Cándido González, un bicentenario y pico del maestro de obras esencial para convertir la villa que conoció Jovellanos en la ciudad que fue Gijón a finales del siglo XIX

Una iniciativa ciudadana logró que el pasaje del lateral del Barjola lleve desde el año pasado su nombre

Héctor Blanco

Héctor Blanco

Cándido González Cuervo nació en Gijón en 1814, hace 210 años. A muy pocas personas les sonará esta personalidad, cuyo nombre singulariza desde hace poco el pasaje existente en el lateral del Museo Barjola.

En 2014 se solicitó dedicarle un espacio público de la ciudad precisamente con el fin de celebrar el bicentenario de su nacimiento. El trámite resultó entonces infructuoso y, no sin perseverancia, se consiguió culminar a finales de 2023 con la colocación de la correspondiente placa. Nueve años para dar a un callejón sin nombre el de un gijonés del que se dijo en su obituario que "pudo servir de modelo de los hombres laboriosos y honrados". Nueve años de trámite hacen evidente que casos como este y otros tantos deberían hacer meditar a nuestros gobernantes locales si, en numerosas ocasiones, no convierten la "participación ciudadana" en "tortura ciudadana". La cuestión es que por fin Cándido González ya tiene un lugar en su ciudad que le recuerde. Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Arquitectura resulta oportuno aclarar el motivo por el que se pidió que su nombre figurase en nuestro callejero.

Cándido González Cuervo tuvo una función esencial en el Gijón de su época, en concreto desde la década de 1850 hasta su fallecimiento en 1882, desempeñando la profesión de maestro de obras. En ese periodo histórico este tipo de técnicos medios tuvieron un papel clave en el desarrollo de las ciudades contemporáneas. El escaso número de arquitectos titulados hasta el último tercio del siglo XIX hizo que grandes áreas del país, caso de Asturias, careciesen de técnicos superiores para resolver la totalidad de las necesidades constructivas existentes.

Gijón, en pleno desarrollo industrial y comercial, no tardó en generar un importante proceso de remodelación y crecimiento urbano que fue posible acometer, en gran medida, gracias a la labor de Cándido González. Para el Ayuntamiento desempeñó los puestos clave de inspector de obras publicas municipales desde 1850 hasta 1860 y de maestro de obras del municipio desde 1865 hasta 1882. Solo interrumpió su estancia en la villa entre 1862 y 1865 al ser nombrado maestro de obras del Ayuntamiento de Oviedo.

Con una función similar a la que hoy desempeñan los arquitectos técnicos, participó en obras tan representativas como la construcción del antiguo teatro Jovellanos, la plaza Mayor, el Ayuntamiento o el teatro-circo de los Campos Elíseos. Como tracista diseñó un importante número de edificios de todo tipo, públicos y privados, entre los que sobresalen los primeros mercados cubiertos de Asturias.

Este último es el aspecto más relevante de la obra de González Cuervo, especialmente por el uso en estas construcciones de estructuras metálicas, siendo uno de los pioneros de la arquitectura del hierro en España. Los mercados de Trascorrales en Oviedo y de Jovellanos en Gijón, proyectados respectivamente en 1862 y 1867, constituyen el culmen de su carrera y son dos de los hitos de la arquitectura asturiana contemporánea.

No dejó de sorprender este hecho hace precisamente ahora treinta años, cuando José Ramón Fernández Molina y Juan González Moriyón publicaron la magnífica obra "La arquitectura del hierro en Asturias". Esa fue la primera vez en la que se puso de relieve la importancia de la figura de Cándido González. Hace una década en la publicación "Arquitectura sin arquitectos en Asturias. Maestros de obras y otros autores", ya se recogió pormenorizadamente la biografía profesional de este técnico y pudo conocerse de manera global su obra.

En Gijón, Cándido González supo asumir la labor esencial de encaminar el proceso de conversión de la villa que conoció Jovellanos en la ciudad que podemos contemplar en las fotografías de finales del siglo XIX. Su laboriosidad e ingenio y su desempeño ejemplar durante casi tres décadas como técnico municipal merecen el honor de ser el primer maestro de obras en dar nombre a una vía pública de Gijón.

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