Flores por la memoria en los camposantos gijoneses: "Es imposible no emocionarse"

Miles de personas visitan los cementerios municipales para "rendir homenaje" a sus difuntos seres queridos en un día de "celebración especial"

VÍDEO: Las familias llenan los cementerios de Gijón para honrar a sus seres queridos en el Día de Todos los Santos: "Es imposible no emocionarse"

LNE

El Día de Todos los Santos es en Gijón, como en el resto de España, una fecha grabada a fuego en las agendas de las familias, que acudieron ayer en masa a los cementerios municipales para honrar la memoria de sus seres queridos. Una jornada, la del 1 de noviembre, de recuerdos, sentimientos y, sobre todo, de amor a aquellos que ya no están. Los camposantos se llenaron de multitudes en un día de flores, rezos y, también, muchas lágrimas. Era complicado contener las emociones.

El trajín fue continuo en el cementerio de Deva, que además está de aniversario, ya que el 22 de noviembre se cumplirán 25 años desde su inauguración. Un espacio con cifras de récord este 2024 –contabilizadas hasta el 30 de septiembre– al superar, en número de inhumados, al resto de cementerios de la ciudad (Ceares, Jove, Somió, Tremañes, Cenero, Cabueñes y Baldornón). En Deva, donde Emtusa habilitó refuerzos especiales, al igual que en Ceares, estaban María Jesús Bueno y Diego Montero, tía y sobrino, para venerar al padre de la primera, que falleció en agosto, por lo que la visita tenía un componente aún más conmovedor. "Es un día muy importante, aunque venimos a menudo", subrayó Bueno, a la que Diego Montero abrazaba con fuerza. "Siento que es un buen momento para recordar a la gente que nos falta y que últimamente se está perdiendo esta tradición", comentó el joven, cerca de una mujer que sollozaba sin consuelo apoyada en una de las escaleras utilizadas para acicalar los nichos de mayor altura.

En la zona de esos nichos, en los columbarios y en el Parque de las Cenizas de Deva, el movimiento no daba un respiro. En la entrada principal se juntaban numerosos vehículos mientras la Policía Local regulaba ese constante flujo. En uno de los pasillos del camposanto, Maribel Nicolás contemplaba ensimismada los nichos de sus tíos junto a su madre Carmina Suárez. Unos metros por detrás, Lucía e Ismael Tuñón también miraban con solemnidad. "Es una tradición venir este día", afirmaba Maribel Nicolás, que llevó unos crisantemos para engalanar el lugar de descanso eterno de sus familiares. "Esto hay que hacerlo todos los años", decía Lucía Tuñón, de 16 años.

En El Suco, en Ceares, ni los escalones ni el calor imperante fueron excusa para los muchos gijoneses que se armaron de entereza para rendir tributo a los suyos. Asun López y Eva María Bustelo, madre e hija, colocaban con mimo unas flores en el nicho de la progenitora de la primera. "Es imposible no emocionarse", confesaba Bustelo, con la voz entrecortada y al borde del llanto, al hablar de su difunta abuela. Concordaba Asun López. "A pesar de que ya hace muchísimo que murió, en 1993, no fallamos nunca, porque la recordamos con mucho cariño", aseguraba. La mezcolanza de emociones embargaba a Bustelo, que durante el año no suele visitar el camposanto de Ceares. Ayer, eso sí, ni se le pasaba por la cabeza quedarse en casa. "Me acuerdo de ella muchas veces, la tengo muy presente", indicaba Eva María Bustelo, que definía la jornada como "una celebración especial" para "demostrar que estamos aquí y que no olvidamos", remarcó. Con claveles y margaritas adornaron entre ambas el nicho. En la floristería, las rosas escaseaban, inequívoco síntoma de la gran afluencia en el cementerio de El Suco.

El Día de Todos los Santos involucra a todas las generaciones, como reflejaban Ángeles Vali, de 95 años, y su bisnieto, Neizan Américo, de 6, también acompañado de su abuela Rosa María Artime. Los tres, con mimo, disponían varias flores en honor de los antepasados familiares. "Aunque vengas con pena, te desahogas. Las emociones aparecen siempre, igual que el primer día", admitía Ángeles Vali, que rememoraba con mucho aprecio a su hijo, fallecido a los 56 años.

En el oeste gijonés, el ajetreo era mayúsculo en el cementerio de Jove, con reuniones de familias que deseaban honrar a sus difuntos. Esther García observaba con detenimiento el nicho de su marido al abrigo de sus nietos Enol y Leire Muñiz. "Mientras tengas el recuerdo en la memoria, la gente nunca muere", reivindicó Enol Muñiz. Por mucho que su abuelo pereciera hace más de dos décadas, este sigue muy presente en la vida de la familia. De hecho, Esther García visita el camposanto casi semanalmente. En lo que todos coincidían es que el día de ayer era especialmente significativo. "Venimos siempre que podemos a acompañar a nuestra abuela para que no esté sola. Es lo menos que podemos hacer", señaló el nieto de Esther García. La familia, residente en La Calzada, intenta sacar un hueco cada vez que puede para pasarse por el cementerio.

"Pese a que las personas se vayan, el sentimiento permanece", sostenía, por su parte, Marcelina Torre, en referencia a su padre. Para ella, la jornada de ayer tenía un objetivo claro, "rendir homenaje" a los difuntos. Torre, con su hermano José Rubén, su tía Margarita y Felicidad González (esposa de José Rubén) llevaron claveles rojos en un guiño al gusto por ese color de una de las muchas personas que recibieron ayer un tributo repleto de sentimientos. Las misas también proliferaron en los cementerios gijoneses, que vivieron un Día de Todos los Santos tan emotivo como de costumbre.

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