Crónicas gijonesas
El baile de la vieja en el Antroxu
La tradición carnavalera en Gijón viene de largo y hasta la Guerra Civil duraba con mucho éxito popular hasta el fin de semana posterior al Miércoles de Ceniza, el Domingo de Piñata, con tres grandes bailes y un desfile por la calle Corrida y el Muelle

Crónicas gijonesas

"En cuanto a lo que se dice sobre las máscaras con gorros colorados por las calles de Gijón los días de Carnaval, solo puedo decir haber visto unos mozos del pueblo vestidos de blanco con gorros catalanes encarnados en la cabeza bailando en la Plaza sin máscara alguna y con la cara descubierta y limpia. Que era una diversión muy honesta y que no ha traído la más mínima alteración y andaban escoltados de una partida de Monterrey que guarnece el Pueblo con el objeto de evitar cualquier desorden".
Esta es una antigua referencia sobre carnavales que hemos localizado en el Archivo Municipal de Gijón y data del año 1825, concretamente es el expediente número 2 de ese año, ahora hace justo dos siglos. Pero, naturalmente, el Carnaval en Gijón es más antiguo. Años más tarde leemos en el "Reglamento de Policía Urbana", aprobado por el Ayuntamiento de Gijón el día 27 de junio de 1887, cosas como estas sobre el Antroxu: "No se imitarán con el disfraz las vestiduras de los Ministros de la Religión u órdenes religiosas extinguidas, trajes de altos funcionarios y de milicia, ni cualquier insignia o condecoración del Estado. Será negada la entrada en los bailes públicos a las máscaras que luzcan armas o espuelas, a los militares y paisanos que lleven espada o bastón respectivamente, siempre que no accedan a dejar dichos objetos en la guardarropía donde se celebren aquellos".
Nos detenemos ahora en una de las tradiciones antroxeras de la ciudad. El baile de la vieja se celebraba en Gijón como final del Carnaval, del Antroxu local. Tenía lugar, con mucho éxito popular, el Domingo de Piñata. En la actualidad los festejos de Antroxu en Gijón van desde el Jueves de Comadres hasta el Entierro de la Sardina el Martes de Antroxu, víspera del Miércoles de Ceniza. Pero hasta la Guerra Civil en Gijón, el Antroxu terminaba el domingo siguiente al Miércoles de Ceniza: Domingo de Piñata se llamaba. Por tanto, el Carnaval, con bailes y disfraces, se adentraba varios días en la Cuaresma, de hecho, como pasa en la actualidad en no pocas localidades.
En Gijón, durante el Antroxu había tres grandes bailes: el del Domingo Gordo, el del Martes de Carnaval y el de ese Domingo de Piñata ya en plena la Cuaresma (los días que van desde el Miércoles de Ceniza hasta el anochecer del Jueves Santo). Un aditamento un tanto irreverente era el Domingo de Piñata en plena Cuaresma un tiempo ese de ayuno y abstinencia. A comienzos del siglo pasado era el "Baile del Domingo de Piñata" pero toda la ciudad lo conocía como Baile de la vieja, tanto en los Campos Elíseos como en el teatro Dindurra, un baile nocturno tras desfiles de ciudadanos y ciudadanas disfrazadas por la calle Corrida y por el Muelle. Fue curioso lo del año 1914. Como el martes de Carnaval diluvió y no hubo "entierro de la sardina". Ese año se enterró la sardina el Domingo de Piñata. Y después del entierro el "Baile de la Vieja".
Durante la República el "Baile de la Vieja" pasó a celebrarse en los salones del café Alkázar, calle Corrida esquina a Munuza, y organizado por la "Asociación Popular de Cultura e Higiene". En el baile del año 1933 el anuncio decía que amenizaba el baile la orquesta Rossi y que "las señoritas que vayan disfrazadas tienen entrada gratis, se reserva el derecho de admisión". El Baile de la vieja del año 1936 fue en el Alkázar el 8 de marzo y con dos orquestas. Insistimos. El Baile de la Vieja, el Domingo de Piñata, ya era durante la cuaresma. Aquel fue el último Baile de la Vieja porque la guerra civil comenzó tres meses más tarde. Tras la contienda todos los festejos de carnaval fueron prohibidos. El carnaval, que durante la República (pero también desde muchos años antes) era una fiesta muy callejera y que convocaba multitudes, quedó prohibido y además vilipendiado.
Para los nuevos mandatarios era el Antroxu cosa de papanatas y un ejemplo de mal gusto que en tiempos pasados había llenado la ciudad de Gijón de mugre y de cosas hediondas. La prensa local en febrero de 1939 (coincidiendo precisamente con el día que sería el Martes de Carnaval) incidía en que el carnaval era malo en sí, pero aclaraba que durante el reciente régimen republicano la cosa ya había sido el colmo. El 21 de febrero de 1939, con el título de "Bien ido carnaval", leemos cosas como estas: "Con la República volvieron las cosas feas y sucias, volvió también el carnaval con los camiones llenos de furcias ebrias. Bien ido sea el carnaval y los desfiles están reservado ahora para la juventud, alegre también, pero victoriosa, de los ejércitos de Franco. De ambiente tosco, grosero, brutal, lleno de tactos obscenos y de podredumbre, el carnaval ha muerto ¡Bien enterrado está!".
El Antroxu gijonés se recuperó –tras el paréntesis de la Guerra Civil y los cuarenta años siguientes– a partir del día en que pudimos elegir democráticamente a nuestros concejales y concejalas. Eso fue el 3 de abril de 1979. El Carnaval sí que había sido prohibido por el franquismo, pero, por el motivo que sea, se mantuvo en Gijón en ambientes familiares y fabriles la celebración del Jueves de Comadres. Con las mujeres como protagonistas, cigarreras y modistillas fundamentalmente.
La imagen de Gijón

Mujeres acarreando agua de la fuente al Mercado. / Muséu del Pueblu d´Asturies
Las Clotas
Ese edificio (que en la actualidad vemos reformado) limita por la derecha con la calle Covadonga y por la izquierda con la calle de José Las Clotas. Al final de esta calle vemos la estatua de Jovellanos. José Las Clotas, que murió a final de enero de 1903, fue empresario de harinas y cacao, promotor del Mercado del Sur y de Fomento Agrícola y Pecuario. Ese edificio es del mismo año que el Mercado del Sur (1899) y entonces no era el centro de Gijón, era precisamente el extremo sur de la población. Los anuncios en prensa hablaban de "alquiler destinado a la clase obrera". Protagonistas de la foto son las diez mujeres acarreando agua de la fuente al Mercado.
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