El último ejemplo del Modernismo en Gijón

Un recorrido por la arquitectura modernista de Gijón, con el edificio del Bambara, antigua sede del periódico "El Noroeste", en la calle Marqués de San Esteban, como gran exponente del estilo en la ciudad en la actualidad

Una vista del edificio del Bambara.

Una vista del edificio del Bambara. / Ángel González

Héctor Blanco

Héctor Blanco

La arquitectura modernista gijonesa cuenta con fechas precisas de inicio y fin.

En 1901 Mariano Marín Magallón diseñó la nave de la Compañía Asturiana de Artes Gráficas con sede en El Natahoyo, siendo el primer proyecto modernista documentado en la ciudad. En 1923 Miguel García de la Cruz recibió el encargo de recrecer la sede del diario «El Noroeste» –por entonces una nave de planta baja– ubicada en el actual número 9 de la calle del Marqués de San Esteban. Esta obra, terminada hacia 1924 como una construcción de bajo y tres pisos, es el último proyecto modernista realizado en la ciudad. Entre ambos inmuebles apenas existió un kilómetro de distancia y ambos nacieron con función similar, si bien el primero se traza en un contexto en el que el Modernismo era novedad mientras el segundo constituye una peculiar anomalía al realizarse años después de que este estilo hubiese perdido vigencia.

Como movimiento artístico el Modernismo se caracterizó por afectar a todos los ámbitos creativos, por una peculiar diversidad formal así como por tener distintas denominaciones según su lugar de eclosión y desarrollo –Art-Nouveau, Sezession, Liberty o Floreale, Jugendstil, Modernisme– Todo ello hace más apropiado hablar de Modernismos que de Modernismo.

En Gijón los arquitectos Mariano Marín Magallón, Manuel del Busto, Miguel García de la Cruz, así como el maestro de obras Benigno Rodríguez dejaron durante el primer quindenio del siglo XX una amplia, diversa y, en no pocos casos, brillante obra modernista. Aun hoy, con gran parte de estas creaciones desaparecidas o modificadas de manera importante, este legado artístico constituye una de las fortalezas del Patrimonio Arquitectónico local.  

La sede del diario El Noroeste en 1911.

La sede del diario El Noroeste en 1911. / Biblioteca Padre Patac

El afán modernista de novedad, creatividad e innovación que eclosiona con el nuevo siglo se tradujo en edificios que, en lo formal, se llenaron de color y ornamentación y, en lo estructural, incorporaron el acero de manera habitual como material constructivo.

El edificio de la calle del Marqués de San Esteban 9, nuestro último Modernista, reúne todo lo anterior y tiene como peculiaridad el ser una rareza. En 1923, fecha en la que se proyecta la ampliación que dio forma definitiva al inmueble tal y como lo vemos hoy, el Modernismo ya hacía más de un lustro que se había pasado de moda. Cuando García de la Cruz recibe este encargo ya había dejado atrás su periodo modernista y ya, centrado en otras tendencias estéticas, había trazado la Casa Paquet, la Gota de Leche y estaba realizando el anteproyecto de la Pescadería Municipal. La razón de este retorno a una etapa pasada fue deseo de la Sociedad Editorial Asturiana, promotora de la obra y propietaria del diario «El Noroeste». 

Para albergar la sede del diario, su rotativa y una moderna imprenta ya se había levantado en 1909 una nave de planta baja en el emplazamiento citado. Una construcción diáfana, con una estructura interna realizada en la fundición Riera, Menéndez y Compañía en La Calzada –los pilares aún conservan hoy la marca de fábrica– y que, externamente, se había resuelto con un diseño sencillo y vistoso que combinaba el uso de arcos rampantes para componer el triple vano central y decoración Art-Nouveau, el modernismo de origen franco-belga.

En 1923 el encargo consiste en levantar una planta sobre esta nave para albergar las oficinas de la citada empresa y la redacción del periódico, integrando estéticamente el recrecido siguiendo lo ya existente. Finalmente, la obra se replanteó decidiendo levantar dos pisos más, lo que otorgó a la construcción una entidad considerable potenciando el llamativo aspecto con el que la vemos hoy. 

El edificio daba así una potente imagen al diario «El Noroeste», fundado en 1897 como periódico republicano y de orientación social, con importante participación del capital indiano y que acabará teniendo una destacada vinculación con el Partido Republicano Reformista y Melquiades Álvarez. Ya en 1911 se anunciaba como el de mayor difusión y tirada de Asturias, proyección que continuará en la década de 1920 –pese a múltiples presiones sufridas durante la dictadura primorriverista– bajo la dirección de Antonio López Oliveros quien lo consolidó como una de las cabeceras progresistas de mayor relevancia regional. 

Incautado durante la guerra civil –lo que conllevó su definitiva desaparición–, el inmueble mantuvo su actividad reconvertido en sede del diario falangista «Voluntad» entre 1937 y 1975. 

Hace varias décadas el edificio se rehabilitó para albergar oficinas y ser sede del ya veterano pub Bambara que le da hoy nombre oficioso. 

Externamente apenas ha conocido cambios durante su siglo de historia recién cumplido en gran medida gracias a los materiales de su fachada, protagonizada por decoraciones fitomorfas realizadas en piedra artificial y rejerías de forja. Su última reforma respetó su aspecto original, incluyendo el diseño de las carpinterías de los vanos, si bien le añadió un excesivo colorismo que sol, lluvia y contaminación ya han atenuado. Los soportales emplazados frente al edificio son hoy un lugar privilegiado para contemplar esta rareza con la que se cierra uno de los periodos más llamativos de la arquitectura gijonesa contemporánea.

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