Entrevista | Amin Sheikh Escritor y empresario indio

"La primera noche que pasé en la calle me violaron; me costó seis meses entender la vida en las calles"

Gracias a los jesuitas logró salir de la calle y ahora ayuda a otros niños con la convicción de creer "en la humanidad y en un mundo mejor donde mis hijos puedan vivir"

Amin Sheikh, ayer, en la plaza del Instituto.

Amin Sheikh, ayer, en la plaza del Instituto. / Juan Plaza

Gijón

Amin Sheikh (Bombay, 1980) lleva toda una vida de lucha desde que tenía que pelear por su vida en las calles de Bombay. Hasta ahora, que lo hace por el futuro de los niños que se encuentran en la calle en su ciudad natal. Hace unos años él era uno de ellos, hasta que la ayuda de unos jesuitas españoles le sacó de esa situación de pobreza extrema. Casi treinta años después ha conseguido abrir tres cafeterías, en donde ha dado trabajo a 130 jóvenes. También ha escrito un libro "La vida es la vida. Soy gracias a ti", que presentó ayer en el Centro de Cultura Antiguo Instituto.

-¿Cómo fue su infancia en Bombay?

-Nací en una familia muy pobre. No teníamos casa. Mi padre trabajaba en una fábrica y era alcohólico. Mi madre lo acabó dejando y se casó con otro que también era alcohólico y me pegaba a diario.

-En ese entorno complicado tuvo que ganarse la vida desde muy joven.

-Empecé trabajando con 5 años en una panadería donde pasaba diez horas al día. Pasado un tiempo le pedí a mi madre que me cambiara y empecé en una "tea shop" donde llevaba bandejas y limpiaba los vasos. La gente me trataba muy mal, me golpeaban. Todo cambió un día que jugando se me cayeron todos los vasos, rompiéndolos y tirando el té por el suelo. Me entró tanto miedo que eché a correr. Huí del trabajo y de casa.

-¿En qué condiciones sobrevivió sin familia ni casa?

-Mi casa fue la estación de tren donde había niños por todos lados. Pensaba en volver con mi familia, pero no era tan valiente como para hacerlo. Al final me quedé allí, donde la primera noche me violaron. Siendo un niño de 5 años no entendía por qué me estaba ocurriendo todo eso. Fue muy duro y me costó seis meses entender lo que era la vida en las calles.

-¿Volvió a ver a su familia?

-Una noche encontré a mi hermana. Se había escapado para buscarme. Sin embargo, la mafia la secuestró ese mismo día. Se escapó gracias a la ayuda de un taxista.

-¿Qué les sacó de esa situación de extrema pobreza?

-Fue la aparición de un ángel en forma de monja. Me llevó a "Snehasadan" (Casa de amor), mi primera casa, que llevaban misioneros jesuitas de Cataluña. Crearon un hogar que nunca había imaginado. Nadie me violaba, nadie me pegaba. Tenía comida, amor y una familia. Todo cambió en mi vida.

-¿De qué trabajó los años siguientes?

-Me convertí en taxista, uno muy maleducado y agresivo. Era como la calle me había enseñado a vivir. El director del orfanato, Plácido Fonseca, luego me encontró un trabajo con un artista muy famoso, Eustace Fernandes. Es una de las mejores personas que conocí en mi vida. Después de cuatro años con él me preguntó sobre mi sueño y le dije que era viajar a Barcelona. En la noche de Navidad me dio un billete para volar. Estoy aquí por ese tique.

-¿Cuál fue su primera impresión cuando llegó a España?

-Me chocó ver que no había niños viviendo en la calle, ni familias. Fue un shock tremendo. Cuando volví a India le dije a Eustace que me había dado la libertad y que quería viajar por el mundo, algo que he hecho. Gracias a viajar he conocido a lo que llamo los ángeles de mi vida.

-Ahora se dedica a ayudar a jóvenes de la calle que están pasando por la misma situación.

-Intento decir al mundo que no hay que hablar. La gente solo habla y dice palabras muy bonitas, pero no hay acción por la humanidad. Todos dicen que la educación es muy importante o necesaria. Una mierda. El mundo está educado, pero en la dirección equivocada.

-¿Dónde cree que reside el principal problema para llegar a esta deriva?

-Mire lo que pasa con Trump, ¿qué es, que no está educado?, ¡qué va! Tiene educación y es inteligente, pero no es buena gente. No hay líderes que paren lo que están haciendo y digan: tenemos que construir humanidad. La gente es buena, los malos son los líderes que no dicen que quieren hacer un mundo mejor, sino que buscan lo que es mejor para ellos.

-En el caso de India, ¿cómo se puede solucionar el problema?

-India tiene muchos problemas que ni usted ni yo podemos arreglar. Pero creo en un lenguaje muy simple y una forma sencilla de vivir. Si cambias una vida, cambias el mundo. No soy un rey, una máquina, ni estoy educado. Pero creo en la humanidad y en un mundo mejor donde mis hijos puedan vivir. Es mi responsabilidad.

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