El plan municipal para que Gijón recicle más: primero dar incentivos económicos a quien colabore y, si falla, hacer pagar más a quien no separe la basura
Emulsa presenta su borrador de medidas a aplicar en dos fases hasta 2030 para cumplir con la ley y evitar las multas de Europa

Vecinas de Santa Bárbara en una zona de contenedores. / Juan Plaza
El mensaje está claro: si no se cumplen los porcentajes de reciclado de residuos que marca la ley se incrementarán los costes de tratamiento de basura en vertedero y llegarán las sanciones de Europa. Una factura que afectará a las cuentas del Ayuntamiento pero, de manera directa al bolsillo de los gijoneses. Por eso, Emulsa acaba de presentar el borrador de un nuevo plan municipal de residuos a desarrollar entre 2025 y 2030 y con una serie de medidas que conllevan un coste de 20 millones de euros. Un plan cuyo proceso de debate se abre hoy en el consejo de reciclaje con la idea, adelantó el edil de Medio Ambiente y presidente de Emulsa, Rodrigo Pintueles, de generar desde el consenso «un plan de ciudad, no un plan de gobierno, con el que todos nos sintamos responsables y comprometidos».
La propuesta de Emulsa organiza el plan en dos fases. Una primera a desarrollar hasta 2027 supone aumentar la información, generar campañas de concienciación, ampliar los contenedores y las actuaciones de separación de residuos e implantar incentivos fiscales que bonifiquen a las familias que más reciclan. Algo que no es fácil de plantear técnicamente pero que se desarrollaría a través del control con la tarjeta ciudadana. Toca ver como se harían llegar esas bonificaciones a los vecinos –si a través de la propia tarjeta si en la tasa de la basura– y como relacionar a la persona con la cantidad que recicla o con la vivienda desde la que separar esos residuos. Ahora mismo el control está en los contenedores de orgánica y en los puntos limpios.
Si con todo ello no se logra llegar a los porcentajes que fija Europa se pasaría a la fase B. «A la que no se quiere llegar», explican los responsables de Emulsa. Aquí la clave está en castigar a quien no recicla y para eso se implantaría el sistema de pago por generación que ya se testó en una experiencia piloto y habría unidades de vigilancia en las calles con personal de la unidad medioambiental de la policía y de inspección de Emulsa. La tarjeta ciudadana volvería a ser la herramienta ampliando el sistema de cerraduras que ahora tienen los contenedores de orgánica a los de fracción resto y envases.
Gijón ahora mismo tiene una taja de reciclaje del 35% y para 2025 el porcentaje a cumplir es del 55%. Desde Emulsa se entiende que hay capacidad para conseguirlo. Entre otras cosas porque el 90% de todo lo que se produce como residuo es susceptible de ser separado y reciclado. Sobre todo, la materia orgánica.
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