Gijón vive con fervor la procesión del Viernes Santo: “Es muy emotiva”
La ciudad disfruta de una cita con presencia de alumnos de la escuela de la Guardia Civil de Baeza
Las hermandades decidieron acortar el recorrido por la previsión de lluvia

Vídeo: Nico Martínez | Foto: Ángel González
Gijón pudo disfrutar esta tarde de la tercera gran procesión de su Semana Santa. Arropados por cientos de vecinos y visitantes, las tres hermandades de la ciudad sacaron a la calle los pasos de la Piedad al pie de la Cruz, el Cristo Yacente y la Virgen Dolorosa para completar el siempre emocionante Santo Entierro de Cristo. Eso sí, lo hicieron acortando el recorrido por la amenaza de lluvia.
El pistoletazo de salida tuvo lugar en torno a las ocho y diez de la tarde junto a la iglesia de San Pedro. La explanada del Campo Valdés estaba repleta de devotos y turistas con ganas de admirar las tres imágenes que iban a protagonizar la procesión. El cielo estaba parcialmente despejado, pero unas gotas amenazaron cuando restaban unos minutos para el inicio del recorrido. La confianza de los cofrades frente a una posible lluvia que arruinara la jornada no era plena, por lo que tomaron la decisión de llevar a cabo el itinerario corto por la previsión de lluvia que reflejaban las aplicaciones móviles. El presidente de la Junta Mayor, Ignacio Alvargonzález, fue el encargado de confirmar esos cambios al personal de Protección Civil.

La procesión del Viernes Santo en Gijón, en imágenes / Ángel González
Tras recibir la orden de su jefa de paso, Patricia Menéndez, los hermanos de la Santa Vera Cruz dieron inicio a la procesión echándose a los hombros la Piedad al pie de la Cruz, una imagen de la que llamaba la atención que por primera vez lucía una toca de sobremanto bordada a mano, en hilo dorado y sobre malla de nido de abeja, obra de una porteadora de la cofradía. Destacaban en el paso lilium, rosas, claveles, antirrhinum y crisantemos. La Vera Cruz iba escoltada por once efectivos del Cuerpo Nacional de Policía y por la Banda de Gaitas “Villa de Xixón”.
A continuación aparecía un grupo de manolas, con sus mantillas, peinetas y vestidos negros, y una amplia representación de cofrades del Santo Sepulcro. Arrastraban al Cristo Yacente en el interior de su urna de cristal y plata, una de las pocas piezas que guarda Gijón de la época anterior a la Guerra Civil y que esta cofradía guarda como oro en paño.
El paso estaba lleno de color gracias a los claveles, rosas y helechos que habían colocado con mimo en las horas previas las cofradías. Lo escoltaban agentes de la Guardia Civil de la región y varios alumnos asturianos de la escuela de la Guardia Civil de Baeza. “Es una cita en la que nos gusta estar. Es muy emotivo y siempre presta ver este ambiente”, afirmó Eduardo Fernández, agente de la Benemérita ya jubilado que no quiso perderse la oportunidad de participar en la procesión del Viernes Santo.

Los miembros del Santo Sepulcro llevaban en la cintura un cíngulo rojo que combinaba a la perfección con el resto de su vestimenta habitual. Se movían al ritmo de los tambores de la Asociación de Folclore “Amigos de la Tradición” (Afatra). Por detrás llegaban, cerrando el cortejo, un nutrido grupo de componentes de la Santa Misericordia que elevaban a la Virgen Dolorosa, llena de lirios y rosas para la ocasión. A ellos les acompañaban reservistas voluntarios y la Banda Sinfónica de Gijón, una de las agrupaciones más activas durante estos días.
Después de pasar por el Campo Valdés y el Muro, la comitiva recorrió Cabrales, Julio Somoza y San Bernardo antes de girar por Ventura Álvarez Sala. Allí tuvo lugar uno de los instantes más emotivos de la procesión. Varios fieles se asomaron a las ventanas de una vivienda para lanzar un buen puñado de pétalos sobre la figura de la Virgen Dolorosa. La escena, entre gritos de “¡Viva la Virgen!”, desató los aplausos de muchos de los que abarrotaban las aceras.
Cuando el reloj ya superaba las nueve de la noche, los penitentes encararon el paseo del Muro para regresar a través del Campo Valdés a la iglesia de San Pedro, donde los músicos hicieron sonar los acordes del himno nacional y la Saeta para poner el broche de oro a un nuevo éxito de las cofradías gijonesas. “No contábamos con que viniera tanta gente al haber partido en El Molinón y por la lluvia que cayó durante el día, pero nos ha sorprendido gratamente la afluencia”, manifestó el maestre del Santo Sepulcro, Alejandro Vallaure, que mientras visualizaba las nubes oscuras que se aproximaban afirmó que “acortarla ha sido todo un acierto”.
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