El museo del jardín de las delicias en el Evaristo valle

El museo, que ha recibido este año a 2.500 escolares, propone una nueva perspectiva para las visitas, con más relación con la naturaleza y mayor cercanía al arte

Pablo Antuña

Pablo Antuña

A lo largo de 2023, cerca de 2.500 escolares de 50 centros de enseñanza han pasado por el Museo Evaristo Valle a descubrirlo y disfrutarlo. Ha sido una media de tres visitas semanales, de todos los niveles educativos, desde Infantil hasta Secundaria, con la peculiaridad de contactar con un enclave situado en la zona este de Gijón que aúna arte y naturaleza. Hace un par de meses que el museo ha incorporado a Carmen Estrada y Noelia Velasco para darles otro aire a las visitas escolares. "Queremos darle un enfoque didáctico y fomentar la relación personal y conexión con la naturaleza. Además de recuperar la cercanía con el arte, que vuelve a primar en el aula", enfatiza Estrada mientras atiende la visita de escolares de Primaria del colegio La Salle, de La Felguera.

"Es la primera vez que vienen a un museo, muchos de ellos estaban inquietos", confiesa Pelayo Canto, profesor de los 24 alumnos que tomaron parte en la visita. "Se enmarca dentro del proyecto que hacemos en clase de ‘Este museo está muy vivo’, en el que trabajamos cada día un tipo de arte. Visitar el museo era el final del programa, es un modo de aprendizaje diferente y muy enriquecedor", detalla.

La pequeña Olaya Torrejón, a la que le encanta la pintura, disfrutó conociendo el jardín del museo. Una situación parecida a la de Yago Crespo. "Es mucho mejor que estar en clase", indicó el pequeño.

El Museo Evaristo Valle, que lleva tres décadas recibiendo visitas escolares –"fuimos los pioneros de Asturias", subraya Pablo Basagoiti, su responsable de comunicación–, quiere dar un paso más ahora y adaptarse a los nuevos modelos de aprendizaje. "En estos tiempos tan digitales es importante darle valor al aprendizaje en contacto de la naturaleza, y este jardín histórico es muy accesible para ellos", relata Velasco. "Trabajamos de otra manera, con más juegos y más actividad con las manos", apunta Estrada. "Y para el año nuevo introduciremos un aparato que traduce los impulsos electromagnéticos de las plantas y los hace música", concluye.

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