Un préstamo con unas "condiciones abusivas" habrían llevado a un carnicero padre de dos hijas a perder su casa, al divorcio, a vivir en una habitación en un piso compartido de Contrueces y, por último, a la cárcel acusado de asesinato. Felipe D. A. R., el gijonés de 56 años encausado por matar a Francisco Javier Rodríguez Tobajas, el dueño de la inmobiliaria Golden Star, ingresó ayer en prisión provisional tras declarar ante el juez Julio Martínez Zahonero. Explicó que le dio dos puñaladas a la víctima porque, tal y como desveló hace dos días LA NUEVA ESPAÑA, le había concedido hace varios años un crédito con unos intereses muy altos. Dijo que lo firmó su entonces mujer y que el matrimonio recibió 3.500 euros y después tuvo que devolver al agente inmobiliario 17.000; y más de 20.000 a otro prestamista. Aseveró que Tobajas "engañó" a su esposa para acordar el préstamo, que trató de romper el acuerdo el mismo día de la firma, pero que el ahora fallecido se negó porque "estaba firmado ante notario". Todo ello, incluidas las cifras, constan en el atestado policial de la detención.
Felipe D. A. R. ya duerme en el Centro Penitenciario de Asturias. El juez decretó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Las mismas condiciones había pedido la Fiscalía. El detenido respondió ayer a todas las preguntas. "Fue muy colaborativo en todo", afirma su abogada, la ovetense María Escanciano. Felipe D. A. R. explicó que su mujer acudió a Fran Tobajas y a un socio suyo para conseguir un préstamo allá por los años de la crisis económica iniciada en 2008. Tobajas, antes de tener la inmobiliaria de la calle Campo Sagrado, se dedicaba a este negocio. El encarcelado indicó que su esposa logró 3.500 euros, pero que los intereses luego fueron muy altos. Siendo un préstamo personal no había posibilidad de emprender acciones legales para evitar el pago de esos intereses como sucede con los bancos. "Las condiciones eran aberrantes. Muy bestias. Lo perdió todo", incidió Escanciano.
Felipe D. A. R. se enteró el mismo día en que su mujer firmó el crédito. Entendió que Tobajas había "mentido" a su esposa para firmar varios contratos. Trató de dar marcha atrás, pero no pudo. Afirmó que fue a hablar con el hombre al que años después habría de asestarle dos puñaladas, una en pleno corazón y otra en el abdomen, para tratar de romper el acuerdo. Contó que Tobajas se negó a ello porque ya estaba todo firmado ante notario. Fue a partir de este momento cuando, entiende el acusado, que su vida comenzó a ir cuesta abajo. Reseñó que, para hacer frente a los intereses, tuvieron que pedir más dinero y poner su casa como garantía de cobro. Según dijo, lograron resolver la deuda con Tobajas, pero no las demás. Perdieron su piso en el barrio de Montevil. Fueron desahuciados con una orden judicial en 2014.
El autor tiene ahora 56 años y dos hijas mayores de edad. La separación le hizo acabar en un piso antiguo de la carretera del Obispo. Volvió a su barrio de toda la vida, Contrueces, para compartir vivienda con varias personas. Tenía alquilada una habitación. "Tenía la vida hecha. Era una persona que trabajó toda su vida de carnicero y de pronto se vio sin nada", explica su abogada. Lo que no ha trascendido es por qué actuó tanto tiempo después. Escanciano sostiene que no hubo preparación del crimen. Que fue a la inmobiliaria el mismo miércoles y se fue. "No lo preparó. Fue ese mismo día. No estuvo los anteriores. No creo que solo fuera una persona completamente desesperada. Creo que era una persona que se encontraba deprimida", apostilla su letrada.
El entorno de la víctima explicó a este periódico que el carnicero estuvo merodeando durante toda la mañana por el número 51 de Campo Sagrado. Los trabajadores aseguraron que no sabían quién era. Estas mismas fuentes aseguraron que ni el propio Fran Tobajas se dio cuenta. Señalaron que hacía tiempo que había dejado el negocio de los préstamos. Felipe D. A. R. actuó pasada la una y media de la tarde. Salió agazapado de detrás de una furgoneta y se fue hacia Tobajas con un cuchillo de grandes dimensiones de la mano. Tal y como desveló LA NUEVA ESPAÑA, lo había sacado el martes de la carnicería en la calle Uría donde trabajaba. Le pilló mientras iba a entrar a su coche de empresa. La hija de Tobajas estaba presente cuando sucedió todo.
El encarcelado, «arrepentido» por el daño a la familia de la víctima y a la suya
La defensa del carnicero se centrará en las próximas semanas en tratar de evaluar cómo de desesperado se encontraba. Se enfrentará a un jurado popular acusado de asesinato. Por ahora, Felipe D. A. R. se muestra entero. Así lo cuenta su letrada. «No ha puesto ninguna objeción a nada. Lo asume. Asume lo que ha hecho», afirma. Insiste en que colaboró en todo momento. El autor fue detenido pocos minutos después del crimen. Lo pillaron varios agentes de la Policía Local en la confluencia de las calles María Cristina y Duque de Rivas. Llevaba aún las manos bañadas en sangre. Se había desprendido del cuchillo poco antes tirándolo por encima de la tapia de la residencia del Carmen. A estos agentes les contó lo mismo que verbalizó ayer ante el juez Julio Martínez Zahonero.
El ahora preso llegó al Palacio de Justicia para declarar con la mañana recién comenzada. Fue trasladado desde los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional de El Natahoyo, donde permanecía desde el miércoles. Su defensa destacó el buen trato dispensado por los agentes. La Fiscalía comunicó sobre las 12.30 horas su solicitud de ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza por un delito de asesinato. El Ministerio Público hizo esa petición por la gravedad de los hechos y al entender que había riesgo de fuga. El Juzgado de Instrucción número 3 dictó el auto de prisión una media hora más tarde de la petición de la Fiscalía.
La declaración de Felipe D. A. R. se produjo en un día de mucho trajín en el Palacio de Justicia. Al movimiento habitual se le sumó el acto institucional de la jura de los nuevos procuradores del Colegio de Gijón. Acudieron altas esferas de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Al ser viernes, se celebraron varias bodas en la sala situada a la entrada del edificio.
El agresor fue trasladado a la cárcel de Villabona en un furgón de la Guardia Civil. Otros acusados que compartieron calabozo con él salieron por su propio pie. Uno lo hizo cojeando, descalzo y con una venda en el pie y otra en el tobillo. La familia de Felipe D. A. R. estuvo en el juzgado pendiente de él. Dijo, para acabar, que en cierta manera estaba «arrepentido». Arrepentido de lo que le hizo a la familia de Tobajas. Y a la suya.