Opinión

Crónicas gijonesas: Incendio en los Campos Elíseos

El fuego a punto estuvo de terminar en agosto de 1895 con este teatro-circo, una instalación de ocio pionera en Gijón que se transformó en cine hasta su cierre en 1963

Crónicas gijonesas

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El teatro-circo Campos Elíseos sufrió en agosto de 1895 un incendio que a punto estuvo de terminar con esa instalación de ocio pionera en la ciudad. No fue así. De hecho a los dos días del incendio, el 27 de agosto de 1895, hubo función y los Campos Elíseos aguantaron en pie durante muchos años. Ya como cine hasta febrero del año 1963. La zona que llamamos Los Campos de ahí procede: del nombre de ese circo-teatro-cine donde hubo también mítines, conciertos, teatro, bailes, reuniones varias y comidas. Los Campos Elíseos (en ese momento del incendio todavía teatro-circo Obdulia, inaugurado el 13 de agosto de 1876) estaba en la esquina de los pares de la avenida de la Costa con los impares de la calle de Ramón y Cajal, y el conjunto fue derribado en el año 1964.

El incendio de agosto de 1895 tuvo lugar a las doce de la noche del domingo 25 y en ese momento, en pleno verano gijonés y con el teatro ocupado por 800 personas, estaba actuando la compañía del clown gijonés Gumersindo Cerra. Por lo visto una vela depositada encima de un baúl originó el incendio. El afamado médico Octavio Bellmunt que estaba entre bambalinas (había ido a saludar a su amigo y admirado Cerra) dio cuenta del incendio y él mismo salió a la pista para calmar a los asistentes, y pedirles que saliesen del recinto en orden. Como así fue por las varias salidas que tenía el local. La rápida actuación del médico evitó desgracias personales y no hubo ningún herido. Los bomberos locales acudieron enseguida pero los daños en el edificio fueron cuantiosos y no solamente de efectos personales y ajuar de los artistas sino en el propio edificio.

Se quemaron dos pabellones de la parte sur, donde estaban las cocinas del restaurante y la zona de guardarropía. Pero eran pabellones relativamente independientes de la propia sala de actuaciones. Hasta tal punto que, ya fue dicho, a los dos días ya volvió Cerra con su espectáculo.

Los bomberos de Gijón funcionaban desde solo cinco años antes. Incendios en la ciudad hubo, naturalmente, desde tiempos inmemoriales, y eran apagados con recursos particulares pero un cuerpo oficial de bomberos dependiente del Ayuntamiento no fue realidad hasta marzo de 1890. El cuartel estaba en la calle de Capua número 12 y la primera acción de importancia fue el 25 de julio de 1890 cuando se produjo un incendio en la fábrica de Kessler, Laviada y Compañía que situada en la zona de la calle de Pedro Duro. Luego la fábrica pasó a la zona que hoy llamamos Laviada.

El clown Cerra –el artista que estaba actuando en los Campos Elíseos en el momento del incendio– había logrado mediante una pericia bien meritoria, y una paciencia extraordinaria, domesticar un ejemplar de la raza porcina que así había dejado de tener voluntad para ser simplemente un autómata en manos de Cerra. No era el único animal que amaestraba, por ejemplo también perros de diversas razas, pero llamaba la atención el caso por lo inusual en una especie, en principio, lenta y torpe como es el cerdo. Sin embargo el cerdo de Cerra hacía todo lo que su dueño le mandaba, ponerse a dos patas y dar saltos, por ejemplo.

Cerra actuó por última vez en Gijón formando parte del elenco del Gran Circo Reina Victoria en las fiestas de Begoña de 1916, con la carpa instalada en la plaza del Seis de Agosto. Con gran éxito y acompañado para su show por "el tonto Eduardial" en el clásico dúo de payasos: uno, Cerra, el carablanca y "listo", y el otro el augusto, el desastrado y "tonto". Todo Gijón acudió a ver a su famoso paisano Gumersindo Cerra: payaso, acróbata, equilibrista y malabarista. En el año 1924 murió en Paris donde trabajaba como conserje del Centro Asturiano.

"A que la numerosa concurrencia que se hallaba en el Circo-Teatro Obdulia saliese sin que sucediera contratiempo ninguno contribuyeron, no poco, las excelentes condiciones del local, pues dispone para tan apuradas circunstancias de muchas puertas de salida, tan espaciosas como de fácil acceso", contaba "El Comercio" sobre el incendio de agosto de 1895 en Campos Elíseos.

Sobre el tema de los bomberos y los incendios en la ciudad obligada la consulta de "Cien años de historia del cuerpo municipal de bomberos" (1990) de Juan Carlos Herrero, y "El cuerpo de bomberos de Gijón. 125 años luchando contra el fuego" (2015) de Francisco Javier Granda Álvarez. Efectivamente en el año 1890 ―cinco años antes del incendio de los Campos Elíseos― se había formado el Cuerpo de Bomberos de Gijón. No casualmente al año siguiente de la traída de agua de Llantones.

El día 8 de febrero de 1890 las actas municipales conservadas en el Archivo Municipal de Gijón dan cuenta de la aprobación de un Reglamento para organizar el tema. Impulsor y primer director del Cuerpo de Bomberos de Gijón: José Suárez García con el cargo de comandante. La ciudad de Gijón tenía entonces unos 18.000 habitantes, y si sumamos los residentes en todo el concejo más o menos el doble.

En la parte alta lo leemos, "Campos Elíseos", antes había sido teatro-circo Obdulia inaugurado en 1876. La imagen es de 1888 obra del fotógrafo Enrique Marqueríe y se conserva en el Muséu del Pueblu d’Asturies. Dos adultos –uno sentado en un banco y otro en la escalinata– junto con trece jóvenes (cuatro niñas, nueve niños) tumbados y formando una composición. Enrique Marqueríe Alonso había abierto su estudio en Gijón, en la calle de La Libertad el año anterior a realizar esta foto. Había nacido en Valladolid y era familia de otro gran fotógrafo que nos dejó impresionantes imágenes de Gijón: Julio Peinado Alonso, vallisoletano también. La madre de Enrique Marqueríe, al quedar viuda, se casó con el padre de Julio Peinado. Los dos fotógrafos eran hermanastros.

Retrato de Gijón

El fotógrafo Marqueríe

Los Campos Elíseos de Gijón / Enrique Marquería

El fotógrafo Marqueríe

En la parte alta lo leemos, "Campos Elíseos", antes había sido teatro-circo Obdulia inaugurado en 1876. La imagen es de 1888 obra del fotógrafo Enrique Marqueríe y se conserva en el Muséu del Pueblu d’Asturies. Dos adultos –uno sentado en un banco y otro en la escalinata– junto con trece jóvenes (cuatro niñas, nueve niños) tumbados y formando una composición. Enrique Marqueríe Alonso había abierto su estudio en Gijón, en la calle de La Libertad el año anterior a realizar esta foto. Había nacido en Valladolid y era familia de otro gran fotógrafo que nos dejó impresionantes imágenes de Gijón: Julio Peinado Alonso, vallisoletano también. La madre de Enrique Marqueríe, al quedar viuda, se casó con el padre de Julio Peinado. Los dos fotógrafos eran hermanastros.

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