Una mirada urbanística
Un subsuelo, un túnel y un termómetro: el futuro del paseo del Muro de San Lorenzo
El subsuelo de la avenida de Rufo García Rendueles será uno de los protagonistas de 2025 tras los estudios encargados por el gobierno local

Las entrañas del relleno del Muro expuestas tras un temporal del invierno de 1935. / Constantino Suárez/ Muséu del Pueblu d'Asturies
Uno de los protagonistas del año 2025 será el subsuelo de la avenida de Rufo García Rendueles, tras la decisión del gobierno municipal de contratar un estudio geológico y geotécnico vinculado a la construcción de un túnel para soterrar el tráfico que discurre por ella.
En el caso del subsuelo de esta avenida nos encontramos con algo singular: una parte no despreciable del mismo no tiene un origen natural, se trata de un terreno construido a comienzos del siglo XX, por lo que cuenta con un registro histórico que permite poder precisar sus características.
El arenal de San Lorenzo, el mar de arena que se extendió al este del tómbolo de Santa Catalina durante milenios, es la base natural de esta parte de Gijón. Los geólogos Manuel Gutiérrez Claverol, Miguel Torres y Carlos Luque detallan en "El subsuelo de Gijón" (2002) como ese arenal –hoy bajo la ciudad– se compone de un sustrato de roca caliza sobre el que se superponen estratos de grava, arcilla, turba y arena de espesores variables. Una arena que, hasta mediado el siglo XIX, dominaba la superficie de ese territorio, formaba dunas relevantes y era desplazada con facilidad por los vientos del norte y nordeste.

Obras de construcción del colector de la Playa en 1928. / Lorenzo / Muséu del Pueblu d’Asturies
Sobre este arenal se construyó el Muro de San Lorenzo, el paseo marítimo colindante y la avenida ya citada formando, en su conjunto, un dique de contención frente al Cantábrico vital para la existencia de esta parte del casco urbano.
El muro que discurre entre la escalera 5 y el puente del Piles se levantó entre 1907 y 1914, siendo su diseño inicial y las modificaciones introducidas durante su construcción responsabilidad del entonces arquitecto municipal Miguel García de la Cruz. El malecón se compone verticalmente por una zapata corrida de hormigón en masa –en algunos tramos fue necesario realizar un pilotaje de madera debajo– sobre la que se levantó un muro de mampostería utilizando bloques de gran tamaño trabados con mortero hidráulico y un botaolas como remate. Una de sus peculiaridades es su escasa elevación, unos siete metros en total.
Esta estructura, entre la calle Eladio Carreño y la desembocadura del Piles, tiene como complemento esencial la explanada que sustenta el paseo marítimo y la mencionada avenida, lograda mediante una relevante operación de relleno que no culminó hasta 1918. En él se emplearon materiales diversos: escombros de todo tipo, tierra proveniente de los desmontes realizados para la construcción de la cárcel y el cuartel de El Coto y, en no poca cantidad y en la parte más oriental, arena de las dunas próximas y de la misma playa. Esta última fue transportada en su mayor parte por braceros y braceras –consta que casi un centenar de mujeres trabajaron en estas tareas en momentos de máxima actividad– mediante cestos acarreados en cadena.

El Muro en construcción a la altura de la escalera 8, aún sin el relleno del paseo y de la avenida de Rufo Rendueles. / Biblioteca Patac
Este terreno artificial no tardó en tener que ser reconstruido y en más de una ocasión. Los derrumbes del muro fueron frecuentes durante sus primeras décadas de existencia, arrastrando el mar el relleno que sustentaba el paseo y la avenida. Eso supuso la inclusión de entibados, nuevos rellenos y un uso más abundante del hormigón.
Este subsuelo también acabó albergando diversas infraestructuras, destacando en su parte más occidental dos relevantes colectores de la red de saneamiento .
El primero fue el colector de la Playa, realizado entre la calle Ezcurdia y El Pisón a finales de la década de 1920, aún hoy en servicio bajo Rufo Rendueles desde la confluencia de la calle Juan Alonso, atravesando el barrio de La Arena bajo la calle Emilio Tuya. El segundo fue el colector del Arenal, realizado hace treinta años y que discurre a lo largo de la calle Ezcurdia con idéntico destino que el anterior, siendo una de las arterias principales de la red de saneamiento de la cuenca este de Gijón.
Bajo el asfalto y el pavimento del Muro también existen las cimentaciones de construcciones ya desaparecidas. La más relevante es la de la manzana de las Casas de Beronda, cinco edificios demolidos entre 1936 y 1937 para ampliar el paseo marítimo y la avenida entre las calles Juan Alonso y Eladio Carreño. A esto se suman los restos de varios pasos peatonales subterráneos realizados en la década de 1970 y desmantelados en 1993. La única construcción en servicio bajo la avenida actualmente es el denominado "balneario municipal" de la escalera 13.
Todo ello colinda con un frente de edificios con alturas de entre 30 y 55 metros cuyas cimentaciones fueron realizadas entre las décadas de 1950 y 1990.
La promesa electoral
Todo lo descrito se enfrenta ahora a los efectos de la promesa electoral formulada por Foro en 2023: un túnel de 1,6 kilómetros de longitud entre El Molinón y la calle Eladio Carreño, con un aparcamiento subterráneo de 500 plazas bajo la avenida de Rufo García Rendueles. Una obra anunciada como "técnicamente sencilla" y con un "coste económico asumible" para el Ayuntamiento: 65 millones de euros que podrían reducirse mediante los ingresos provenientes de la concesión del aparcamiento. Entre 2023 y el presente se ha insinuado que el proyecto podría quedar reducido a la mitad, excluyendo su parte oriental, pero sin mayor concreción.
En todo caso lo planteado es ejecutar una galería con una altura útil interna de 5,90 metros, lo que supondría excavar como mínimo hasta unos 10 metros de profundidad a lo largo de 1,6 kilómetros; esto implica ejecutar la obra bajo la cota del nivel del mar, bajo la línea de cimentación del Muro y del canal del Piles y afectando a relevantes ductos de la red de saneamiento.
Sí acudimos a un proyecto similar al propuesto puede servir de referencia la prolongación del túnel de Beiramar en Vigo, formulado hacer varios años sin pasar del papel y cuyo coste acaba de revisarse y cifrarse en más de 100 millones de euros para una longitud de 1,3 kilómetros.
El probable coste real –y el no previsto como el mantenimiento posterior– tiene como guinda las infografías difundidas mostrando los espacios públicos que se generarían en superficie tras la intervención. En ellas lo que más destaca es lo que no incluyen: elementos tan relevantes como las rampas que el aparcamiento subterráneo precisaría a lo largo de su recorrido, salidas peatonales, salidas de emergencia, ascensores, conductos de ventilación... Si también se habla de mantener carriles de servicio y zonas dedicadas a instalaciones hosteleras permanentes, todo apunta a que apenas habrá diferencia entre el espacio peatonal continuo y diáfano que tiene actualmente el paseo y el que pasaría a tener tras esta obra.
Aquel publirreportaje preelectoral tiene ahora, como primer efecto, un relevante gasto para las arcas municipales. Al citado estudio del subsuelo se destinan 100.000 euros, cifra que añadir a otra similar dilapidada en 2015 en otra promesa electoral para la misma zona, también soterrando el tráfico, que Foro acabó descartando tras ganar las elecciones.

Proyecto de soterramiento del Muro. / Lne
Hablar de un túnel bajo Gijón tendrá en 2025 una coincidencia relevante en este ámbito: los 25 años de la operación impulsada por Francisco Álvarez-Cascos –fundador de Foro–, origen del túnel del Metrotrén. En este mes de diciembre se cumplen 18 años del fin de esa obra, enterrada desde entonces a veinte metros de profundidad bajo el subsuelo de Gijón sin uso y con unos costes de mantenimiento que, en todo este tiempo, son escandalosos. De funcionar sería hoy una pieza clave para la movilidad urbana e interurbana en Gijón –la mayor ciudad de Asturias–, pero la realidad es que hoy constituye uno de los mayores descréditos de la gestión política de este siglo en la ciudad.
Quien quiera conocer con detalle y de manera fehaciente el pasado del Muro, las características de la obra del Metrotrén o el proyecto de soterramiento de 2015 deberá de acudir al Archivo Municipal. En la sala de consultas de la Torre del Reloj, cualquier mediodía soleado de invierno tendrá que enfrentarse a hacer la pesquisa con una temperatura de 30 ºC o más. Hace un par de años se averió el aparato de aire acondicionado de esta sala y, desde entonces, es una pecera expuesta al sol sin ventilación ni climatización. Hablamos de una solución sencilla con un coste de un par de cientos de euros.
Tirar cientos de miles de euros en infografías, eslóganes, presentaciones vacuas… parece ser la tónica dominante en este mandato. Cabe preguntarse cuántos pequeños asuntos vitales para la ciudadanía, cuyo coste es de apenas unos pocos cientos de euros pero tienen una importante repercusión en distintos ámbitos de su vida cotidiana, quedan postergados para destinarse a campañas de publicidad gubernamental. Pero bien sabemos que, para muchos gobernantes, la realidad siempre es un incordio. A la realidad que la aguante el prójimo y, preferentemente, sin rechistar.
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