Memorias | Luis Roda García Exmagistrado
Las memorias del juez asturiano Luis Roda: "En los divorcios comprobé muchísimo que los hijos se utilizan"
"En 1981 fui a un juzgado de Guipúzcoa; el disgusto en la familia fue de aúpa, porque eran los años de plomo"
"Fui feliz como juez en Pola de Laviana, de donde me tuve que ir porque entonces era obligatorio al ascender a magistrado"

Luis Roda. / Juan Plaza
Luis Roda García (Mieres, 13-06-1951) ejerció durante 44 años como juez, 37 de ellos en Gijón, plaza de la que fue decano.
Mieres. "Soy el segundo de tres hijos de Luis Roda Oyague, que fue abogado y llevó la asesoría de la Fábrica de Mieres, y Marta García Blanco, que era maestra. A ella en el pueblo la conocían por Martita Braña, por el segundo apellido de mi abuelo. En Mieres, para la gente mayor, yo era el nieto de Braña, porque la que era de Mieres era mi madre. En la práctica soy el hijo mayor, porque el primero falleció en el parto. Pienso que el nombre que tengo, Luis, que era el de mi padre, no me estaba destinado. En casa teníamos una muchacha de servicio adorable, Carmina, que me llevaba a los caballitos que teníamos enfrente de casa, en el parque Jovellanos, que estaban entonces haciéndolo. Estudié primaria en el Colegio Sagrado Corazón y el Bachiller en el Instituto Bernaldo de Quirós, una maravilla de instituto, por el nivel de profesorado, impresionante".
Traslado a Gijón. "Mi padre vino en 1966 a Gijón a hacer las expropiaciones para crear lo que fue Uninsa por Fábrica de Mieres, Duro Felguera y Moreda Gijón. Yo llegué en 1968, con 17 años. Vivíamos en lo que hoy es la avenida de la Constitución, en una casa que antes usábamos para veranear. Estaba encantado, porque en Gijón vivían mis abuelos paternos. También había muchos cines baratos, el Avenida, el Roma, el Goya. En las Cuencas tenías menos cines y si coincidían todas las películas para mayores de 18, no podías ir. En Oviedo sí me podía meter en películas de mayores, con 13 años en el Cine Principado, porque por altura lo aparentaba, pero en Mieres me conocían. Además de los cines convencionales, en Gijón también iba a ver películas de Arte y Ensayo en el cine Brisamar, en Cimadevilla. En la época de Franco se permitieron películas, en versión original con subtítulos la mayoría, que no eran comerciales y algunas tocaban temas un poquito escabrosos para la época y cuando había una escena en la que tocaban un tema ‘non sancto’ no traducían nada y el público pateábamos como locos".
Derecho. "De pequeño me gustaban los juegos de construcciones y además dibujaba casas y decían: ‘Este niño va a ser arquitecto’, y también me atraía muchísimo la medicina. Pero al final estudié Derecho porque me atrajo la carrera diplomática a raíz de una charla que escuché, con 13 o 14 años, a un cónsul de Argentina en un club de Mieres. Me impresionó. Hasta que con 17 o 18 años conocí a un diplomático de verdad, padre de amigos, y me dije ‘esto no es lo mío’. Hacia cuarto de carrera, fui a ver algunos juicios y la Justicia me gustaba".
La facultad. "En la Universidad me sentí un estudiante gris, cuando en primaria y el instituto había sido un alumno destacado. Tuve algún profesor maravilloso y otros que no tenían capacidad de comunicar los conocimientos. Entre los maravillosos, el profesor de procesal civil, Manuel Serra Domínguez, que el primer día de clase llegó y dijo: ‘El libro de texto es esta ley’, nos hacía esquemas donde nos enseñaba la esencia y las clases de prácticas eran que nos demandáramos unos a otros. Desde entonces adoré el derecho procesal, que todo el mundo lo odiaba. También tuve un profesor excepcional, José María Gil Robles, que había sido el dirigente de la CEDA en la República, pero no creo que fuera franquista. Tengo un libro firmado por él, ‘No fue posible la paz’, que me regalaron por Reyes. Pero en la facultad en general me sentí mal, no era lo que esperaba, fue una desilusión total. Lo mismo que cuando salí de primaria y del instituto me quedó cierta nostalgia, hasta emocionarme cuando hoy en día veo el edificio en el que estaba el instituto, en la facultad no, y estaba en el edificio histórico. La sensación que tenía era que no aprendía casi nada".

Junto a sus abuelos Leonor Oyague y Domingo Roda y su hermana Marta, en 1958, en el parque Jovellanos de Mieres, con la casa familiar, en el segundo piso, tras ellos. / LNE
Idiomas. "En 1973 me fui a Barcelona, al Cuartel de Numancia a hacer las prácticas que me quedaban de las Milicias, que había empezado en 1971, durante los veranos en Monte La Reina (Zamora), en Caballería. Me dieron un permiso para venir a Oviedo a hacer el último examen de la carrera. Barcelona me gustó y aprendí bastante catalán. Los idiomas me gustan mucho. Hablo bastante bien el francés, me manejo bien en inglés y en italiano y este año me he propuesto tirar con el alemán, en el que me defiendo para viajar".
Oposiciones. "Comencé a preparar oposiciones en Gijón con don Fermín García Bernardo tras acabar la mili y hacer el examen de licenciatura, que preparé junto con Paz Fernández Felgueroso. No era obligatorio ese examen, pero era imprescindible si querías hacer el doctorado, y aunque yo tenía clarísimo que lo que me tentaba era la judicatura, lo hice por si me hiciera falta hacer el doctorado. No habría tenido nunca despacho de abogado, aunque hubiera ganado mucho dinero, porque no me gustaba. Para opositar, estudiaba un mínimo de ocho horas diarias y descansaba únicamente el domingo, algo con lo que te desvinculas de tu generación, porque todo el mundo está haciendo alguna cosa y tú estás en casa encerrado".
Aprendí catalán durante la milicia en barcelona; los idiomas me gustan, sé inglés, francés e italiano, y este año me he propuesto ya tirar con el alemán
Don Fermín. "Suspendí dos veces las oposiciones a judicatura y me desanimé. Entonces preparé unas oposiciones que salieron de letrado de Renfe con don Fermín, que, dicho sea de paso, se merece no solo la placita que le dieron en Gijón, se merece más. Tras pasar el examen teórico y el práctico me llaman de Renfe para ir el día 28 de diciembre –no era una broma– a una reunión en Madrid, junto con varios más, para explicar el organigrama de Renfe y destinos a elegir, teóricamente también un psicotécnico. Pensé: ‘Lo tengo ya en la mano’. Eran seis plazas. Uno de los que había allí, interino de Renfe, dijo que no éramos los únicos, que había más gente y había un conflicto porque varios de los interinos habían suspendido y la convocatoria se tiró abajo, me dijeron que por vía sindical. Pasado el tiempo, conseguí hablar con Renfe y me dijeron que las plazas ya estaban adjudicadas".

Junto a su mujer, Cristina Rodríguez Carrasco, en 1992, en Covadonga. / LNE
Juez de distrito. "Un amigo mío estaba preparando juez de distrito, que era una escala inferior a primera instancia, y me animó a presentarme, incluso me matriculó él en Oviedo. El problema es que tenía que reducir el tamaño de los temas. Saqué la oposición en 1979. Mi primer destino fue Luarca y en 1981 me ofrecieron irme en comisión de servicios de primera instancia e instrucción a Bergara, en Guipúzcoa, plaza que no quería nadie. Allí estuve un año. El disgusto en la familia fue de aúpa, porque eran los años de plomo. Viví en el hotel Lasa. Iba a levantar cadáveres yo solo con mi coche, a veces metido entre la niebla sin saber por dónde circulaba, en una época en la que no había Tom-Tom ni nada. Dos veces me apareció pinchada una rueda del coche y otra vez intentaron robármelo. No me sentí amenazado, pero en aquella época se ocultaron cosas; hubo un magistrado de trabajo al que le apareció una bomba debajo del coche, que no le explotó. No se divulgó nada de aquello. Por entonces se aprobó la ley del Divorcio. En Bergara hice el primer divorcio de ese partido judicial, un matrimonio de Eibar que vinieron a ratificarse cada uno con su nueva pareja y se fueron los cuatro a comer, todos encantados. Aprendí un poco de euskera, no el batúa, sino el auténtico de la zona, que me enseñó la dueña del hotel. Aprendía los días de la semana y las cifras".
Pola de Laviana. "Cuando volví a Luarca, en 1982, me puse a preparar una oposición para juez de primera instancia, que saqué en enero de 1983. Mi primer destino fue Pola de Laviana, que era la cabecera del Valle del Nalón. En Laviana fui muy feliz. Estuve casi tres años y aprendí muchísimo. El volumen de trabajo era enorme. Entonces con el ascenso a magistrado era obligatorio cambiar a un destino con plaza de magistrado, si no lo hubiera sido como ocurre ahora, hubiera seguido en Laviana. Hice buena amistad con varias personas que conocí en el ámbito profesional y además me gustaba caminar hacia el monte; la cuenca del Nalón subiendo hacia arriba es preciosa. También la del Caudal. Y me gustaba el ambiente, con gente muy directa. Aprendí muchísimo con quiebras que no eran de allí, pero se habían metido allí, que habían colado por un sistema formalmente aceptable pero que no debería serlo al cambiar de golpe el domicilio de la empresa. Cuando llegué, ya dije que no a la primera que me quisieron meter de Madrid. Buscaban sitios donde los jueces paraban poco tiempo, como Laviana, porque era un solo juzgado que atendía a una población de cien mil habitantes. El problema es que, cuando hay un cambio, el juez nuevo tiene que saber lo que hay de cada asunto y lo que puede estar bien hecho o no".
Carbón. "En Laviana tuve que reconstruir asuntos de hurto de carbón que salía de El Entrego y cuando llegaba a Avilés la mitad eran piedras. Hablaban de hurto, pero muchas veces eran estafas, porque el camión se pesaba en la báscula al salir, pero de carbón solo llevaba una capa. La primera cosa que aprendes es la desconfianza permanente. Cuando eres juez tienes que tener un nivel de desconfianza de lo que te cuentan, de lo que oyes y de lo que ves, sobre todo cuando estás en un sitio pequeño. En Gijón ya cambia la cosa".
Droga. "En Laviana estuve entre 1983 y 1986. Levanté muchos cadáveres con la jeringuilla puesta en váteres de bares. Gente muy joven. La droga se incrementó muchísimo porque hubo un cambio legal, despenalizando la tenencia de droga para consumo, con lo que todos los traficantes alegaban que era para consumo propio. Evidentemente, que el consumo de droga fuera antes delito podía ser una burrada, pero esa despenalización dificultaba la persecución del delito. Era la época en la que desaparecían radiocasetes de los coches y había muchos robos por tirones. La crisis industrial y el inicio de la decadencia de las Cuencas ya estaban ahí y estoy convencido de que hay una relación directa entre una crisis industrial, la falta de trabajo para los jóvenes y el crecimiento del tráfico de drogas. En aquellos años el crecimiento de la droga fue terrible y eso me dejó mal. También algunos asuntos con los que me encontré de menores abusados sexualmente y peleas que tuve para sacarlos de las familias. Por ejemplo, con una señora pidiéndome la libertad de su pareja, que abusaba de la hija, porque era la vía de sustento de esa familia. La niña salió de ahí y acabó siendo adoptada. Y ese tema también lo he visto en Gijón".

Leyendo el pregón de la fiesta Folixa na Primavera en abril de 1999, en Mieres. / LNE
Magistrado. "En febrero de 1986 pasé a San Sebastián por ascenso a magistrado. Fui a cubrir la plaza que había dejado vacante Cándido Conde-Pumpido Tourón en la Audiencia Provincial. En noviembre de 1986 ya vine para Gijón, al Juzgado que entonces era de primera instancia e instrucción número 4".
Instrucción penal. "Yo he levantado cadáveres y no he notado nada. Pero hubo una que me marcó. Una niña que secuestraron en Gijón y que apareció muerta a finales de 1986 en León, por el norte, en zona minera. Se detuvo al autor. Fui a ver la autopsia, y yo que he visto autopsias de todo tipo, dije no, y me salí. Fue la primera vez en mi vida que una declaración, la del detenido, duró desde las 12 del mediodía hasta las dos de la madrugada del día siguiente, parando una hora, porque yo quería atar el tema y lo até. Al principio intentaba que nos la diera viva, pero la había matado ya. Fue horrible. Yo estoy muy duro y puedo aguantar todo, pero lo pago después: el estómago. Aquello pasó poco antes de Navidad. La víspera de Reyes fui a trabajar, porque tenía el tema muy fresco y desde el Juzgado estaba escuchando los tambores de la Cabalgata y viendo a los niños me volvía loco pensando en la niña y en los padres".
Civil. "Desde noviembre de 1986 hasta el 13 de junio de 2023 ejercí en Gijón. Me alegré mucho el 28 de diciembre de 1989 cuando el Juzgado pasó a ser civil nada más. En los divorcios comprobé muchísimo que los hijos se usan. Cuando hicieron los Juzgados de familia hubiera tirado voladores, porque me libré del derecho matrimonial. Un colega me decía ‘la gente se divorcia, pero se casa con nosotros’ y es cierto, porque se divorciaban y luego todo el día pleiteando. Hubo conflictos en los temas mercantiles. En una ocasión me pusieron verde, pero te tienes que aguantar, porque no puedes entrar en el debate, lo mismo que tienes que ser educado aunque des leña".
Sentencias. "Hay veces que el juez no puede dictar la sentencia que cree que sería justa, porque fallan las pruebas. Dicta la sentencia que puede dictar. La Justicia civil es distinta a la penal. A veces te dabas cuenta de que una parte tenía que haberte solicitado cosas que no te pide o que debía de haber planteado el asunto por una vía distinta, pero como juez no puedes entrar en eso. He llegado a desestimar demandas en las que el demandante tenía razón en lo que pedía, pero el abogado no lo argumentó bien usando la vía que más le perjudicaba, posiblemente con buena fe. Pero aquí no hablamos de buena fe, sino de cuál es la mejor solución práctica para tu cliente. Pero ahí el juez no puede intervenir, a diferencia de lo que ocurre en el derecho penal".
Decano. "Fui decano por imperativo legal, porque nadie quería el puesto y era el más antiguo. Antes había sido elegido 4 años. En la siguiente elección no gané y dije que no volvía a ser decano en la vida. Eso se llama escupir para arriba. En mi última temporada estuve más de 13 años, convocando elecciones cada 6 meses sin que hubiera candidatos. Recuerdo que a raíz de la pandemia recibí a personas porque había gente en muy mala situación que no podía desahuciar al inquilino que no pagaba. La gente no sabe que el decanato es un órgano jurisdiccional, que no puede decir a un colega cómo tiene que interpretar la ley".
Hay veces que un juez no puede dictar la sentencia que cree justa, porque fallan las pruebas. Dicta la sentencia que puede dictar
Mujer. "Lo único relevante en mi vida personal es haber conocido a mi mujer, Cristina Rodríguez Carrasco, abogada ya jubilada. Apenas llegué a Gijón la conocí, dicté su sentencia de separación de mutuo acuerdo, conocí a sus hijos, que tenían 11 y 12 años, luego fuimos amigos y de golpe la amistad se convirtió en lo que debería de haber sido. Estuvimos 7 años sin papeles, porque ella no se quería casar, pero yo la lie y de golpe se encontró casada en menos de 15 días. Llevamos juntos para 33 años, con boda para 26. Sus hijos son hijos de ella, pero son hijos míos y los nietos son nietos míos, dos maravillosos. Cuando nació el primero, en abril hace 17 años, cogí en brazos a Nacho y agarré una llorera como nunca, de emoción. Cristina es muy buena persona, inteligente, divertida y culta. Nos encanta viajar, aunque hay sitios complicados, como Lisboa por los adoquines y las cuestas, pero yo tiro de la silla de ruedas y me pongo fuerte; me viene muy bien. Tuvimos varios gatos, pero no quisimos más desde que murió el último, en 2015: yo lloré como un energúmeno. Una de ellas, ‘Kiri’, me mordió los 13 años que vivió, todos los días, desde que era una cachorra. Me tenía manía; yo no podía tocar a Cristina, si la tocaba me mordía".
Rejue. "Durante años pertenecí a la Red Judicial Española (Rejue), donde ayudábamos a los compañeros a preparar comunicaciones internacionales. Y al mismo tiempo me había apuntado a un sistema de intercambios, donde exigen un nivel del idioma, recibiendo una llamada de una persona nativa para comprobar si sabes. El sistema judicial francés me pareció mejor que el nuestro, pero el italiano, para el que lo quiera".
Digitalización. "Con la digitalización de la Justicia hubo una parte de mejoría, pero muchas veces entraban documentos digitalizados que no se podían leer porque estaba mal el original, que a lo mejor teniéndolo en la mano se vería mejor, o que estaba mal grabado. Yo en asuntos delicados prefería ver el papel. La Oficina Judicial, que en diciembre de este año entrará en vigor, no me gusta. Se está legislando bastante mal en general. En plazas pequeñas no va a haber problema, pero en una ciudad como Gijón van a estar todos los funcionarios de primera instancia juntos, diez Juzgados con diez secretarias, con los funcionarios de todos y siempre habrá los que trabajen y los que no. ¿Y quién controla? Como conozco bien el percal, creo que puede ser un problema añadido. Desde hace pocos años los preámbulos de las leyes son enormes. No hay calidad legislativa, que es algo que requiere gente preparada, además de la voluntad política de quien emana las leyes, porque los flecos sueltos son los peores, es lo que pasó con la del solo sí es sí".
Bellas Artes. "Estoy en la directiva de la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Asturias. Al principio me llamaron porque estaban atascados con la elaboración de los estatutos, que acabé haciendo yo. Me llevo muy bien con el presidente, Alfonso Martínez. Mi mujer y yo somos socios del Grupo Covadonga. Fui siempre muy lector y me gusta la música clásica". n
Suscríbete para seguir leyendo
- Solidaridad máxima en Pasapalabra tras el final de Rosa: así es Cosme, el abogado que ayuda a niños en Camboya con un sacerdote asturiano
- Un accidente en la Autovía Minera en Gijón que acabó con la vida de una persona: investigan al conductor de un camión por homicidio imprudente
- Tenía una tienda en una de las calles más caras de Gijón, quebró y ahora el caso está en los Tribunales: ¿qué pasó con Casa?
- Investigan a un vecino de Gijón por violar a su amante tras una noche de copas
- La Camocha, en Gijón, mantiene en secreto la identidad del millonario de la lotería: 'Revisó el número hasta tres veces, se quedó en blanco
- Aparatoso accidente en Gijón: un motorista sale despedido tras chocar con un todoterreno
- Detenidos dos carteristas marroquíes en pleno centro de Gijón
- La Bonoloto deja un premio de segunda categoría en Gijón: casi 70.000 euros de un boleto sellado en esta avenida