Hablan los amigos de pesca submarina del gijonés fallecido en El Franco: "Lo recordaremos con una sonrisa de oreja a oreja"
Un hijo de Eduardo Sanz que disfrutaba de una jornada en el mar junto a él dio el aviso al percatarse de que no salía del agua y su boya no se movía

Eduardo Sanz, submarinista fallecido
G. Cuesta
El mundo de la pesca submarina asturiana llora la pérdida de Eduardo Sanz Martínez, gijonés de 54 años, «una gran persona y un experto submarinista» que perdió este jueves la vida en El Franco mientras disfrutaba de su gran afición junto a uno de sus hijos. Vecino de La Calzada, casado y con dos hijos, era jefe de producción de la empresa de sistemas de almacenajes Esnova, firma para la que trabajaba antes de la fusión con Ideas del Metal.
Su rastro se perdió en las proximidades de la playa de Pormenande. Fue entonces cuando la Guardia Civil, el grupo de rescate del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) y el helicóptero Helimer de Salvamento Marítimo desplegaron un importante operativo para intentar dar con el varón, vecino de La Calzada de toda la vida que actualmente residía en Quintes. Finalmente, fue hallado muerto. Su cuerpo fue avistado por un pesquero y recuperado por el equipo de rescate del SEPA que se encontraba en la zona realizando un rastreo tratando precisamente de localizar al submarinista. En la zona también se encontraban varias embarcaciones de Salvamento Marítimo.
El Centro de Coordinación de Emergencias del 112 Asturias recibió el aviso poco antes de las once de la mañana. En la llamada, su hijo Ignacio indicaba que estaban realizando pesca submarina y hacía 45 minutos que él había salido del agua pero su padre no aparecía. Advirtió que la boya que marcaba su posición hacía rato que no se movía y no había señales de actividad. Para la pesca submarina es preceptivo el uso, por seguridad, de una boya de señalización que acompaña a quien la practica -bien fondeada, bien enganchada a algún elemento- con el fin de marcar en qué punto se encuentra.
Precisamente, fue gracias a la boya que el hijo se percató de que algo podía no ir bien. Tras la llamada al servicio de emergencias, se desplegó el dispositivo de búsqueda, que lo primero que hizo fue comprobar si el submarinista se encontraba en el área señalizada. En ese punto el rastreo resultó infructuoso en un primer momento, lo cual hizo encender aún más las alarmas. Elementos a pie, con dos patrullas de Seguridad Ciudadana de la Guardia Civil, y por el aire, con el helicóptero del SEPA y el Helimer de Salvamento Marítimo, continuaron con el despliegue. Al final, fue el pesquero el que localizó el cadáver.

Sanz Martínez, con sus compañeros de pesca submarina
Una persona "muy alegre"
«Era una persona muy alegre, habladora y con una sonrisa de oreja a oreja. Siempre le recordaremos así», ensalza su amigo y compañero Pepe Viña, reconocido campeón del mundo y leyenda de la pesca submarina en Asturias, afectado por la pérdida un «un gran amigo» desde «hace muchísimos años». El fallecido, cliente habitual de su tienda, compartió con Viña muchos años de pesca submarina en el Club Apnea.
De su pasión por el mar disfrutó durante los últimos 26 años en el Club Trébol. «Lo creamos hace 29 años y fue de las primeras personas en llegar después de los fundadores. Éramos algo más que compañeros, éramos amigos de toda la vida», recuerda el presidente de la entidad, José Ángel García. Y continúa: «Era una persona que siempre estaba ahí para ayudar si alguien tenía un problema. Y un gran pescador de toda la vida. Su pérdida fue mero accidente porque tenía mucha experiencia y agarró piezas excepcionales», elogia García, quien recuerda con cariño ese sexto puesto que consiguieron mano a mano en un Campeonato de Asturias. «Estamos muy tocados. Hace siete años perdimos a otro compañero, Juan Hevia, al que precisamente ahora dedicamos un memorial. Es un golpe duro», reconoce.
Los restos mortales del fallecido fueron trasladados a tierra, donde la Guardia Civil se hizo cargo de todos los trámites para proceder al levantamiento del cadáver. Está previsto que el cuerpo llegue este viernes al Tanatorio Jardín El Lauredal, en Gijón, una vez se realice la correspondiente autopsia que aclare las causas del fallecimiento. La celebración de la palabra tendrá lugar el sábado a las doce y media de la tarde en el propio tanatorio. Posteriormente, sus restos mortales serán incinerados en la intimidad familiar.
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