Manuel Robles, rector de la Basílica del Sagrado Corazón: "El centenario no es una meta, sino un punto y seguido para mantener el trabajo"
La Iglesiona, que cumple 100 años, pondrá el broche a la celebración el día 30 con una misa que presidirá el Arzobispo para acompañar con "los brazos abiertos" a Gijón

El sacerdote Manuel Robles Freire, en las bancadas de la Iglesiona. / Ángel González
Manuel Robles Freire es el rector de la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, más conocida como la Iglesiona. El templo cumple su centenario y a este sacerdote nacido en La Pola de Gordón, en León, le ha "tocado" el honor de celebrar esta efeméride, toda una "alegría". El religioso, que desarrolló carrera periodística, remarca la importancia humanitaria y cultural de un templo, "abierto a todos" y que pondrá broche al aniversario con una misa presidida por el arzobispo, Jesús Sanz Montes, el próximo día 30 de mayo.
Cien se dice pronto.
Es mucho. Una alegría para Gijón. Solo se cumplen una vez cada cien años y sirven para que la idea que tenemos de puertas abiertas a la gente, animarla a conocer la basílica y orar, se mantenga. De todas formas, no es un punto final ni una meta, es un punto y seguido para seguir trabajando con los desafíos de ayudar y escuchar. De mejorar, de mirar por los más vulnerables. Y por este barrio, en el que las personas envejecen y tenemos que dar una mano no solo en lo espiritual, sino en lo social, sobre todo para que la gente no se sienta tan sola.
¿Y cómo rector?
Nunca pensé en el centenario, pero ahora que está ahí es una alegría. Tengo muchos motivos para estar contento, porque estas cosas no se merecen, sino que te tocan, te coinciden. Cualquiera que celebre algo así en una institución lo estaría.
¿Se acercó más gente al templo con motivo del aniversario?
Sí, y cada mes hemos hecho cuatro o cinco actividades culturales, musicales, religiosas. Hemos tenido de todo. Pinturas, vidrieras, conciertos, arquitectura por el modernismo. Recordado a los santos del Sagrado Corazón. Además ha sido año jubilar y muchos se han acercado a Dios.
El broche de oro lo pondrá la misa del día 30.
La presidirá el arzobispo, Jesús Sanz Montes, estarán los vicarios y están invitados todos los sacerdotes de Gijón, algunos más de fuera que tienen vinculación con la basílica. Haremos una pequeña procesión, si el tiempo lo permite, no como el año pasado que nos llovió. El coro ya está preparado y el templo va a estar engalanado. Vendrán también muchas autoridades civiles y militares para festejar esta alegría para la ciudad.
¿Cómo percibe la evolución de la basílica en el tiempo?
Los Jesuitas estuvieron casi 90 años y creo que hicieron una gran labor en sus tiempos y estaban muy bien preparados. Muchas veces nos toca sembrar y que sean otros los que recogen. Siembras y no ves los frutos de inmediato. Una de las cosas que más me gustaría es promover una reunión entre la gente que vivió aquellos tiempos, los años 40 y 50 del siglo pasado, para que recuerden y nos cuenten. Los rectores que han estado aquí, igualmente. A Don Julián tuvo la reforma de la basílica, que fue un gran esfuerzo e inversión; don Álvaro estuvo unos años destinado e hizo las cosas muy bien y don Víctor igual.
¿La juventud se involucra?
No somos parroquia, así que no hay primeras comuniones, confirmaciones ni matrimonios. Vienen de las parroquias o como tenemos muchas misas se acercan cuando les cuadra. Antes se reunía aquí el movimiento Hakuna. Cantaban y a la gente le encantaban que hubiera decenas de chicos y chicas con actividad. Ya no están, pero no estaría mal que de vez haya algo con la juventud porque es bonito y viene bien a todos.
Hay quien dice que hay una crisis de fe entre los jóvenes.
Es una época que pasa, la vida es cambio, pero hay mucha gente joven que vive la fe. Quizá en mi juventud la cantidad era mayor en la iglesia, pero ahora también la hay. Hay que valorar a la juventud y apoyarla, pero tampoco idolatrarla. Ni a nadie. Hay que amar. Todo el mundo es muy importante.
En la Iglesiona hay fe y mucha cultura.
El modernismo construyó aquí este templo. En Gijón tenemos que conocer más nuestras cosas y valorarlas más. Valorar, no ir de "grandones". Hacemos un esfuerzo para que los colegios vengan y conozcan la arquitectura, las pinturas y las vidrieras, tan importantes ambas.
¿Cuál es su mejor recuerdo ligado a la basílica?
La ayuda que me prestan todos los voluntarios cada día diría que es, indudablemente, el más bonito.
¿Tiene algún mensaje para los feligreses?
Tenemos que seguir trabajando para dar a conocer la espiritualidad del Sagrado Corazón, abrir los brazos a las parroquias del municipio y a este barrio en el que estamos ubicados.
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