«La España vaciada es un concepto muy de urbanita»

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Gijón

Sitúa la obra en Fuente Librilla, su pueblo. ¿Tiene algo de autobiográfica?

Que suceda allí y que el protagonista se parezca a mí no la convierte en autobiográfica. Hay un escenario físico y emocional que conozco, me importa y con el que tengo una relación contradictoria. Todo lo que le pasa a un individuo cuando se da codazos con esos tres factores mientras trata de vivir una vida hace que fuera lo más natural y necesario del mundo escribir sobre mi pueblo.

¿Qué sucede cuando uno se va de su pueblo y regresa sin haber encontrado gran cosa para volver a conectar con esa España vacía?

Pues depende de quién sea uno. Si uno es alguien como Santini, el protagonista de «Ropasuelta», lo que pasa es que se funciona por la vida con una mezcla de orgullo, vulnerabilidad, ira, frustración, melancolía, ínfulas, culpa, alienación y una duda eterna: no saber si te vas a algún sitio o estás huyendo de un sitio. Con respecto a lo de la España vaciada es un concepto tan propio de un urbanita que es casi irrespetuoso con la gente que vive en el pueblo. Para alguien como Santini no hay un lugar menos vacío en el mundo que Fuente Librilla. Es uno de los aspectos que le impiden vivir allí con normalidad: hay demasiadas vivencias y emociones en cada metro cuadrado.

¿Cómo es «El Ropasuelta», el padre de su protagonista Santini?

Un tipo malencarado, parco en palabras y muestras de afecto, que se ha tirado la vida trabajando. La historia arranca cuando se jubila: no sabe qué hacer con eso de estar vivo y no tener que matar a un cerdo, coger tres hileras de almendros y abrir una tienda en un mismo día. Ama el Real Madrid y el vino, el pan duro y el dominó. Pertenece a esa generación que está viviendo el último cuarto de su vida en un mundo muy diferente al que les vio nacer. Como decía un colega: el «Ropasuelta» se parece más a la Edad Media que al siglo XXI. Y eso crea unos berenjenales tremendos cuando tus hijos quieren hablar sobre si les quieres o no.

¿Cómo es esa paternidad tóxica que tiene con Santini?

Pertenecen a dos mundos diferentes y, al mismo tiempo, no pueden evitar buscarse y quererse. Es fácil y deseable mandar a la mierda a alguien como el «Ropasuelta», pero la cosa se complica cuando es tu padre y quieres trazar una línea de continuidad entre su mundo y el tuyo. Buscar ese arraigo es vital para el hombre postmoderno: cuando el mundo te ofrece el espejismo de poder ser tantas cosas, lo más probable es que no acabes siendo ninguna. Y si todo eso lo mezclas con gente de sangre caliente, de carácter serrano… pues échale guindas al pavo.

¿Anécdota, personaje o rincón a descubrir de esa murciandad?

Pues te diría que casi todo está por descubrir, incluso para los murcianos. No tenemos una idea muy clara de en qué consiste ser murciano. Sin ser sociólogo, yo disparo dos elementos que sí considero muy propios de esta tierra: aversión a las ínfulas (en Murcia está prohibido fliparse) y un humor sequísimo que parte de ir por la vida renegando y que está relacionado con una respuesta muy primaria a una historia de miseria.

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