Las dos meriendas de Evaristo Valle se reencuentran en Gijón

Son apenas un par de años los que separan ambas obras. Pero la distancia hasta su reencuentro ha sido de más de un siglo. Los matices y los trazos más impresionistas en una, y más realistas en la otra, suman aún más interés para descubrir las dos meriendas de Evaristo Valle. El museo gijonés que lleva el nombre del pintor inaugura este domingo una muestra en la que se recoge el cuadro original "Le goûter (La merienda)", que Valle pintó en 1905 en París, y del que se había perdido la pista, junto a su homólogo, dibujado en 1907, que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

"Era prácticamente imposible que esa obra que Valle pinta durante su etapa formativa en París apareciese", cuenta Gretel Piquer, comisaria de la muestra "Las dos meriendas", en la que se podrán ver también otros cuadros, dibujos y documentos que reflejan el paso de Evaristo Valle por Normandía, que es el lugar donde apareció esta obra. Allí un particular, que desconocía cómo había llegado a manos de su familia el cuadro, se puso en contacto con el museo para recabar más información. Y decidió depositarla de forma permanente en el museo, donde ahora se expone tras someterse a una limpieza y restauración. "Destacaría la supervivencia de esta obra, que llegó en un estado razonablemente bueno, y que realmente vivió muchas dificultades en ese lugar durante el siglo XX, especialmente en la Segunda Guerra Mundial", cuenta Piquer, que resalta también el embrujo de un lienzo que pasó de generación en generación, sin tener claro el motivo. "No sabemos muy bien cómo le llegó a esa familia ni por qué decidieron conservarlo y hacerlo tan bien", subraya.

La obra pintada en París en 1905 la conservaba una familia en Normandía

En los 119 años desde que se pintó hasta su recuperación únicamente se sabía de su existencia por una fotografía conservada en el archivo de Evaristo Valle. El pintor asturiano repitió con un tratamiento más naturalista la escena dos años después de la pieza original. "Es muy interesante la variación. La primera sería el gusto del público de un salón francés. Ese primer cuadro o merienda tiene un carácter mucho más expresivo, con unos contrastes de color que nos vincularían mucho más con el impresionismo o el postimpresionismo", afirma Gretel Piquer. "Y en cambio el que pinta en Asturias está más al gusto de la burguesía industrial del Gijón de la época, pues está mucho más acabado, es más realista y trabaja mucho el paisaje", enfatiza, al mismo tiempo que se refiere también a esas dos vocaciones artísticas del autor: "Es algo que él siempre tuvo presente. Hay composiciones que hizo en París, y que luego repinta estando en Gijón porque considera que eran algo atrevidas para el gusto local, y que nunca iban a tener un mercado".

La otra pieza, la conservada en la colección del Museo de Bellas Artes de Asturias, procede de la dación de Pedro Masaveu a este equipamiento artístico.

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