La figura de la semana
La vocación de servicio hecha mujer que dará voz al barrio más grande de Gijón
Begoña Ferrín Magaz, nueva presidenta de la Asociación de Vecinos "El Fumeru" de El Llano, es amable, cercana y enamorada de la lectura, e impartió durante años talleres a los reos de Villabona, para los que se convirtió en un apoyo vital imprescindible

Begoña Ferrín Magaz / Mortiner
Una mujer cercana y amable, que ayuda a todo el mundo, aunque se meta en algún lío. Una persona que, si algo depende de ella, hay que darlo por hecho. Vamos, es una de las de fiar; de las que siempre están. Tener cerca a alguien así hace la vida mejor. Eso lo saben –y lo dicen– muchas personas en Gijón. También otros, por ejemplo, los reos de Villabona, por los que tanto ha hecho y tanto le agradecen. Los que conocen a Begoña Ferrín Magaz la definen como la personificación de la vocación de servicio al prójimo. Ahora da un paso más y asume la responsabilidad de ser la presidenta de la Asociación de Vecinos "El Fumeru", del barrio de El Llano. Allí lleva muchos años, y es querida y ha hecho el bien a partes iguales, aunque ahora su implicación va a ser aún mayor. A la vista está que tiene ganas de más.
Esta gijonesa vino al mundo en 1959 y, aunque no creció en esta ciudad costera, sí lo hizo en otra asturiana: Avilés. Aunque se crió allí, las raíces tiran, y regresó a su ciudad natal. De vuelta a Gijón, donde se afincó hace ya más de treinta años en su querido barrio de El Llano, formó una familia junto a su esposo y trajo un hijo al mundo. Esta familia, de sangre, es una; su gran corazón le ha permitido crear otras, pero no adelantemos acontecimientos.
Begoña estudió Geografía e Historia y uno de sus afanes siempre ha sido enseñar a los demás cosas nuevas, ya fuera trabajando, dando clases particulares o de forma más altruista. Con la enseñanza como vehículo de sus grandes intenciones de conseguir un mundo más justo, esta mujer religiosa –pero que otorga el máximo respeto a las creencias de los demás– encaminó sus pasos al lugar donde consideró que más la necesitaban: el Centro Penitenciario de Asturias, en Villabona.
En el penal brilló con luz propia. Una todoterreno. Entró como voluntaria a través de su colaboración con la Pastoral Penitenciaria. Impartió clases de todo lo impartibleLa figura de la semana, aunque su debilidad siempre han sido los idiomas. Los reos aprendieron con ella el idioma de Shakespeare. A otros, Begoña les entregó el mayor regalo con el que te puede obsequiar un profesor: las letras, la alfabetización. Aprender a leer y escribir les abrió un mundo a aquellos hombres y mujeres que pasaron por su aula.
Dicen que el roce hace el cariño. Ese contacto del día a día con los reclusos derivó en relaciones mucho más cercanas y Begoña se convirtió en mucho más que una educadora. Mutó en confesora, psicóloga, abogada de las causas justas y némesis de los atropellos. Hasta tal punto que se planteó crear una asociación para ayudar a las reclusas cuando salen de prisión y tienen que volver a enfrentarse a una sociedad que las estigmatiza. Begoña nunca deja a nadie atrás.
Su gran afición es la lectura. Es una biblioteca con patas, señalan los que la conocen. Leer, leer y leer. Como no podía ser de otra manera, la Historia es una de las materias que más goza, a la que se suman la Psicología –de la que tantas veces ha hecho buen uso; además, es firme pero justa– y los temas sociales. Precisamente, aunó su afición lectora con sus vivencias en el penal asturiano y escribió un libro, Voces de prisión y libertad, sobre las experiencias de los reclusos. Para darles voz en una sociedad que los deshumaniza.
La inminente presidenta de "El Fumeru", donde también dio sus conocidas clases de inglés, vuelca ahora, más que nunca, su vocación de servicio en El Llano. Bajo el brazo trae grandes planes. Unos, de crecimiento de la participación vecinal y de los espacios para acoger actividades; otros, de servicios e infraestructuras, reclamando mejor atención médica o más plazas de aparcamiento. Y quiere contar con todos, en una de las zonas con mayor diversidad cultural. Una vez más: no deja a nadie atrás y cuenta con todos.
Esta mujer discreta, de las que le gusta pasar por los sitios con pudencia, ha llegado a la presidencia del colectivo vecinal quizá con más ruido del que deseaba, con apariciones en medios que ejemplifican estas líneas. Reconociendo también la labor de su predecesor en el cargo, Ángel Ramos, durante tanto tiempo. Los que la conocen saben que tenía que ser así y dicen que una mujer de tan alto valor y amor por los demás no merecía menos que un reconocimiento a la altura de su corazón.
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