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Vidrieras, varias fases y un objetivo claro: un recorrido histórico por el centenario edificio de la Gota de Leche de Gijón

La centenaria Gota de Leche se construyó en tres fases y tuvo tres nombres

A comienzos de este siglo sufrió una desafortunada reforma

Héctor Blanco

Héctor Blanco

Gijón

El médico Avelino González Fernández (Lamuño, Cudillero,1893 - Gijón, 1978), para varias generaciones simplemente Don Avelino, realizó una denodada y pionera labor en Gijón en favor de la pediatría, la puericultura y la obstetricia. Desde 1919, año en el que se instaló en nuestra ciudad, buscó la manera de erradicar una mortalidad infantil atroz, evitar el fallecimiento de muchas madres durante el embarazo, el parto y el posparto así como garantizar una adecuada atención sanitaria a la población infantil gijonesa, especialmente a la de las familias más necesitadas.

4 | ARCHIVO MUNICIPAL DE GIJÓN

4 | ARCHIVO MUNICIPAL DE GIJÓN

Don Avelino acometió esta tarea a base de ingenio, tenacidad y capacidad de convicción desde que llegó a Gijón y, en especial, entre 1925 y 1964 como director del Instituto de Puericultura. También se enfrentó al rechazo de relevantes grupos sociales que veían en su labor una afrenta al orden y la moral conservadores. Su famosa frase "para esta casa no hay hijos ilegítimos, el único ilegítimo es el padre" fue una contundente declaración de principios frente a moralinas e hipocresías.

Uno de sus esfuerzos primordiales fue levantar los inmuebles en los que acoger las dependencias y servicios que sus iniciativas precisaban. En la financiación de esta hazaña, gestionada desde la Junta Local de Protección de Menores, participaron gijonesas y gijoneses durante décadas ya que las obras promovidas por esta entidad se costeaban gracias a la venta de la rifa Pro-Infancia y a una tasa del 5% aplicada a la recaudación de todos los espectáculos públicos realizados en Gijón.

11 | ARCHIVO MUNICIPAL DE GIJÓN

11 | ARCHIVO MUNICIPAL DE GIJÓN

Así fue capaz de financiar la construcción de la sede de la Gota de Leche e Instituto de Puericultura, del Hogar Materno Infantil o Casa Rosada y del que se pensó como Albergue y Clínica infantil para niños necesitados que, por cuestiones coyunturales, acabó reconvertido en el Palacio de Justicia de la calle Decano Prendes Pando. En las dos primeras edificaciones se prestó un servicio esencial a varias generaciones y ambas contribuyeron a salvar centenares de vidas. El pasado mes de septiembre se conmemoró el centenario de la inauguración de la Gota de Leche y, desde LA NUEVA ESPAÑA, toca hoy celebrar el Día Mundial de la Arquitectura detallando sus peculiaridades.

El inicio, tres fases y tres nombres

El Ayuntamiento de Gijón se implicó de manera notable en el proyecto. Cedió los terrenos emplazados en El Humedal y aportó el proyecto constructivo, encomendándolo al arquitecto municipal Miguel García de la Cruz en 1922. Un año mas tarde se iniciaron las obras. Externamente el edificio se resuelve con todos los recursos formales propios de la arquitectura montañesa destacando sus dos torres con amplias solanas, robustos aleros, pináculos y elaboradas veletas de forja. El espacio restante de la parcela se concibió como zona ajardinada cerrada.

El inmueble que hoy vemos se edificó en tres fases, según lo iban permitiendo los fondos recaudados. La primera fue inaugurada en 1925 y corresponde con el núcleo central, la segunda se terminó en 1927 y corresponde a la torre del reloj y la tercera y última se ejecutó en 1933 con el añadido de la segunda torre, proyectada por Mariano Marín de la Viña.

En cada fachada el edificio presenta un rótulo con nombre distinto: Gota de Leche en la calle Magnus Blikstad, Instituto de Puericultura por la entrada de la calle Palacio Valdés y Casa del Niño en la portada de la plaza de El Humedal.

Un puzzle interno y artes aplicadas

El inmueble acogía un complejo programa reflejo de las necesidades a cubrir: Gota de Leche, con su servicio de reparto diario de botellines de leche pasteurizada y preparados para biberones; policlínica, con consultas donde se atendía a bebes y niños hasta los 14 años así como a embarazadas y madres recientes; maternidad y casa-cuna, más las dependencias de la Escuela Provincial de Puericultura. Dependencias para administración y dirección, laboratorio, cocinas, las habitaciones de las enfermeras y, en las torres, las salas de costura, planchado y el coladero completaban el conjunto.

La peculiaridad más significativa de este edificio son sus acabados. Don Avelino propició que el edificio fuese higiénico, acogedor y alejado de los lúgubres servicios de beneficencia tradicionales, lo que también le valió severas críticas. El edificio contó con notables obras de ebanistería, forja, vidriería, mobiliario y ajuar, con especial relevancia de las azulejerías de Talavera, parcialmente conservados hoy en día. Igualmente el equipamiento sanitario se realizó con las principales innovaciones del momento.

Concienciación y homenajes

En el edificio se prodigaron paneles cerámicos con frases y reseñas que facilitasen información y conocimientos prácticos a sus usuarias.

Uno de los elementos más singulares del inmueble en sus inicios fue una esfera de vidrio rojo emplazada en la base de la veleta de la torre del reloj. En 1928 este elemento lanzaba un destello de acuerdo con la estadística que establecía el ritmo de defunciones infantiles en España -un fallecimiento cada dos minutos-, con el fin de concienciar socialmente de la gravedad del problema.

En la fachada este se hace una alabanza del arbolado -especialmente valorado por Don Avelino- mediante la "Plegaria del árbol". Está contenida en un panel cerámico de Talavera que cuenta con otro gemelo en el parque de Isabel la Católica.

Muy próxima a ella está otro panel recordando la concesión al pediatra de la cruz al Mérito Sanitario en 1964. En la fachada oeste, en la calle que lleva su nombre, se localiza la placa en recuerdo del empresario noruego Magnus Blikstad por iniciativa del Ateneo Obrero al ser su mayor benefactor.

Avatares y reformas

El inmueble que hoy vemos es sólo una parte de lo que fue. En la década de 1980, con el cierre de la institución, se produjo un proceso de desmantelamiento interno para nuevas funciones que supuso la pérdida de partes señeras. Gran parte de su aparataje médico, mobiliario y ajuar ha desaparecido, si bien varias instituciones públicas conservan piezas esenciales de aquel legado. El bombo de la rifa Pro-Infacia está en el Archivo Histórico de Asturias, el grueso del fondo documental del centro se custodia en el Archivo Municipal de Gijón, varias obras pictóricas son parte de los fondos del Museo Casa Natal de Jovellanos y una representación del material sanitario más antiguo está presente en la recreación de la enfermería del Museo de la Minería.

A comienzos de este siglo el edificio sufrió una reforma desafortunada que implicó la pérdida de partes singulares como la rejería del cierre perimetral, piezas de cerámica de Talavera del jardín, además de la modificación del diseño de la carpintería de las ventanas. Esto último, aparte de desfigurar el aspecto original de edificio, está provocando daños relevantes en algunas vidrieras.

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