El aniversario de un recurso clave

Así vive la gran familia de los apartamentos para mayores de Nuevo Gijón: "No los cambiamos por una residencia"

Gestionados por el ERA, el espacio celebra sus 15 años de existencia con una gran fiesta entre usuarios y trabajadores

Así fue la celebración del 15 aniversario de los pisos del Era para mayores en Gijón

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Pablo Palomo

Nuevo Gijón

"Estuve 40 años casada, pero nunca fui feliz. En 40 años nunca me he reído. Y ahora no solo me río, sino que bailo y hago lo que quiero". Quien pronuncia esta frase es Judith Rodríguez, una señora de 72 años que hace siete cambió su vida. Ella es una de las usuarias de los 34 apartamentos para personas mayores que gestiona el ERA, unos equipamientos que ayer celebraron el 15º. aniversario de su entrada en funcionamiento con una fiesta por todo lo alto en la que hubo pinchos de tortilla, champán y sonó la canción "La Potra Salvaje", mientras los inquilinos de estos apartamentos no dejaban de bailar. Judith Rodríguez, entre ellas. Al acto acudió la gerente del ERA, Nerea Monroy.

La historia de estos apartamentos es dilatada. Es un recurso algo desconocido, pero clave. Hay otros pisos también en La Calzada. Están destinados a personas de entre 60 y 80 años. Son personas mayores que se valen por sí mismas. Algunas tienen familia y otras no. Viven cada uno de ellos en su coqueto rincón de unos 40 metros cuadrados. Entran y salen cuando quieren y lo tienen todo a mano. Tienen servicio de recepción, mantenimiento y apoyo. Tienen su espacio para la intimidad y también para la convivencia. "Con este tipo de actos buscamos abrirnos un poco a la comunidad porque se trata de un recurso muy desconocido", relata Vanesa Fernández, una de las educadoras sociales.

Volviendo a la historia de Judith Fernández, ella cuenta que nació en Portugal y que llegó con 16 años a Avilés. Toda su vida, hasta que se mudó a Gijón, la pasó en la Villa del Adelantado. Trabajó en diferentes hogares. Explica que se ganaba bien la vida. Nunca le faltó de nada y siempre ganó el suficiente dinero para una buena existencia. Pero hubo algo que nunca fue bien. Cuenta que el problema estaba en su casa, que tuvo un muy mal divorcio y que estuvo en una casa de acogida. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Ahora para ella todo es diferente. "Nos conocemos entre todos. Hacemos juegos, bingos, fiestas, bailes y nos vamos de paseo juntos. Aquí soy feliz. Somos como una gran familia", resume Fernández.

José Ignacio García es otro de los usuarios de los apartamentos de Nuevo Gijón. Abre a LA NUEVA ESPAÑA su piso. En la mesa del salón tiene apiladas todas sus tarjetas. Entre ellas, la ciudadana de Gijón. También tiene las llaves de casa, unidas todas ellas con un llavero de las Letronas. Se acerca a un cuadro y lo señala. Se trata de una gran fotografía en blanco y negro. Cuenta que salen él, su hermano y un primo suyo. Van vestidos de mosqueteros. Con bigote y todo. La foto se la tomaron en 1951, para un concurso de disfraces.

José Ignacio García llegó a este recurso hace ahora doce años. Fue empleado de banca. Se prejubiló en 1999. Ese año no lo olvidará en la vida porque no solo dejó de trabajar, sino que también dejó de fumar y se hizo el Camino de Santiago Primitivo en bici. "Fue un año señalado por todos los lados", ríe. Ahora está divorciado y vive en Sierra del Sueve. Está más que contento. "Esto no lo cambio yo por ninguna residencia", afirma. A él lo que más le presta en sus ratos libres es salir a caminar. Cuando era más joven –ahora tiene 80 años pero está en plena forma– se iba de monte. "Ahora camino lo que puedo con la cuadrilla de amigos que hice en el colegio de La Inmaculada", relata.

Mar Paz Vega no es otra usuaria más. Es la más veterana. Se podría decir, en cierta manera, que está en los pisos del ERA casi desde antes de que abrieran. "Cuando empezaron la obra pregunté cómo se podía entrar", destaca. Ella trabajó, entre otras cosas, repartiendo periódicos con sus padres. Dedicó muchos años de su vida a cuidar a un nieto que tuvo con parálisis cerebral y hace un tiempo anduvo un poco baja de moral porque se le murió una hermana. Ayer, sin embargo, estaba radiante. Bailó la canción de Isabel Aaiún y también la de "Sarandonga", de Lolita. "Aquí me lo paso estupendamente. Voy a hacer gimnasia a Perchera y a caminar y con las amigas", detalla una de las integrantes de lo que es una gran familia.

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