La Camocha, en Gijón, mantiene en secreto la identidad del millonario de la lotería: "Revisó el número hasta tres veces, se quedó en blanco"

El sorteo de la Bonoloto del sábado convirtió a uno de sus habitantes en millonario tras tocarle un premio de 1.721.822 euros

Alicia Díaz y a Ovidio González, junto al local donde el ganador del premio compró el boleto.

Alicia Díaz y a Ovidio González, junto al local donde el ganador del premio compró el boleto. / Marcos León

"¡El millón setecientos! ¿A quién le tocó?". Esta fue la pregunta más repetida en La Camocha durante el día de ayer. El sorteo de la Bonoloto del sábado convirtió a uno de sus habitantes en millonario tras tocarle un premio de 1.721.822 euros. La comidilla del barrio durante la hora del vermú no era otra que la de descubrir qué vecino era el afortunado. "Por aquí pasa mucha gente de Lavandera y Vega que vienen a echar lotería", apuntó Juan José López, mientras conversaba con Carola Gil y Saray Díaz en un conocido bar. "Con esa cantidad se tapan todos los agujeros y todavía sobra", remata Gil.

Frente a la puerta del local en donde se vendió el boleto ganador, en el edificio del antiguo cine, al pie de la plaza del mercado, Alicia Díaz teoriza sobre el posible ganador. "Ya me llamaron por la mañana para preguntar si me había tocado a mí", señala la vecina, añadiendo que suele echar la Bonoloto todos los días. "Justo el sábado no vine por aquí porque tenía varios recados".

En otro establecimiento hostelero, las conversaciones giraban sobre el mismo tema. "Aquí no sabemos nada, pero llevamos jugando en la lotería el mismo número desde hace 40 años. Estoy segura de que algún año nos toca", confía María Digna Portela, la dueña.

Ante estas palabras, uno de los clientes, que no quiso desvelar su nombre, mencionó conocer al afortunado, pero no solo eso, sino que también aseguró que había estado presente en el momento que se enteró del premio. "Estuvimos revisando dos y hasta tres veces el número. Cuando lo confirmamos se quedó blanco, no sabía ni que decir", apuntó. "A mí si me toca no lo digo por nada del mundo", señalaban desde el otro extremo de la barra, mientras el resto asentía fantaseando con ser ellos algún día los ganadores.

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