Los árboles de Isabel la Católica, a examen: "Seguimos criterios técnicos"

Un estudio con sensores dictaminará la salud de los ejemplares más envejecidos del parque

Por la izquierda, Rodrigo Pintueles, Alejandro Navazas y Sergio Rodríguez, ayer, frente a uno de los equipos de diagnóstico de árboles en Isabel la Católica

Por la izquierda, Rodrigo Pintueles, Alejandro Navazas y Sergio Rodríguez, ayer, frente a uno de los equipos de diagnóstico de árboles en Isabel la Católica

Los árboles de Isabel la Católica se someterán a su particular reconocimiento médico. El servicio de Parques y Jardines, que habitualmente inspecciona y vigila el estado de salud de todo el arbolado de la ciudad, está realizando un estudio más pormenorizado en el parque, que cuenta con unos 1.500 ejemplares, para detectar cuáles corren riesgo de enfermar o cuáles están agotando su esperanza de vida. Como en un triaje hospitalario, el "diagnóstico" se saldará con tres grupos: los árboles sanos que no precisan de actuación, los que padezcan algún deterioro que deba vigilarse y los que sufran alguna patología que obligue a tomar medidas. "Eso no tiene por qué suponer una tala; también podemos reducir el tamaño de la copa, por ejemplo, para reducir su exposición al viento", razonó ayer Alejandro Navazas, director general de Medio Ambiente.

Junto a Navazas, el popular Rodrigo Pintueles, edil de la concejalía competente de esta rama, presentaron algunas de las herramientas que el servicio utiliza para analizar los troncos. Quien mejor se sabe el apartado técnico es Sergio Rodríguez, especialista del servicio y experto en arboricultura. Él explicó que, a grandes rasgos, la revisión de los árboles de Gijón comienza por una inspección visual que, siguiendo una serie de parámetros, permite dictaminar cuáles podrían presentar algún tipo de daño. Es entonces cuando los ejemplares se someten, por lo general, a dos estudios: un tomógrafo y un resistiógrafo. Ambos permiten visualizar en pantalla, ya sea con un mapa de colores o de ondas –como los de un electrocardiograma–, qué ocurre en el interior del tronco.

Sensores en uno de los chopos.

Sensores en uno de los chopos. / Lne

Se inspeccionó ayer uno de los chopos del parque que presiden la senda que desemboca en la avenida de Castilla, por ejemplo, y se detectaron inestabilidades en la parte interna que, a juicio de Rodríguez, podría estar causándolas un hongo. Explicó que, por ahora, el árbol no corre riesgo de desplomarse, pero sí reconoció que todos los chopos de este entorno están "envejecidos". Navazas añadió que, a largo plazo y de manera progresiva, estos chopos tendrán que ser sustituidos, como ya lo fueron los que presidían el parque en el tramo más próximo a la avenida, hoy sustituidos por tilos: "Los árboles no son eternos".

Pintueles y su equipo explicaron querer dar a conocer este tipo de intervenciones ante las aparentes dudas entre la ciudadanía respecto a los protocolos de talas. "No es que el concejal o el director general se despierten un día con ganas de talar árboles: se siguen criterios técnicos y científicos", reiteró Pintueles, que reconoció también la ambigüedad en ciertas críticas: "Cuando talamos un árbol enfermo nos llaman arboricidas, pero cuando se cae uno, como en la plazuela de San Miguel, se nos dice que debíamos haber actuado antes". Sobre esto, recordó Navazas que "nunca existe un riesgo cero" para la caída de árboles en entornos urbanos, pero añadió que a este tipo de análisis se suman también estudios en suelos y, sobre todo, planes de reposición de arbolado caído. Detalló Pintueles: "En los cinco años anteriores, el último de la etapa de Foro y los cuatro de la izquierda, no hubo partidas de reposición de arbolado. Nosotros destinamos 135.000 este año y dedicaremos 190.000 el que viene. En esa época calculamos que se perdieron unos 350 árboles, entre ellos 27 tamarindos en el Muro. Cometeremos nuestros errores, pero estamos apostando por el arbolado y las zonas verdes".

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