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"Diversa, bien articulada y que sorprende": así es (desde dentro) la nueva muestra de pintura en el Palacio Revillagigedo de Gijón

Una visita guiada de su comisaria, Gretel Piquer, desgrana la exhibición de Unicaja, que se inaugura esta tarde y cuenta con fuerte presencia asturiana

"Diversa, bien articulada y que sorprende": Así es (desde dentro) la nueva muestra de pintura de Gijón

Oriol López

Dos plantas, un puñado de salas y 84 obras dispuestas para ser disfrutadas por los asturianos. Todo está listo para la gran inauguración de la muestra "La pintura contemporánea en la Colección Unicaja (1865-2000)", que se pondrá de largo hoy mismo a las 19.00 horas. La exhibición, compuesta por una selección de obras de la colección Unicaja y con una gran presencia asturiana, se expondrá hasta el 28 de diciembre en el Palacio de Revillagigedo, en Gijón, con acceso gratuito.

"Es un recorrido muy bien articulado, diverso, lleno de obras muy interesantes que sorprenden y llaman la atención", define la comisaria de la exposición, Gretel Piquer, que esta mañana ofreció un pase guiado para los medios de comunicación en el que se pudo disfrutar, antes de su gran puesta de largo, de las paredes de la casa del marqués maquilladas con el arte de Evaristo Valle, Darío de Regoyos, María Gutiérrez-Cueto Blanchard, Fernando Zóbel o Eduardo Úrculo, entre muchos otros artistas regionales, nacionales y extranjeros.

De este casi centenar de obras, estamos "habituados" a algunas; otras son "totalmente desconocidas", relata Piquer a pie de escalera, antes de iniciar el ascenso a la primera planta de la edificación. Allí arranca la muestra, en una pequeña estancia donde se presenta un elegante y efectivo diálogo escenográfico entre tres autores: Darío de Regoyos, Gutiérrez-Solana y Evaristo Valle. Regoyos expresa las preocupaciones regeneracionistas, las de la "España Negra", con su "Víctimas de la romería". Al lienzo le sigue el pincel de Solana y sus "Niñas con farol", que arrojan luz al oscurantismo de la "España Negra" del anterior lienzo. El triunvirato lo remata Valle, con su luminoso "El Rinconín".

Revillagigedo "no es un cubo blanco"

"La construcción es de 1865 y está muy lejos de ser un cubo blanco de exposición", advierte la comisaria de la muestra, cuya selección procede en aproximadamente un cincuenta por ciento de los fondos regionales de la Fundación Cajastur que pasaron a manos de Unicaja tras sucesivas absorciones entre entidades bancarias. No le falta razón: la compleja distribución de Revillagigedo se ha salvado con maestría para dar a la exposición un recorrido coherente, natural desde el punto de vista del visitante.

Los raíles sobre los que discurre el tren que guía Piquer hacen caer la vista sobre la obra postimpresionista, donde también figuran los anteriores Valle y Solana, junto a Francisco Iturrino o Julio Romero de Torres (que "pintó a la mujer morena con los ojos de misterio y el alma llena de pena"). La influencia extranjera ya se deja ver, con aquellos autodidactas que abandonan la formación clásica y emigran a Bruselas o París. Federico de Madrazo, su abuelo y su padre son maestros de pintores que se van a diseminar por toda Europa.

"El viaje hacia la modernidad nos lleva al costumbrismo y los paisajes", reza Piquer. "Enseña al que no sabe", de Augusto Junquera, "se queda atrás" en una época (1909) en la que ya habían aparecido el cubismo y las vanguardias. ¿Puntas de lanza? A nivel nacional, Daniel Vázquez Díaz, cuya obra reposa en el palacete frente a las de Blanchard.

El periodo de posguerra ya lo apuntaba la comisaria como "muy interesante" a este periódico la semana pasada y queda a caballo entre la primera y la segunda planta. Un poco alegórico, quizá, a cómo tuvieron que arrinconar en cierta medida sus ideas los creadores de esta etapa, siempre bajo la mirada inquisidora de la dictadura. Por ello se lanzan a temas costumbristas, espirituales o paisajísticos, aquellos que no generasen conflicto ideológico. Vidau y Cossío fueron algunos de ellos; con el Informalismo, por ubicación, en los pasillos del patio, de Orlando Pelayo o Antonio Suárez, ambos asturianos, aunque pasaron mucho tiempo fuera de la región.

Zóbel, Tornero, Teixidó. Los nombres se suceden. Un lienzo de enormes dimensiones del gallego Xesús Vázquez, "Hiroshima", en el descansillo de la escalera, da paso a las bombas de la segunda planta que llegan en forma de arte abstracto, figurativo, conceptual o minimalista y la comunicación entre los vasos nacional e internacional, como señala la comisaria.

Minimal y conceptual, al final

Algunas de las piezas más grandes reposan en la última sala de la exposición, realizando este recorrido lógico y sugerido. Los bocetos que Sol LeWitt, padre del minimalismo y del arte conceptual, esbozó para el mural que se plasmó en Gijón en 1993 están aquí; al otro extremo de la sala, la obra de uno de los jóvenes que le ayudó a ejecutarlos, el asturiano Pablo de Lillo. Otro maestro, Joseph Kosuth, ilumina la tenue sala con un neón con un texto de un cuento de Borges, "Este atlas es inútil".

Una pieza "espectacular" de George Herold, de ladrillo sobre terciopelo ("solo trabajaba con ladrillo y caviar", concreta Piquer), termina de rellenar la sala, cuyo cauce lleva a un final con el "Infierno" de Vaquero Turcios, ilustración sobre la "Divina Comedia" de Dante, en la que el artista relaciona ese inframundo con un campo de concentración.

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