Opinión | Crónicas gijonesas

Cronista oficial de Gijón

Animales monstruosos que pasaron por la costa de Gijón

De los fenómenos zoológicos de nuestra historia local ya escribía Jovellanos en su diario, pues por la costa gijonesa han aparecido siempre distintos animales gigantes como ballenas, pulpos o tortugas que llamaban la atención de los gijoneses

Crónicas gijonesas

Crónicas gijonesas / FONDO DE LAUREANO VINCK (MUSÉU DEL PUEBLU D’ASTURIES)

Consultamos el "Diario" de Gaspar Melchor de Jovellanos del 22 y 23 de octubre de 1795. Jovellanos cuenta la aparición de enormes animales en El Arbeyal, e incluso dibujó las colas de los cetáceos.

Jueves 22 de octubre de 1795. Avisan que en la playa del Arbeyal han aparecido unos cetáceos desconocidos, en número increíble; que se les oyó por la noche mugiendo a la manera de las vacas; acudieron los aldeanos de Jove; pasado el susto, empezaron a atar alguno por la cola y remolcarlos a la playa; son dóciles; solo fieros cuando heridos.

Viernes 23 de octubre de 1795. A ver los peces de ayer; gran número fueron traídos al puerto; son enormes: de 22, 26 y 30 palmos de largo; piel negra, lisa, semejantes a los calderones; dos especies; la cola de unos de esta forma horizontal y en otros vertical; dos carreras de grandes y durísimos dientes cónicos; la carne, en la superficie hasta tres, cuatro y más dedos, blanquísima, grasa; más adentro denegrida. Mientras los terrestres, echándoles guindaletas a la cola, los remolcaban a la playa de Jove, los marineros, en bote, los traían al puerto.

Asombrados quedaron los gijoneses ante otros fenómenos zoológicos de nuestra historia local. Como la invasión de calderones en la playa de San Lorenzo, el 8 de septiembre de 1857, que los gijoneses de la época confundieron con tiburones o la ballena que, arrastrada por el vapor "Sultán", apareció en la misma playa –en la zona de El Rinconín– en octubre de 1895 y que se convirtió en un monstruo real de veinticuatro metros de largo y 20 de "circunferencia".

Resulta verdaderamente curiosa la lectura de los reportajes que la prensa local de aquel octubre de 1895 ofreció a sus lectores durante los días 11 y siguientes donde comprobamos la enorme expectación que motivó en la ciudad la aparición de ese monstruo mitológico al que había que ver y tocar. De hecho, quedó en la memoria local la expresión "Vete a ver la ballena" como algo relacionado con la fantasía, con lo irreal, con lo mágico.

Otros cetáceos vararon en la zona de El Natahoyo en épocas más recientes. Por ejemplo, a final de la década de 1940 apareció en las cercanías del Monte Coroña una "ballena" que la leyenda engrandeció como un "monstruo marino", aunque se trataba de un trozo, no pequeño, de un cetáceo, pero desde luego no una ballena propiamente dicha. Por otra parte, tres toneladas y media pesaba el cachalote que apareció, muerto, junto a Astilleros del Cantábrico en tiempos relativamente cercanos. La prensa local del día 21 de mayo de 1975 nos muestra ese cachalote y pasó igual que en el año 1895: con la gente asombrada y pisando al monstruo marino, dominándolo. Hay que tener en cuenta que la última constancia que se tiene de una ballena cazada en Gijón es del muy lejano año de 1722.

De agosto de 1901 data la primera noticia sobre un pulpo gigante aparecido en la ciudad. El 25 de agosto de 1901 leemos en "El Noroeste": "Sobre las peñas del sitio llamado La Providencia, y a orillas del mar, fue hallado ayer un enorme pulpo. Algunas personas que tuvieron ocasión de verlo aseguran que se trata de un monstruo. Para darse una idea del tamaño de dicho animalito baste decir que uno de sus rayos, cortado por un vecino de Somió, mide nada menos que cuatro metros y tiene el grueso de un poste de teléfono".

Ballenas, pulpos gigantes y tortugas gigantes. Otro ejemplo, de animal descomunal, pero sobre el que también había que ponerse encima, es la tortuga aparecida años más tarde, exactamente el 5 de junio de 1928 y que pesó 480 kilos. De esta tortuga gigante existe una fotografía, con una niña encima de ella. La podemos ver en el librito de Fernández del Humedal "Efemérides y curiosidades gijonesas". José Manuel Lorenzo Fernández, "Fernández del Humedal", era el dueño de la imprenta La Versal y para sus clientes y amigos editó ese libro. Lo hizo en el año 1936 pero luego lo reeditó aumentado varias veces. En una reedición, en la contraportada, aparece la foto de la tortuga gigante.

Su historia es la siguiente. Unos pescadores la atraparon el 5 de junio de 1928 a la altura de Rodiles arrastrándola hasta La Rula, en Gijón, adonde llegó aún viva. Un catedrático del Instituto de Jovellanos la clasificó como "Dermochelys coriacea" y sus dimensiones eran de 2,20 metros de larga y de ancho 2,55 metros. Desde La Rula gijonesa se la trasladó a la estación de ferrocarril para llevarla a Madrid, para que se conservase, disecada, en el Museo de Ciencias Naturales. Eso nos cuenta "El Noroeste" del día 6 de junio de 1928. En Madrid acabó la tortuga como en Madrid (en el mismo Museo de Ciencias Naturales) había terminado el esqueleto de la ballena del año 1895.

Como fin. Una noticia de diario gijonés "El Norte de Asturias" del 22 de junio de 1868: "Fieras. En la huerta de Costales se está exhibiendo una colección de fieras compuesta por un magnífico león africano, una pantera, un lobo, un antílope, una hiena y otros varios animales que no recordamos. A las ocho de la noche les dan de comer y es la hora en que deben ir a verlos pues, enfurecidos por la vista de la carne, presentan un cuadro imponente y aterrador". Desconocemos dónde estaba la huerta de Costales.

Animales monstruosos | FONDO DE LAUREANO VINCK (MUSÉU DEL PUEBLU D’ASTURIES)

Iglesia de San Lorenzo en Gijón. / FONDO DE LAUREANO VINCK (MUSÉU DEL PUEBLU D’ASTURIES)

San Lorenzo, tras el final de la Guerra Civil

Fachada de la iglesia de San Lorenzo nada más terminada la Guerra Civil en la ciudad, en octubre de 1937. Ninguna capilla ni iglesia de Gijón quedó intacta salvo la del santuario de Contrueces, en la carretera del Obispo. La de San Lorenzo, la "Notre Dame de Los Campinos", databa del año 1896, obra del arquitecto Luis Bellido, pero como vemos sufrió importantísimos daños. Quedó sin techo. Entre 1938 y 1948 fue reconstruida con un proyecto del arquitecto Manuel García Rodríguez que mantuvo cierta fidelidad al original, salvo suprimir las agujas que remataban las dos torres. Fondo de Laureano Vinck en el Muséu del Pueblu d’Asturies.

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