Entrevista | Joaquín Díaz Folclorista y experto en literatura popular

"Los pliegos de cordel son la verdadera historia de España y de sus habitantes"

"Lope de Vega se quejaba que los ciegos tomaban sus poesías sin decir que eran suyas", dice el estudioso de los pliegos, que ofrece este jueves una charla en Gijón

Joaquín Díaz.

Joaquín Díaz. / Lne

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Gijón

Folclorista, músico y experto en literatura popular, Joaquín Díaz ofrece este próximo jueves (19.30 horas) una charla en el Antiguo Instituto, organizado por el Taller de Músicos, en la que abordará el tema "La vida doblada. Sobre los pliegos de cordel". Estará acompañado en la presentación de Presentación a cargo de Concha Fernández Pol, vocal de la Asociación de Amigos de la Fundación Joaquín Díaz.

¿Qué son los pliegos de cordel?

Lo que casi todo el mundo recuerda, entre los que tienen más de 50 años, son los ciegos que llevaban unos papeles por las calles y los vendían. Eran los transmisores de las noticias, especialmente los sucesos y crímenes. Aquello que daba morbo. Se imprimían en lo que en imprenta llamaban pliego, un doble folio. Se doblaba y formaba un cuadernillo, en el que iba el texto, con un grabado en la primera página. Y eso se colgaba de un cordel, para que lo viera todo el mundo, y mientras lo cantaba el ciego, el lazarillo lo vendía y pedía una perra por él. Iba el crimen bien cantado y contado.

¿Cuál fue su época de máxima acogida?

Pues no se sabe. Porque estuvieron funcionando desde la invención de la imprenta. Pero quizás el siglo XIX es el más prolífico, porque hay muchas guerras. Y la guerra siempre era otro motivo de comunicación. Si había batalla o avanzaba el enemigo. En el fondo había mucha literatura, pero lo que se buscaba era el beneficio. Y esa industria se mantuvo durante 500 años.

¿Qué tiene de interesante el estudio de los pliegos?

Para mí los pliegos son la verdadera historia de España y de sus habitantes. Es el día a día, contado por diferentes mentalidades, y escuchado por todo tipo de público. No estaba solo el de un pueblo inculto. Muchas veces el que no cantaba no tenía estudios, pero el que le escuchaba era un escritor famoso. Están esas confesiones de Baroja o Antonio Trueba, gente bien letrada del siglo XIX, que decían que en su juventud se morían por ver esos pliegos que hablaban de los libros de caballerías, las historias antiguas o el cine. Era una literatura variadísima, y a veces muy buena. Hubo ciegos muy conocidos entre los siglos XVII y el XIX, en éste último estaba "La Ciega del Escorial", que improvisaba y que muchas veces les dio a algunos intelectuales que la iban a poner a prueba, les dio una lección en más de una ocasión.

¿Cree que este formado ha estado denostado o se le ha reconocido lo suficiente?

Estuvo denostado durante mucho tiempo. Los intelectuales pensaban que, por una y otra razón, había que prohibir los pliegos y a quienes los cantaban. El mismo Lope de Vega, por ejemplo, mandaba una memoria al rey, diciendo que era una pena que los ciegos tomasen sus poesías y no digan que son suyas, o bien que dijese que lo eran unas compuestas por los ciegos. Se quejaba por los derechos de autor, era la primera vez que se quejaba alguien porque vendían cosas en su nombre y a él no le tocaba percibir nada. En general los intelectuales estaban en contra, pero fuera de una forma explícita o no, a todo el mundo le gustaba.

¿Qué es lo más interesante que ha descubierto buceando entre los pliegos?

Muchísimas cosas. Por poner un ejemplo, el duque de T’Serclaes, Juan Pérez de Guzmán, tenía una gran colección de pliegos, algunos muy antiguos, de hasta el siglo XVI. Y tengo alguno de su colección, porque iba a vender su biblioteca, pero al final no lo hizo, y tuvo un final un poco raro, porque se dispersó. Y a me tocó alguno de sus pliegos. Pérez de Guzmán les gustaba tanto y les tenía tanto respeto, que si tenía alguno con varios pliegos, es decir muchas páginas, les ponía una fajita y el sello de TS, de T’Serclaes. Para mí fue una cosa extraordinaria. Igual que me han venido otras, como la del joyero y pintor Pau Mercadé.

Como experto en literatura popular y folclorista, ¿considera que se cuida lo suficiente la memoria y la tradición?

Soy optimista. Hay un portal en internet que inició la Universidad de Cambridge, y nos han invitado a los que tenemos una cantidad de pliegos a que los digitalicemos y subamos, para que los pueda estudiar cualquier persona desde cualquier lugar del mundo. Es algo maravilloso. Porque si quieres ahora acceder a un pliego, que está en la Universidad de Cracovia, y que acabó allí por lo que fuera, pues te tenías que ir hasta allá o hacer una serie de trámites imposibles. Este portal ya ha digitalizado 25.000 pliegos, permitiendo disfrutar esta literatura. En ese sentido sí creo que se ha mejorado. Pero en la valoración de la sociedad no, porque no se conoce la importancia que tiene en realidad este patrimonio.

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