El Natahoyo se despide de los Jesuitas: "El compromiso con Gijón seguirá"
"Siempre duele cerrar una comunidad", afirma el superior Pedro Luis García Vera en la misa por San Ignacio

Nico Martínez
"Por un lado sentimos pena al ser un día de despedida y, por otro, la sensación de que hemos cumplido una misión y ahora toca otra cosa". El párroco de la iglesia de San Esteban del Mar, el jesuita Manuel Rodríguez Carrera, definía con estas palabras lo que le generó ayer la misa celebrada en la parroquia con motivo de la festividad de San Ignacio de Loyola. Una eucaristía presidida por el superior de la Compañía de Jesús en Asturias, Pedro Luis García Vera, que sirvió como acto oficial previo a la despedida de los jesuitas ubicados en El Natahoyo, un barrio al que los jesuitas llegaron en agosto de 1962 y del que ahora se alejan para concentrar a toda su comunidad asturiana en Oviedo. "Siempre duele un poco cerrar una comunidad porque es una presencia que comenzó hace muchos años, pero el compromiso seguirá siendo atender las obras de Gijón desde Oviedo. Ahora haremos lo que hace mucha gente de Asturias, que es viajar por motivos de trabajo y la parroquia seguirá dependiendo de la Compañía otros dos años", aseguró García Vera, quien señaló que "la labor social y educativa que se ha realizado en Gijón ha sido importantísima".
Hasta la iglesia de San Esteban del Mar se acercaron numerosos vecinos que quisieron celebrar allí, un año más, la festividad de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús. Después de que una veintena de componentes del coro habitual de las misas de los jesuitas interpretara "Amarte a ti, Señor", García Vera tomó la palabra para resaltar la figura de San Ignacio de Loyola. Comenzó haciendo un breve repaso de la historia de su vida para más tarde enumerar sus motivaciones. "Ignacio lo hizo todo desde la vocación religiosa, que le llevaba a descubrir cómo servir mejor a los demás, empezando por los que tenía más cerca, y con una sensibilidad especial para la gente más sencilla y los que más necesidades tienen. Todo esto nacía de la manera en que él imaginaba que Dios veía el mundo, un mundo herido y necesitado de sanación. Se sentía invitado a colaborar con Dios en esta misión de una manera alegre y con sentido pleno", desarrolló. Y añadió: "Otro secreto de Ignacio es vivir su misión en compañía de otros compañeros que representan el rostro de la Iglesia, dentro de la cual se sentían".
El superior de los Jesuitas estuvo acompañado en todo momento por sus compañeros Jesús Martín Mateo, Jaime Peñaranda, Alfredo Flórez Cienfuegos-Jovellanos, Teodoro García Estalayo, Javier Rodríguez, Jesús Ángel Fernández, José Antonio García Quintana y Manuel Rodríguez Carrera. Todos ellos coincidieron en que la cita conllevaba "un sentimiento agridulce".

Así fue la misa por San Ignacio en El Natahoyo en la despedida de los jesuitas (en imágenes) / Marcos León
García Vera explicó que "ha habido tres personas de la comunidad que ya han sido trasladadas a residencias de mayores, donde están mejor atendidos; otras dos que cambian de destino y ya están preparando su cambio, y otras tres que van a vivir en Oviedo". "Lo vivimos como algo bastante natural porque los jesuitas estamos acostumbrados de a cambiar de lugar en función de las necesidades", afirmó el superior, que comentó que "el motivo fundamental de tener que cerrar la comunidad es que cada vez hay menos jesuitas y que algunos más mayores requerían más atención". "Lo que intentamos es potenciar alguna comunidad más preparada y más cuidada. Es más fácil hacerlo en una que no en dos", aseveró García Vera, antes de agregar que "ojalá pudiéramos tener más, pero somos los que somos y eso hace que tengamos que replegarnos".
No obstante, aunque los Jesuitas ya no contarán con su residencia en El Natahoyo, sí que seguirán atendiendo desde Oviedo a la Escuela de Formación Profesional Revillagigedo, la parroquia de San Esteban del Mar y el Hogar de San José. El párroco Manuel Rodríguez Carrera, que será quien siga al frente de la iglesia, reconoció que "se echará mucho de menos esta casa". "Son muchos años los que hemos trabajado aquí, pero es lo que toca ahora y hay que seguir apoyando. Si se hace no es por gusto", apuntó.
Por su parte, Alfredo Flórez Cienfuegos-Jovellanos, director del colegio de la Inmaculada desde 2015 y hasta el pasado curso, hizo hincapié en que "aunque nos da mucha pena marchar, gracias a que hay muchos laicos formados y comprometidos con nuestra labor podremos seguir haciendo el trabajo aunque seamos menos". "Nos llena de tranquilidad saber que pueden hacer lo que antes hacíamos tantos jesuitas", agregó.
Quien cambiará Gijón por San Sebastián será José Antonio García Quintana, profesor en el Revillagigedo y miembro de la comunidad jesuita en El Natahoyo durante 12 años. "Hoy recuerdo a todos los jesuitas que han ido pasando por aquí, con estas obras tan grandes que se han hecho. Se nota que han estado presentes formando parte de la vida de la gente y del barrio".
De acuerdo con sus palabras se mostraron los feligreses que se dieron cita en la misa. Juan Prieto, vecino de El Natahoyo de 70 años, puso el foco en que "la Compañía de Jesús ha hecho una inmensa labor social a la hora de mirar por los demás y ayudar a gente de la parroquia". "Hay muchas familias que les deben todo. Estamos orgullosos de ellos y se les va a echar de menos, pero confiamos en que sigan viniendo, aunque será un trabajo todavía más extraordinario el que tengan que hacer", relató. A escasos metros estuvo Francisco Javier Blanco, un vecino de Jove que indicó que "su llegada fue positiva porque son una fundación prestigiosa". "Me da mucha pena que se marchen de El Natahoyo porque esta comunidad significó mucho para la clase obrera y más desfavorecida de estos barrios".
Al término de la eucaristía, tanto los jesuitas como el resto de los presentes tuvieron una reunión en los salones parroquiales como acto de fraternidad. "No hay mejor forma de cerrar el ciclo que unidos por la celebración de San Ignacio", culminó García Vera.
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