El relevo generacional, la otra gran preocupación que es común en todos los colectivos vecinales de Gijón

La falta de tiempo o la ausencia de "vocación de servicio", entre las razones que explican que apenas haya líderes noveles en los colectivos de barrios y parroquias

Por la izquierda, Florencio Martín, Arancha Sánchez, María José Cuervo, Roberto Devesa, José Luis Fernández, Manuel Cañete, Miguel Llanos y Graciela Buzón, en el espigón central del puerto deportivo.

Por la izquierda, Florencio Martín, Arancha Sánchez, María José Cuervo, Roberto Devesa, José Luis Fernández, Manuel Cañete, Miguel Llanos y Graciela Buzón, en el espigón central del puerto deportivo. / FERNANDO RODRÍGUEZ

Gijón

Más allá de bregar cada una por su barrio o parroquia, por lograr, a base de insistencia, mejoras en la calidad de vida de los habitantes de Gijón, las asociaciones vecinales de la ciudad también luchan contra la ausencia de un relevo generacional que amenaza con torpedear su labor. La edad media de los presidentes es elevada. Quedan muchos incombustibles que, pese a ir cumpliendo años, siguen en la pelea por sus convecinos, pero la juventud en los líderes de los colectivos es una excepción. LA NUEVA ESPAÑA reúne a un grupo de presidentes, unos más veteranos y otros más noveles –tanto en el carnet de identidad como en el cargo– para realizar un diagnóstico de la situación. La falta de tiempo o la carencia de una "vocación de servicio" sobresalen como dos de las razones por las que pocos jóvenes se animan a asumir las riendas.

Manuel Cañete, de 65 años, presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales (FAV) desde 2020 y de la asociación del Polígono desde 2015, apunta directamente a la demografía. "Gijón tiene la particularidad de ser una ciudad envejecida", afirma Cañete, que aumentó su actividad en el asociacionismo a medida que iba teniendo más tiempo. "Tiene que gustarte esta tarea", remarca el presidente de la FAV, que reivindica que "hay cierta minusvaloración del trabajo que hay en una asociación". Entre las cuestiones que echan para atrás a los jóvenes para adentrarse en el ecosistema vecinal, Manuel Cañete menciona la burocracia. "Se requiere mucho papeleo y la Administración tiene horarios complicados", sostiene Cañete. Miguel Llanos, de 61 años, preside la Federación de Asociaciones de Vecinos Rurales "Les Caseríes" desde 2022 y la asociación vecinal de La Pedrera desde 2016 y asegura que una de las claves pasa por "hacer más atractivas" para la gente joven.

En la zona rural, en Serín concretamente, está José Luis Fernández, de 50 años, como presidente. En 2022 tomó posesión. "Para ser presidente se necesita tiempo y entiendo que quien tiene trabajo, hijos, amigos o hobbies, pues es complicado", expone Fernández, que aboga por introducir poco a poco a los jóvenes en las juntas para que se vayan curtiendo y, por qué no, despertarles el gusanillo para que, llegado el caso, asumir la responsabilidad. "Es positivo que entre gente nueva, con ideas nuevas, aunque no se parezcan a las de los anteriores", subraya José Luis Fernández, que saca a la palestra otra circunstancia. Cuando hay procesos de renovación de las directivas, "no suele haber más de una candidatura", asevera.

Roberto Devesa representa un caso particular. A sus 66 años, en 2024 dio un paso adelante para encabezar la asociación vecinal de Pumarín. "Presentarte es algo que tiene que salir de ti y yo disponía de tiempo", proclama Devesa. "La juventud no tiene esa necesidad que hubo en su momento de reivindicar o luchar por el barrio", opina Arancha Sánchez, de 48 años, presidenta de la asociación vecinal "La Serena", de El Llano, que por ejemplo creó una vocalía de juventud. "Hay unos chavales tirando por ello y los formamos para que en el día de mañana puedan sustituirnos", explica Sánchez.

Precisamente un sustituto le gustaría encontrar para el próximo mandato a Florencio Martín, de 75 años, presidente vecinal de Laviada desde 2002. "Tenemos las puertas abiertas, aunque me da igual si es joven o tiene 75", bromea Martín. A María José Cuervo, de 65 años, no le preocupa en exceso esa falta de relevo. "Llevo mucho tiempo escuchando que terminaremos cerrando, pero siempre aparece alguien", destaca Cuervo, presidenta de La Arena desde el pasado año y para la que hay una premisa indispensable para ponerse al frente de un colectivo vecinal. "Como no tengas vocación de servicio, vas mal", recalca.

"Hacen falta más ganas que tiempo para participar"

Desde 2023 lidera Graciela Buzón la asociación vecinal de Nuevo Roces. Tiene 41 años, por lo que es uno de los rostros más jóvenes de cuantos capitanean las entidades que velan por los barrios y parroquias de Gijón. "Las instituciones tienen parte de responsabilidad por no permitir el arraigo de jóvenes en la ciudad por los precios de vivienda o temas de trabajo", valora Buzón, que también pone el foco en los valores de cada uno a la hora de postularse para ser líder vecinal. "Nos han educado en la sociedad del ‘yoísmo’, del primero yo y luego ya si eso los demás", manifiesta Graciela Buzón, que resalta que, por regla general pues siempre hay excepciones, "los jóvenes no tienen esa conciencia del barrio, del vecino, de echar un cable si se necesita algo...", dice la presidenta de Nuevo Roces, que, por contra, no cree que el tiempo sea un factor diferencial para comandar una asociación. "Hace falta más ganas que tiempo para participar en el movimiento vecinal", apunta.

Más pesimista con el relevo generacional se muestra Consuelo González, de 71 años y que lleva 13 en la presidencia de "Los 16" de Cenero. "El principal problema es el tiempo, esto lleva muchas horas y hay que partir de la base de que las administraciones piden unas cosas que no son normales", reprocha González en alusión a la ya mencionada burocracia, antes de hacer algo de autocrítica. "Igual la culpa la tenemos nosotros por no haber sabido enseñar a los jóvenes lo que cuesta esa lucha por los barrios y las parroquias", reflexiona. Por una línea similar tira Soledad Lafuente, de 68 años y líder vecinal de Somió desde 1999. Hace unos meses quería dejarlo, pero no apareció nadie para asumir el bastón de mando, por lo que cambió de planes. "Es una pena que lo hecho hasta ahora se destruyera, costó mucho llegar hasta aquí", afirma Lafuente, para la que, salvo casos puntuales, ya no hay ese "espíritu reivindicativo". "Las cosas son más fáciles de conseguir", remarca. Coincide Alejandro Romero, de 81 años y líder vecinal de Contrueces desde 1988. "Antes había más necesidad y otra conciencia", declara uno de los fundadores de la FAV.

"No entiendo por qué la gente se quiere desentender del movimiento vecinal, es como si a la juventud no le interesara", lamenta otro ilustre, Álvaro Tuero, presidente, a sus 81 años de la asociación "Atalía", de El Natahoyo. Lleva desde 1997. En su diagnóstico, Jesús Alonso Prieto, de 76 años y presidente vecinal de La Camocha desde 2024 (y ya lo había sido a finales del siglo pasado), señala que los jóvenes actualmente "toman otro camino, no se quieren comprometer".

Trabajo "por el bien común"

En 2012, Xuan Pandiella arrancó su andadura como presidente vecinal de Vega. Ahora tiene 34 años. "Lo vi como una oportunidad de empezar proyectos personales y dar lo mejor de ti mismo implica un esfuerzo", cuenta Pandiella, para el que es "fundamental" tener vocación de servicio. "La sociedad se ha vuelto más individualista, ya no hay tanto vínculo", pondera. Al frente de San Andrés de los Tacones está Bryan Calvo, de apenas 25 años, desde 2022. La asociación se disolvía y urgía alguien que diese un golpe encima de la mesa. "Trabajamos para el bien común y a veces no es gratificante, el Ayuntamiento debería impulsar la formación porque hay que presentar un montón de trámites para todo", propone Calvo, que también considera que hay cierta "desconfianza" por parte de los mayores para encomendar el liderazgo de una asociación a los jóvenes.

"Creíamos un grupo de vecinos que juntar experiencia y juventud era buena manera de avanzar en el barrio", confiesa Christian Guisado, presidente vecinal de El Coto, de 35 años y en el cargo desde 2019. "Sigo con ganas, ilusión y cabezonería, porque hay que machacar e insistir, pero vemos que se van consiguiendo los objetivos", reivindica. A juicio de Sergio Álvarez, líder vecinal de Cimavilla desde 2016 y de 36 años de edad, la "disponibilidad horaria" explica en buena medida por qué tan pocos jóvenes se ofrecen para presidir una entidad. "También hay que saber dar paso, confiar y no tener la idea de que la juventud es el futuro, pues debe ser el presente", añade Álvarez. n

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