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Cabueñes y Deva rinden homenaje a Celso González, un párroco "que deja huella"

"Cada vez hay menos curas; no queda otra que fusionar parroquias", asumen los feligreses sobre el nuevo plan de unidades pastorales

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Por la izquierda, Eva Fernández, Celia Fernández, Celso González, Álvaro Fernández y Manuel Fernández. Marcos León/ Lne

Nada más llegar a la Quinta del Infanzón, donde cerca de 200 feligreses de Deva y Cabueñes le esperaban, dos pequeños de la catequesis se acercaron a Celso González para darle un regalo. Celia Fernández, de 9 años, le entregó al religioso una foto de cuando ella hizo la primera comunión. Lo hizo ante la atenta mirada de su hermano Álvaro, de 7 años, (al que le tocará el nuevo párroco para esta celebración) y de su madre, Eva Fernández, catequista en Cabueñes, y a la que González confirmó, casó y bautizó también a sus niños. "Me da pena, es una referencia entrañable, un cura muy cercano que le gustaba hablaron siempre de sus experiencias en la vida, de su etapa en Estados Unidos", señaló la mujer, una de las casi doscientas personas que ayer arroparon al sacerdote en una despedida muy entrañable.

Todos los asistentes, que disfrutaron en La Quinta del Infanzón de un día muy entrañable, coincidían en señalar que Celso González es una persona que "deja huella". "Es casi como una boda", añadieron en un acto que se produjo tras una misa en Deva, ya oficiada por el nuevo párroco, Maximino Canal, y que sirvió para que se diesen el testigo oficial. El próximo domingo se producirá la misma situación en Cabueñes dentro de la renovación y unificación de parroquias, desvelada por LA NUEVA ESPAÑA, que se está llevando a cabo en el arciprestazgo de Gijón.

Celso González, a sus 82 años y más de medio siglo de sacerdocio, ya no tendrá que ir en coche desde la Casa Sacerdotal de Oviedo, donde reside, hasta Gijón para oficiar las misas en Deva y Cabueñes. "Él mismo nos lo transmitía, que no estaba cómodo conduciendo, y nosotros también estábamos intranquilos con que estuviese todo el día en la carretera", reconocía Marisa González, su sobrina, que le acompañó ayer en la comida de homenaje junto a otros familiares, entre ellos Juan González, hermano. "Ha dejado su vida aquí. Sé lo que ha significado para él estar en Deva y Cabueñes. Se nota todo lo que le quieren, igual que le quisieron mucho en Nueva York", indicó, antes de añadir sobre su jubilación: "No es bueno descansar del para la mente y el físico, pero el problema es el coche".

De la parroquia de Deva acudieron ayer a despedirle María Jesús Ardura y Teresa Núñez. La primera reconoció que no tenía muchas ganas de fiesta, pero que cambió de opinión cuando le dijeron que era por Don Celso. "Dejó huella. Le queremos muchísimo. Era muy bueno y estaba integrado en nuestro día a día", comentó. Núñez, por su parte, reconoció que no le sorprendía ver a 200 personas en este evento. "En mi caso soy de Cabueñes y todo el mundo que es de ahí y le conocía no se ha perdido este día".

A sus 82 años a Celso González le ha llegado la jubilación. Una situación que se produce constantemente en Asturias, que obliga ante la falta de relevo a fusionar parroquias, dentro del nuevo plan de unidades pastorales planteado por el arciprestazgo. "Cada vez hay menos curas y tienen que fusionar y llevar más parroquias, no queda otra, va a ser complicado para ello, pero es así", indicó Rosario Menéndez, vecina de Deva. "No cabe otra, no hay sacerdotes, antes llevaban dos y ahora llevan hasta seis", contó Manuel Fernández, que creó el Coro Parroquia de Cabueñes y que ayer le cantaron en la comida a Don Celso la misma canción con la que le despidieron en Nueva York titulada "Qué detalle señor has tenido con Celso".

"Después de 57 años llegó el día de despedirme. Estoy muy emocionado, contento y nervioso. Me han hecho esta fiesta con mucho cariño y tengo que agradecerlo mucho a todos los vecinos", reconoció Celso González. "Ahora lo primero que haré es una revisión médica, y después intentaré hacer vida normal", subrayó.

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