional, que además, precintaron la zona para evitar que los muchos curiosos entorpeciesen las labores. «Me duele pensar que hubo personas que, al igual que él hizo en su momento, han luchado por su vida intentándole reanimar. Pero no pudo ser a pesar de sus esfuerzos... Gracias de todo corazón a ellos por haberlo intentado», agradeció la familia de Íñigo González-Posada, que ayer recibió muchas muestras de cariño a lo largo de toda la jornada. 

El tanatorio de Cabueñes acoge desde ayer, en la sala 1, la capilla ardiente por González-Posada, una buena persona «y muy querida», según el testimonio de sus allegados. «Era alguien que siempre tenía una llamada para interesarte o intentabas ayudar en algo concreto a cada uno de nosotros», indicaban ayer por la tarde sus hermanos. Íñigo González-Posada deja dos hijos, Íñigo y Álvaro; a sus padres, Miguel Ángel y Paloma; y a sus nueve hermanos, Miguel, Paloma, Javier, Jaime, Cristina, José, Alba, Carlos y Teresa. El funeral por su eterno descanso se celebrará hoy miércoles, a las cinco de la tarde, en la iglesia parroquial de San Lorenzo. Después, sus restos mortales recibirán cristiana sepultura en la intimidad familiar en el cementerio municipal de Cabueñes.  

Íñigo González-Posada.

Íñigo González-Posada.

Carta íntegra de la familia de Íñigo González-Posada

Buen hijo, buen hermano y mejor padre.

 Siempre es difícil empezar a recordar una persona muy querida. Iñigo era un hijo, un hermano, un padre... Iñigo era todo eso y nos ha dejado muy prematuramente.

 Hay muchas cosas que has hecho en tu vida. Ahora empezaremos a echarlas mucho de menos porque ya no estás con nosotros aquí.

 Quizás las más importantes son dos:

 La primera es el grandísimo corazón que tenías, Iñigo. No podemos decir que tuvieras facilidad de palabra para expresarte, pero siempre estabas pendiente de todos y, en especial de los que lo pasaban mal. Siempre tenías una llamada para interesarte o intentabas ayudar en algo concreto a cada uno de nosotros. Alguno de los hermanos se acordará por ejemplo de cuando lo acogiste en tu casa... Otras personas se acordarán lo que hacías desinteresadamente para las monjas de la Guía. Y, así, de un modo u otro todos notábamos que estabas verdaderamente pendiente de nosotros y que nos querías a todos uno por uno. ¡¡¡Gracias!!!!

 La segunda, es, era el grandísimo amor que tenías por tus hijos Iñigo y Álvaro. Y eso se notaba a cada paso que dabas. Estabas alejado de ellos geográficamente por circunstancias de la vida. Pero tanto las veces que estaban contigo como el resto del tiempo se notaba, y mucho, que los tenías en tu cabeza y en tu corazón. Ahora esto será algo que ellos se quedarán para sí durante toda su vida cuando te recuerden.

 Todos tus hermanos te debemos a ti, Iñigo que nuestro padre esté hoy con nosotros. El día que a nuestro padre le faltó el aire hace no demasiado tiempo…. lo retuviste con nosotros en esta tierra gracias a tu habilidad y determinación para reanimarle. ¡Gracias de todo corazón hermano!

 Me duele pensar que ayer hubo otras personas que al igual que tú en su momento han luchado por tu vida intentándote reanimar. Pero no pudo ser a pesar de sus esfuerzos… Gracias de todo corazón a ellos por haberlo intentado. Pienso, mejor, estoy convencido que Jesús ya había decidido llevarte con él porque ya estabas preparado para entrar en el cielo.

 No has tenido una vida fácil, pero me reconforta estar seguro que ya estás con Jesús allá arriba. Él se lleva a las personas cuando están preparados para entrar en el cielo y, ese momento fue ayer Iñigo.

 ¡Te echaremos mucho de menos!

Miguel Ángel González-Posada

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