Último adiós de Gijón al abogado Minervino de la Rasilla, que deja un legado de "sabiduría" y "corazón"
"Sacó sobresaliente en amor" dicen los hijos en la ceremonia oficiada en El Lauredal para despedir al especialista en Derecho Administrativo

de los hijos del finado, David, ayer, recibiendo un abrazo de pésame con su hermano Minervino a la derecha. / Marcos León
Un hombre que derrochaba "sabiduría", con un "buen corazón" y que en su vida sacó "sobresaliente en amor", como dicen sus descendientes. Gijón dio ayer por la tarde su último adiós al letrado gijonés Minervino de la Rasilla Losa, reconocido profesional durante medio siglo de ejercicio y fallecido este martes a los 75 años tras sufrir un breve pero adversa patología. La familia del célebre especialista en Derecho Administrativo recibió en el Tanatorio Noega (El Lauredal), donde se ofició una celebración de la palabra en su recuerdo, incontables muestras de cariño de colegas de profesión y de amigos todos los estamentos de la villa marítima. De la Rasilla, que enviudó de su esposa Luisa Fernanda Suárez Ansotegui en 2014, deja tres hijos: Minervino, David y Ramón.
La ceremonia, tras la que el finado fue incinerado en la intimidad familiar, llenó la capilla del complejo, con las bancadas repletas y muchos de pie. Entre las caras que se acercaron para dar una última muestra de cariño a Minervino, "Mine" para sus más allegados, se pudo ver al expresidente del Principado de Asturias, el socialista Pedro de Silva y su hermano, reconocido abogado, Fernando; el exdiputado y ensayista Xuan Xosé Sánchez Vicente, el jurista Armando Menéndez o el director de la Cocina Económica de Gijón, Rafael Piñera, entre muchos otros. "Papá aprobó el examen del amor con sobresaliente, todos llevamos un recuerdo suyo; no hay más como él", expresó su primogénito, Minervino, que pronunció ayer unas palabras durante la ceremonia de despedida a su padre en el tanatorio.

En una imagen actual. / LNE
De la Rasilla "marcó" allá donde fue, según manifestó su hijo; y fue a muchos lugares, porque era un hombre multifacético. Deportista, jugador de balonmano de la plantilla del Grupo Covadonga cuando alcanzó la División de honor a finales de los años setenta del pasado siglo; socorrista de las primeras promociones de Salvamento de las playas gijonesas en la misma época y "amante de la mar", así como un especialista fuera de serie en el Derecho, que no dejó de interesarse por la profesión de forma oficiosa, porque aunque jubilado, se afanaba en seguir con sus consultas asiduas al Boletín Oficial del Estado. "Era una bestia", remató Minervino hijo, que agradeció el "tsunami" de muestras de afecto recibidas para despedir a su padre: "Que haya sido así no es casualidad, sino causalidad".
"Del Gijón ‘de toda la vida’"
Minervino de la Rasilla, que regentó durante décadas un despacho de abogacía en el martillo de Capua, frente a La Escalerona, nació hace 75 años en la calle San Luis, al lado del parque de la Zarracina. "Era del Gijón ‘de toda la vida’", manifestaron sus hijos. Nació en una familia de cinco hermanos y en su infancia y juventud estudió en el colegio Corazón de María, unas pocas manzanas más allá, donde hizo muchos amigos que conservó durante su vida y lugar en el que nació su inquietud deportiva por el balonmano, que practicó durante muchos años.

El fallecido, detrás, a la izquierda, de socorrista. / LNE
De allí pasó a militar, en los años setenta, en las filas del equipo de la misma disciplina en el Grupo Covadonga, una institución en la que se volcó llegando a figurar en la junta directiva durante algunos años de su vida. Reconocido grupista, recibió hace una década su distinción al mérito por sus largos años de vinculación. En esta misma época, de la Rasilla alcanzó otro hito: ser uno de los primeros socorristas de los arenales gijoneses. El mar y la natación fueron uno de sus amores, que también inculcó a sus hijos, que recuerdan la anécdota de, en otros tiempos de menores restricciones, subir a los Lagos de Covadonga y cruzarlos a brazadas.
En esa época también conoció, en una fiesta de prao, a su esposa, Luisa Fernanda, madre de sus hijos. Los jóvenes sabían de su existencia de vista, en Gijón, pero el festejo hizo que se juntasen las pandillas y se enlazasen sus destinos hasta el fallecimiento de ella, en 2014. Su adiós fue un duro golpe para Minervino, gran apasionado de la música y afanado lector, aficiones de las que disfrutó hasta el último momento.
Un reputado abogado
De la Rasilla fue un reputado abogado en su ciudad natal. Fue socio, en los ochenta, de Alejandro Alvargonzález; después, con Jesús Villa y Juan Cifuentes, con los que compartió despacho hasta que se jubiló. Ambos elogian a su colega y amigo. "Aprendí todo lo que sé con ‘Mine’", recuerda Jesús Villa, que empezó con él como pasante en 1988. Para Villa, era "un paisano grande en todos los sentidos" y sapientísimo.
En palabras de Cifuentes, era "generoso, familiar, conversador y cercano" y un "agudo" procesalista y especialista en derecho administrativo y urbanismo. Unos elogios a los que también se sumó Benigno Villarejo, decano del Colegio de Abogacía de Gijón. "Tenía un sentido del humor muy especial –afirmó– y una persona que gozaba del cariño de toda la profesión; la representaba plenamente".
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