Estos son los míticos espacios de Gijón en los que dejó su sello el horticultor Pedro Múgica

Su funeral en San Pedro fue multitudinario

Vista de los Jardines de la Reina hace un siglo.

Vista de los Jardines de la Reina hace un siglo.

El 1 de marzo de 1959 moría en Villaviciosa, casi centenario, el horticultor Pedro Múgica Otaegui. Aunque fue enterrado en el cementerio maliayo su funeral, celebrado dos días después del óbito en la gijonesa iglesia de San Pedro, fue multitudinario ya que Múgica era un personaje muy popular en Gijón y su familia gozaba de gran reconocimiento.

Pedro Múgica, nacido en San Sebastián en 1862, se casó a los 24 años con Úrsula Urcelay Montero que entonces tenía 17 años. El matrimonio tuvo seis hijos: Rogelio Ramón (1887), María del Carmen (1888, fallecida a los 20 días de nacer) y José Jenaro (1889), nacidos en Hernani; María del Carmen Concepción y Pilar, nacidas en Vitoria; mientras que su última hija, Presentación, ya nació en Gijón tras establecerse aquí la familia en el año 1897.

Un artículo de Ignacio Javier Larrañaga Urain ("Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián y Gipuzkoa", número 56, 2023) aporta muchos datos sobre Múgica y su familia.

En el año 1890 Pedro Múgica Otaegui, que era horticultor en Hernani, obtuvo la plaza de jardinero municipal de Vitoria tras competir con otros diez candidatos. Tenía pese a su juventud (28 años) mucha experiencia cuidando jardines particulares en su tierra e incluso para el Ayuntamiento de París. En Francia había ampliado conocimientos a la vez que participado en concursos de floricultura.

Pedro Múgica Otaegui -con 70 años, sentado, abrazando a su único nieto varón Pedro Zaldívar Múgica- rodeado de su familia en 1932. A la izquierda está su esposa, Úrsula Urcelay Montero, y sentada a la derecha su hija menor, Presentación, la única de los seis hijos del matrimonio nacida en Gijón.

Pedro Múgica Otaegui -con 70 años, sentado, abrazando a su único nieto varón Pedro Zaldívar Múgica- rodeado de su familia en 1932. A la izquierda está su esposa, Úrsula Urcelay Montero, y sentada a la derecha su hija menor, Presentación, la única de los seis hijos del matrimonio nacida en Gijón. / Pilar García de la Cruz Múgica

Su suegro, Martín Urcelay, era también horticultor y junto a él decoró la Casa Consistorial de Vitoria en agosto de 1895 con motivo de la visita de la reina María Cristina de Habsburgo. En diciembre de ese año fue nombrado "director de los jardines, arbolados y paseos públicos de San Sebastián" tras superar el proceso de selección para el puesto.

Tras apenas dos años en el cargo en San Sebastián dimite para establecerse en Gijón por cuenta propia. En el estudio antes citado de Ignacio Javier Larrañaga Urain se aportan datos sobre la causa, uno de ellos "los gastos que proporciona su numerosa familia que no le hacen posible vivir con algún desahogo".

En enero de 1898, con 36 años, abre en Gijón el "Establecimiento de Horticultura de Pedro Múgica", y se anuncia casi a diario en la prensa local señalando que era el "antiguo director de los jardines y arbolados de las ciudades de San Sebastián y Vitoria". Se publicitaba como vendedor de todo tipo de flores, conservador de jardines y como experto en adornar salas de baile, con tienda en la calle de San Bernardo 25 y viveros "detrás del colegio de los Padres Jesuitas".

Fue premiado en la Exposición Regional de 1899 y en 1900 recibió el encargo de Junta de Obras del Puerto de crear los Jardines de la Reina, con motivo de la visita que los monarcas María Cristina de Habsburgo y Alfonso XIII realizaron en el verano de ese año.

Pedro Múgica asumió abundantes encargos privados, pero también de entidades públicas. Tras hacerse cargo de los jardines de la Junta de Obras, en 1906 el Ayuntamiento de Gijón lo contrató para la conservación de espacios verdes como Begoña y la plaza del Seis de Agosto, labor que se repitió algunos años; colaboró en 1911 en los actos de homenaje a Jovellanos en el centenario de su muerte así como en la visita real de 1913. Igualmente prestó sus servicios a la Asociación Gijonesa de Caridad y la Asociación Popular de Cultura e Higiene y así consta en el diario "El Comercio", del 18 de julio de 1910 que esta entidad "adquirió un vasto lugar para un parque de recreo infantil bajo la dirección de don Pedro Múgica a fin de enseñar a los niños a respetar las plantas".

Tamariscos en el paseo del Muro hacia 1950.

Tamariscos en el paseo del Muro hacia 1950. / Archivo General de la Administración

Sin duda una de las aportaciones más significativas, y desconocidas, de Múgica a la imagen de nuestra ciudad fue dar con la especie apropiada para el arbolado del paseo del Muro. Gracias a él la avenida de Rufo García Rendueles quedó flanqueada por dos líneas de tamariscos (Tamarix gallica), una paralela al paseo y otra en la acera de la parte edificada. Hace justo un siglo se constató que aquella plantación reciente había sido un éxito, que el arbolado había arraigado y crecía frondoso, con lo que se remataba la imagen de la fachada marítima de la ciudad. Suprimido durante el desarrollismo, hace treinta años volvió a plantarse esa misma especie dentro del proceso de recuperación del paseo.

En relación con este arbolado histórico cabe citar los imponentes tamariscos que hoy se emplazan en la entrada del pabellón del Club de Regatas en Santa Catalina, cuyos troncos superan los tres metros de perímetro. Juan Lorenzo y Ramón Alvargonzález apuntan a que también son resultado de la labor jardineril de Múgica.

Se contaba, y no era una leyenda urbana, que Múgica en su vivienda de El Coto solamente hablaba con su familia en euskera o en francés. Lo cierto es que como "El Francés" era conocido en Gijón. Su empresa se consolidó como una de las más reputadas de Asturias llegando a contar con viveros en Colloto, Viesques y Sotiello, además de los mencionados en El Coto "a 200 metros del tranvía".

Descendientes de Pedro Múgica abrieron en la década de 1940 la floristería Casa Múgica en la calle de San Antonio, regentada en su etapa final por su bisnieta Pilar García de la Cruz Múgica hasta su jubilación a comienzos del año 2020.

Durante 122 años el nombre de Múgica fue un referente en Gijón y hoy nos quedan como la parte más significativa de su legado –y esperemos que por largo tiempo– las centenarias palmeras del muelle y el único verdor del Muro.

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