Las promesas para Cabueñes se eternizan: ¿en qué situación queda la necesaria ampliación del hospital?

El verdadero reto de la ampliación del hospital público siempre se dijo que sería su segunda fase, cuando hubiese que reformar el actual complejo sin afectar a la atención del paciente: que el plan se estanque en la primera fase, solo de obra, aleja la previsión del estreno de un hospital con problemas ya serios de espacio

Estado actual de la ampliación de Cabueñes, con el acceso restringido salvo a personal de la obra.

Estado actual de la ampliación de Cabueñes, con el acceso restringido salvo a personal de la obra. / ÁNGEL GONZÁLEZ

Lo difícil de la ampliación del Hospital Universitario de Cabueñes iba a ser su segunda fase, cuando tocaría remodelar el actual complejo planta a planta y sin dejar de atender a pacientes, pero no la primera. La primera iba a limitarse a construir dos edificios anexos para duplicar el espacio del complejo y las autoridades decían que, mientras durase esta parte de la reforma, el único problema iba a ser el ruido y el polvo. La ampliación, paralizada ahora tras rescindirse el contrato con la UTE de Los Álamos y FCC –a quienes el Principado acusa de retrasos y de plantear sobrecostes–, se para en una fase tan prematura, con las paredes de ladrillo aún a la vista, que el personal no se anima ni a imaginarse un horizonte en el que Gijón pueda estrenar un nuevo hospital público. La Consejería de Salud defiende ahora la "oportunidad" de incluir mejoras en el proyecto y tratará de agilizar actuaciones paralelas, pero el de Cabueñes es cada vez más el cuento de la lechera: parte del profesional que se incorporó en los últimos años lo hizo animado por la idea de un nuevo hospital y la falta de espacio, presente desde hace años, complica ya ampliar la cartera de servicios.

Sin oficina del cambio

No queda aún claro por qué no se llegó a crear una oficina de gestión del cambio como la que sí tuvo el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). En los primeros meses de obra se decía que sería algo inminente y la plaza de director incluso se llegó a convocar, pero nunca se resolvió. Esta comparación con el hospital ovetense no es la única que comentan los sanitarios estos días. De hecho, es una de las grandes dudas del comité de empresa del hospital, que preside Virginia Álvarez, y que dice: "Esa obra tuvo un sobrecoste que rondaba el 50 por ciento y años de retraso. Las explicaciones que nos han dado hasta ahora no acaban de explicarme por qué ahí se pudo y aquí no". Los sindicatos se suman al reproche ya lanzado por los vecinos: creen que "se deben asumir responsabilidades" por cómo se gestionó la obra, como mínimo, en cuanto a su supervisión.

Jefes que vienen y van

La ampliación de Cabueñes ha visto pasar a muchos jefes. Desde que se empezó a hablar en serio de la necesidad de la obra, en 2015, han supervisado el proyecto cuatro consejeros sanitarios y cinco gerentes de Cabueñes. Todos compartieron la necesidad de la actuación, pero el personal sanitario ya veterano sí ha ido percibiendo, ante cada nuevo nombramiento, la sensación de que los ritmos y las prioridades cambiaban. En esta última etapa, con la consejera Concepción Saavedra y la gerente María Luisa Sánchez (nombradas en 2023), en Cabueñes apreciaron una voluntad especial por parte de ambas responsables a la hora de plantear cambios. El diseño del apartado quirúrgico y la distribución de espacios de Urgencias fueron algunas de las cuestiones que se comenzaron a revisar en estos meses.

No todo fue cosa del covid

Algunas de las modificaciones planteadas ahora tienen que ver con necesidades detectadas en pandemia –como establecer circuitos separados y potenciar la versatilidad de espacios para que una hipotética ampliación de zona UCI sea más ágil– y otras a una mera cuestión de tiempo: el planteamiento sanitario de hace una década no coincide del todo con el actual. El plan funcional sí se había revisado un par de veces antes de licitarse el proyecto, pero que la puesta a día de esta licitación no estaba afinada quedó en evidencia en 2021, cuando una primera convocatoria del concurso público quedó desierta. El motivo fue que los precios se habían actualizado por última vez en 2018 y ese primer presupuesto, de 45 millones, tuvo casi que duplicarse.

El "olvido" de la salud mental

Desde hace un par de años empezó a sonar en Cabueñes el runrún de que la idea de que el hospital contase con su propia planta psiquiátrica se estaba volviendo a plantear. Era algo casi insólito; cuando se diseñó el proyecto no se incorporó ningún dispositivo de salud mental y, pasado el tiempo, gran parte del personal entendía que era ya demasiado tarde. Pero los profesionales de esta especialidad han encontrado más complicidad con las actuales consejera y gerente, que por otra parte no dejan de rendirse ante una evidencia. El Plan de Salud Mental de Asturias vigente para estos años contempla varios dispositivos de nueva creación en Gijón y se entiende que al menos parte de ellos deben estar, por operatividad, en el recinto hospitalario. Se va, al menos, a intentar. Pero costará tiempo y dinero.

La versión de los obreros

Quedaban pocos trabajadores estos últimos días sobre el terreno. Se limitaban a recoger material y a rematar algún detalle mínimo de la propia obra. Ellos cuentan que nunca tuvieron la sensación de que la obra "fuese mal" hasta hace unos meses, pero reconocen que a la actuación le falta todavía mucho trabajo por delante. Un operario puso este ejemplo: "Faltaba y falta por terminar el suelo, y sin eso no podíamos acabar las paredes, y sin las paredes listas lo electricistas no podían empezar a trabajar". Los trabajadores confirman también que el ritmo de trabajo se desplomó de manera notable a partir de octubre, con la plantilla ya diezmada. Entienden que, para entonces, la UTE ya estaba demasiado distanciada del Principado y sabía que la rescisión del contrato era muy probable, y por tanto cualquier esfuerzo inversor en el recinto resultaba ya arriesgado.

Una adjudicación centrada en lo económico

La UTE que se llevó la obra de ampliación de Cabueñes no tuvo la mejor valoración técnica. De un total de 175 puntos posibles, el comité de expertos otorgó 100 a Los Álamos y FCC, pero la que más sobresalía era Acciona, logró 145. La UTE que resultó ganadora no habría pasado el corte para seguir participando en el concurso (se debía llegar a 95 puntos) de no haber sido por su plan social y su control de calidad, que recibieron la puntuación máxima. Su peor resultado, sin embargo, era precisamente el de su programa de trabajos: 15 puntos sobre 55. Acciona tenía 35. La memoria constructiva de la UTE se valoró con 40 puntos. Acciona logró 60, lo máximo posible. Sin embargo, FCC y Los Álamos plantearon una hacer la obra con una rebaja de 5,6 millones respecto a lo presupuestado (Acciona solo reducía su oferta en 700.000) y disparaba los años de garantía hasta los 12 años, arrasando como ganadora en esta segunda fase del concurso. En su propuesta la ganadora ya adelantó que subcontrataría unos 31,7 millones de euros de obras del total de 65,3 (sin IVA) de su oferta.

Las advertencias previas

El ya debatido informe de la Sindicatura de Cuentas que había alertado hace un año del riesgo de "falta de control" en la obra no acaba de cuadrar con la versión de la Consejería de que había "controles constantes". El Principado, de hecho, había presentado una alegación a este informe, pero no contradecía al síndico mayor: le informaba de que daría "instrucciones" para garantizar la existencia de mecanismos de control. Reconocía así "de facto" que, sobre todo por la presencia de subcontratas, la evolución de la obra no era tan fácil de supervisar. El propio dato que da Salud sobre la ampliación es preocupante: se han certificado solo 20 de los 79 millones que vale la obra. El diseño original de la obra tampoco entusiasmaba a las constructoras y varias fuentes señalan que la comunicación de la dirección facultativa de la obra y el resto de las partes nunca fue fluida. El de Cabueñes nunca fue un proyecto particularmente atractivo para el sector.

El problema de la desafección

Más allá de cómo se resuelva la obra y en qué plazos y cuánto cueste, el otro gran golpe que genera el parón de Cabueñes, para los sanitarios, es emocional. La frustración esta última semana en el complejo es palpable. Hay trabajadores que señalan abiertamente haber sido "fichados" por el hospital con la promesa de que trabajarían pronto en un hospital nuevo. Casi todos los servicios habían planificado ya cómo aprovecharían los nuevos espacios. Había planes para habilitar más consultas monográficas y de alta resolución, se pensaba en qué nuevo equipamiento tecnológico podría pedirse. A los estudiantes de Medicina se les cuenta desde hace años en las jornadas de puertas abiertas que, si eligen Cabueñes como lugar de residencia, quizás puedan estrenar un nuevo hospital puntero.

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