La contracultura española del 68 pierde a su último maestro: adiós al escritor y traductor gijonés Mariano Antolín Rato
El escritor, que acababa de finalizar su nueva novela hacía pocos días, falleció de forma imprevista a la edad de 81 años
El escritor y traductor asturiano Mariano Antolín Rato (Gijón, 1943), acaba de fallecer. De forma inesperada, posiblemente a consecuencia de un infarto, fue hallado muerto este jueves y sus restos serán incinerados hoy viernes. Con él, el movimiento de la contracultura española nacida en la década de los años sesenta del pasado siglo pierde a uno de sus últimos maestros, desaparecidos ya los que fueron sus camaradas Antonio Escohotado o, mucho antes, Eduardo Haro Ibars.
Mariano Antolín desarrolló una larga y reconocida trayectoria como novelista experimental y revolucionador de la narrativa patria, con títulos hoy de culto como "Cuando 900 Mil Mach Aprox" (1973) que le valión entonces el premio Nueva Crítica. Sus últimos libros le habían traído también nuevos lectores y reconocimientos, como "La Suerte suprema" (Pez de plata, 2023), premio "Celsius" hace dos años en la Semana Negra. Precisamente con esta editorial asturiana, con la que también había publicado "Silencio tras el telón del sueño", trabajaba en una nueva novela cuyo primer borrador había finalizado en los últimos días.
Heredero y divulgador en España de la generación beat y todo el underground norteamericano, no sólo llevó sus postulados narrativos y filosóficos a su propia literatura, sino que tradujo las principales obras de ese canon, siendo el primero en verter a la lengua de Cervantes a Jack Kerouac o William S. Burroughs. Su fértil trabajo como traductor se extendió a autores como Faulkner, Scott Fitzgerald, Gertrude Stein, Ezra Pound, Charles Baudelaire o Anne Waldman y le mereció hace diez años, en 2014, el Premio Nacional a la obra de un traductor. Este periódico también el entregó en 2010 el "Asturiano del Mes de LA NUEVA ESPAÑA" en reconocimiento a toda su trayectoria y el Ayuntamiento de Gijón le concedió, también por toda su obra, el "María Elvira Muñiz-FeLiX" en 2020.
Desplazado a Madrid durante buena parte de su trayectoria y retirado a Motril en la última etapa de su vida, mantuvo hasta el final una gozosa relación con las sustancia psicoactivas, que de joven le habían llevado a la cárcel y que de mayor alimentaban su creatividad con un régimen de dos canutos al día, como él mismo explicaba.
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